CIEGO DE ÁVILA.— ¿Por qué a Ciego de Ávila no le llegan los ciclones? La pregunta quedaba en suspenso cada año, cuando aparecían los modelos de pronósticos y muy pocos indicaban una amenaza certera para la provincia.
Oscar Benedico Rodríguez, director del Centro Meteorológico Provincial de Ciego de Ávila «Parece que estamos “untados”», diría un avileño en tono jocoso antes que Ike apareciera; aunque el máster Oscar Benedico Rodríguez, director del Centro Meteorológico Provincial, advierte: «Hay elementos que nos protegen, pero tenemos el peligro encima».
El caso es que desde el Kate en noviembre de 1985 hasta este último huracán, Ciego de Ávila no soportaba el golpe directo de un ciclón de igual categoría. El George, en septiembre de 1998, fue el más próximo, cuando sus vientos llegaron aquí con los valores de una tormenta tropical.
Otros huracanes mantuvieron en jaque a los avileños, para al final ver cómo los vientos de Gilbert (1988), Lili (1996), Isidore y Michelle (ambos en 2001) e Iván (2004) pasaban de largo sin dejar grandes destrozos.
Pero en el 2008 se acabaron las alternativas. En agosto Fay amenazó, al mes siguiente Gustav le siguió con los peligros; pero fue Ike, con su gran tamaño y paso lento, el que indicó que pasaría sin remedio alguno por Ciego de Ávila. La tregua había terminado.
La bendicón de los reyes«Lo primero que nos protege es la geografía —explica Oscar Benedico Rodríguez—. Ciego de Ávila está ubicada en el centro de la isla grande. Cuando se analizan los modelos históricos, uno aprecia que las recurvas promedios que hacen los huracanes son más al oeste, lo que los aleja de la provincia.
«Eso es un elemento, aunque no el principal. Los anticiclones o centros de altas presiones han desempeñado un papel importante en la “suerte” que hemos tenido. Por lo normal, ellos se han ubicado en posiciones que han favorecido esa recurva hacia el mar Caribe occidental, aunque esto puede ser muy variable.
«La baja profundidad de las aguas en la plataforma marítima de Ciego de Ávila también nos protege. El poco nivel del mar hace que los huracanes no encuentren por esta zona la cantidad de energía que encontrarían en mares más profundos.
«A ello se le añade los cayos. Las dos costas de la provincia limitan con cayerías: al norte los Jardines del Rey y al sur los Jardines de la Reina. Esta última se encuentra próxima en la ruta más usada por los ciclones, por lo que los islotes han jugado un papel en amortiguar los efectos del tren de olas.
«Cuando Fay y Gustav pasaron por el sur, lo hicieron a unos cien kilómetros de la costa y con fuertes marejadas. Ellas avanzaron hacia el litoral, pero fueron chocando con los cayos a lo largo de un mar poco profundo hasta que perdieron su fuerza original.
«Algo semejante ocurre en el norte con los Jardines del Rey. De lo contrario, si las cayerías no existieran, el impacto sería grande en cualquiera de los litorales. Por eso algunas veces decimos en broma que aquí estamos protegidos por los reyes».
La primera señalSin embargo, a pesar de las bondades, los pronósticos para Ciego de Ávila son de cuidado. El comportamiento de la atmósfera en los últimos años se ha apartado de los promedios históricos.
Los anticiclones se están desplazando más cerca de Cuba por lo que influyen con mayor intensidad sobre la provincia. Cuando el anticiclón se encuentra al noroeste del huracán, el meteoro disminuye en velocidad de traslación y baja más al sur. Si los centros de altas presiones se hallan al norte del ciclón, entonces este se moverá al oeste con mayor velocidad. Y si actúa al nordeste, provocaría la recurva del organismo tropical hacia el noroeste, lo que haría más peligroso al meteoro para Ciego si se encontrara al sur de las provincias orientales.
«Ike fue empujado hacia abajo por la cuña de un anticiclón —explica Benedico—. Antes mostraba una trayectoria más hacia el norte-noroeste, pero la cuña lo hizo bajar y mantener el rumbo que siguió por Cuba. Esa trayectoria es atípica en septiembre; lo que indica —junto con otros datos— que la atmósfera está cambiando.
Pero ante la pregunta de si la provincia podrá recibir el impacto de un huracán de gran intensidad, Benedico es categórico:
«Sí —responde—, puede ocurrir. El último fue el ciclón de 1933, hace 75 años. Hay varios elementos que hacen pensar esa posibilidad en el futuro. Está la modificación en el comportamiento de los anticiclones y luego el calentamiento de los mares.
«Un ciclón se puede formar, entre otras causas, si las aguas poseen temperaturas superiores a los 26 grados Celsius y ahora es muy común registrar valores cercanos a los 30. Eso es energía suficiente para que gane en intensidad en su recorrido hasta tocar tierra».
En opinión del especialista, en el futuro tendremos ciclones tropicales intensos y la época de mayor peligro para Ciego de Ávila serán entre septiembre y el mes de noviembre, cuando el calor del Caribe en los niveles bajos de la atmósfera y las temperaturas frías en los niveles altos favorezcan el movimiento convectivo de las nubes.
«Existen —afirma— opiniones en cuanto a si los huracanes serán más numerosos o no. En lo que sí se coincide es en la intensidad: serán más fuertes porque existen condiciones para que lo sean, incluso para que surjan fuera de época.
«Por eso habrá que seguirles los pasos más de cerca. Los huracanes se están dejando de comportar como antes. Todo indica que se volverán más inestables en sus rutas, o que tomarán otras direcciones por las que antes no salían. Ya han dado esas señales de que la calma se acabó. Y una de las grandes, al menos para Ciego de Ávila, la hemos tenido con Ike».