Yo no sé si los domingos brilla el día
O si el lunes, densas nubes se levantan
Yo no quiero ver si el martes, de alegría
En tropel danzan las aves cuando cantan.
En el miércoles no miro el sol saliendo
Ni tampoco cuando el jueves deja el cielo
Y los viernes, nadie espera que esté viendo,
Si es el clima de tristeza o de consuelo.
Pero el sábado, el encanto de tu risa
Trastocando del encierro su amargura
Rompe límpido en mi celda, con la brisa
Refrescante de tu amor y su ternura.
(...)
René González
Hace más de 10 años que la familia de René González dejó de ser una familia completa: la injusticia, el odio y la irracionalidad han hecho que para René, Olga, Irma e Ivette queden muchas fechas pendientes, muchos momentos que no han podido compartir juntos y que la vida, no les devolverá jamás.
Desde 1998, año en que René fue detenido en los Estados Unidos, ha sido víctima no sólo de un injusto y manipulado proceso judicial, sino de acciones de extrema crueldad que han expuesto a su familia a situaciones de violencia psicológica al utilizarla como recurso para obtener testimonios que sirvieran de fundamento para el procesamiento legal de los 5 compañeros.
Las características del proceso judicial desarrollado contra René han echado por tierra, no sólo principios establecidos en Instrumentos Jurídicos Internacionales, sino también los postulados de la propia Constitución estadounidense que estipula en su quinta y sexta enmiendas el derecho de todo inculpado a un “juicio justo e imparcial”: de tal forma, la negativa de las autoridades judiciales a realizar el proceso fuera de Miami, ciudad permeada por el clima de grupos terroristas anticubanos; las manipulaciones realizadas en la composición del jurado; el limitado acceso que tuvieron en todo momento la defensa y los acusados a las pruebas inculpatorias bajo el incierto argumento de que las mismas contenían información de seguridad nacional, no hicieron más que reafirmar lo que desde la detención de los 5 se había demostrado: la intención de convertir el proceso judicial en un proceso político.
Múltiples han sido las acciones que demuestran el ensañamiento con que ha sido conducido el caso de René Gonzaléz quien después de su detención fue aislado durante 17 meses, aun cuando la ley estadounidense solamente permite un máximo de 60 días para los detenidos especialmente peligrosos; esta situación de aislamiento se ha repetido en varias oportunidades en coincidencia con importantes momentos del proceso judicial obstaculizando de esta manera la debida comunicación con los abogados y la familia. Por otro lado, la severidad de la sanción impuesta a René no está en concordancia con las aplicadas en otros casos por el mismo delito lo que denota, teniendo en cuenta la importancia en este sistema legal del precedente judicial, un tratamiento absolutamente parcializado.
En el año 2000 es detenida su esposa Olga Salanueva con el fin de forzar a René a firmar un acuerdo de negociación e inculpamiento; tras la negativa de René Olga fue deportada a Cuba. Durante los tres meses de su detención Olga sólo pudo ver a su hija Ivette de 2 años de edad una vez a través del cristal, lo que demuestra el irrespeto de los más elementales derechos reconocidos en la Convención de los Derechos del niño y las normas para el tratamiento humano de los prisioneros.
Otra dolorosa violación que ha sufrido esta familia cubana ha sido la relacionada con las visitas: durante el tiempo de su reclusión a René le fue prohibida la visita de su hija Ivette de sólo un año de edad, permitiéndole con posterioridad verla sin mediar contacto físico con ella. Actualmente, en las visitas que Ivette e Irmita realizan a su padre no se les permite ningún tipo de demostración afectiva, lo que va en contra de la obligación legal de todos los Estados de proteger, en cualquier circunstancia la vida familiar además de violentar el espontáneo sentimiento de amor y cariño entre un padre y sus hijas, máxime si consideramos que Irmita, la mayor de las hijas, solamente convivió con René 8 años, 6 durante su niñez en Cuba y 2 luego del reencuentro en los EU e Ivette, la más pequeña, no ha tenido conciencia nunca de lo que es vivir con su papá.
Por su parte a Olga, luego de su deportación de los EU en el año 2000 se le ha negado en reiteradas ocasiones la entrada al territorio, sin embargo, sólo en su última petición se le informó que prescindiera de continuar presentando solicitudes pues no serían aceptadas siendo sometida durante todos estos años al angustioso y extenso trámite de solicitud de visa ante la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, proceso que indiscutiblemente crea un alto nivel de expectativa y desasosiego para una mujer, que no solo sufre con la lejanía de su esposo, sino también con la tristeza de sus hijas.
Igual agonía se le ha provocado a su madre Irma, combativa y revolucionaria mujer que supo inculcarles a sus hijos el amor a la Revolución y a la libertad con su propio ejemplo al cooperar con la lucha del movimiento 26 de julio desde los Estados Unidos e integrarse a la Revolución cubana desde su triunfo.
Interminable sería este alegato si continuáramos exponiendo las difíciles circunstancias en las que se ha desarrollado la vida de René durante estos largos años, el maltrato psicológico del que han sido víctima sus hijas y las situaciones de violencia que ha sufrido la familia. Una familia que nunca más ha vuelto ha reencontrarse, una esposa a la que hace 9 años se le niega el derecho de ver a su compañero, una hija que se ha hecho mujer sin su padre y otra que solamente convivió con él en sus 4 primeros meses de vida.
Ahora en las actuales circunstancias, después de tantos años de injusto encierro el Gobierno de EU y la Corte Suprema de Justicia, se empeñan en maniatar la solución pronta e imprescindible que recaba un proceso, que a la luz de la opinión pública mundial, ha demostrado la injusticia que representa condenar a 5 hombres luchadores contra el terrorismo hacia Cuba.
El apoyo está entonces en todos nosotros: multiplicar este mensaje, exigir al gobierno de los EUA la liberación de nuestros 5 luchadores está en las manos de todas las parejas que conocen el dolor de estar separadas, en las manos de todos los padres que conocen el sufrimiento de no ver crecer a sus hijos, en las manos de todas las madres que se duelen en el dolor de una infancia truncada y en las manos de todas las jóvenes que pudiéramos ser, hijas de Rene González...
Lisa García Ganoso
Asesora Jurídica de la FMC.
22 de junio de 2009.