Para unir a los pueblos de América Latina, vuelve en una nueva ocasión José Martí, mientras el general Omar Torrijos Herrera, levanta una vez más su mano para mostrar eterna fraternidad hacia la nación cubana. Ambos próceres se fundieron hoy en la historia.
La Orden José Martí, la más alta distinción que otorga el gobierno cubano, resplandece en el pecho de Martín Torrijos Espino, Presidente de la República de Panamá, colocada por el Presidente cubano, General de Ejército Raúl Castro Ruz, en ceremonia solemne efectuada en el Palacio de la Revolución.
A su vez, Raúl fue portador de la Orden General de División Omar Torrijos Herrera, en Grado de Gran Cruz Extraordinaria, para hacérsela llegar, en nombre del pueblo y gobierno panameños, al Comandante en Jefe Fidel Castro.
Torrijos agradeció la distinción que —dijo— «representa a uno de los hombres más extraordinarios de nuestra América Latina y sin lugar a dudas, el más alto y grande de los pensadores cubanos».
Raúl, por su parte, agradeció en nombre de Fidel el enorme significado histórico del gesto, que no solo es un honor para el Comandante en Jefe, sino una muestra de la amistad y los sentimientos de hermandad que unen a ambos países.
Refiriéndose a la figura del entrañable Omar Torrijos, el Presidente cubano resaltó que dejó una huella imperecedera en la historia de nuestro continente: la recuperación del Canal de Panamá.
Rememoró asimismo las palabras pronunciadas el 15 de marzo de 1973 por el fallecido general, quien ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas —que sesionó de manera extraordinaria y por esa única vez en Panamá— expresó que «cada hora de aislamiento que sufre el hermano pueblo de Cuba, constituye sesenta minutos de vergüenza hemisférica».
Por su parte, el presidente panameño, resaltó la figura del Comandante en Jefe y destacó el honor de entregarle la condecoración que lleva el nombre de quien le profesó una fraterna amistad. Repasó emocionado aquel momento cuando Fidel, a despecho de su propia seguridad, durante la Cumbre Iberoamericana celebrada en Panamá, en noviembre de 2000, solo y armado únicamente de una flor, fue a visitar la cripta que guardaba las cenizas de su entrañable amigo Omar Torrijos.
«Él no hizo concesión alguna cuando se trató de reivindicar los derechos panameños sobre el Canal y su independencia. Por eso hoy somos una nación plenamente soberana, libres y únicos dueños del Istmo», afirmó.
Luego de la ceremonia de recibimiento oficial y condecoraciones, en breve aparte con la prensa, Raúl ratificó los sentimientos que profesa Cuba hacia el pueblo istmeño, que siempre han estado fortalecidos, aunque hayan tenido algún que otro pequeño tropiezo por razones ajenas a la voluntad de nuestros pueblos, subrayó.
Interpelado acerca de la salud del Comandante en Jefe, Raúl resaltó que Fidel «se encuentra pensando mucho, combatiendo hasta el final. El no va a dejar de combatir de una forma o de otra».
En horas de la mañana del lunes el presidente de Panamá, Martín Torrijos, colocó una ofrenda floral ante la estatua de José Martí en la Plaza de la Revolución, y recorrió el Memorial al Héroe Nacional cubano, en cuyo Libro de Honor estampó: «Reconociendo la grandeza de uno de los más grandes pensadores de Cuba y América.»
Posteriormente, acompañado de José Ramón Machado Ventura, Primer Vicepresidente cubano, Martín Torrijos inauguró un monumento dedicado a su padre, el General Omar Torrijos, en la Avenida de los Presidentes, obra del escultor Andrés González, que recoge simbólicamente la lucha del pueblo panameño por la soberanía de su Canal y representa lo que ha sido por varias décadas la hermandad y solidaridad entre Cuba y Panamá.
La amistad entre ambos pueblos continúa y crece con el tiempo, y cada día avanza paso a paso, solidificándose, según destacó a la prensa el mandatario panameño.
En el acto de inauguración del monumento intervinieron Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, y el doctor Adolfo Ahumada, quien fuera estrecho colaborador del General Omar Torrijos.