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Antonio Guerrero Cabrera: Quisiera abrigar a mi padre

Autor:

Marianela Martín González

Tonito imagina la cárcel donde cumple injusta condena su padre, Antonio Guerrero, uno de los Cinco, como un lugar lúgubre y frío, en el que un día como hoy quisiera estar para abrazarlo, protegerlo...

Antonio Guerrero Cabrera daría cualquier cosa por volver a subir con su padre a la Gran Piedra, montado en una pipa de agua, luego de que apostaran que iban a poder escalar la elevación con sus propios pies y no lograrlo.

Como no le es posible reeditar uno de los más bellos recuerdos que conserva de su papá, a pesar de ser algo cotidiano para mucha gente, descarga sobre mi agenda todos sus recuerdos y yo lo dejo, porque sus ojos brillan, se humedecen, se vuelven grandes y expresivos cuando habla de ese hombre que, aunque para otros es un Héroe, para él no deja de ser su padre, viviendo en la adversidad.

Cuenta que nació en 1985 y su papá partió en el año 1991 hacia el exterior. «Nunca tuve un argumento sólido de por qué mi padre había marchado al territorio de Estados Unidos, pero en aquellos momentos eso no me preocupaba tanto. Nunca perdimos la comunicación. No lo sentía tan lejos.

«Luego de algunos años, llegó la noticia inesperada sobre el caso de los Cinco, y me impactó. Aunque debo decir que muchos de sus compañeros de trabajo se sorprendían de que mi padre, siendo integral como trabajador y revolucionario, se fuera así como así.

«Mi mamá, a pesar del divorcio y el dolor que le ocasionó la lejanía en los peores momentos que afrontaba el país, en pleno período especial, siempre juzgó con tino a mi papá. Sus llamadas nunca fueron rechazadas, a pesar de que en la casa vivía mi abuelo, que era coronel y jefe de la Cátedra Militar en Santiago de Cuba. Luego de algunos años de su encarcelamiento, en 1998, cuando publican la noticia en el año 2000, me doy cuenta de por qué ocurría todo eso».

—¿Cómo ha facilitado Tony la comunicación entre sus dos hijos, aun viviendo en naciones distintas?

—A pesar de la situación de nuestro padre, a ninguno de los dos nos ha faltado el consejo preciso, el regaño telefónico y el encomio cuando lo hemos merecido. También nos ha conectado de modo que la correspondencia entre nosotros no falta. Todos los años mi hermano viene a Cuba a verme. Tiene conmigo ese apego que sienten los hermanos menores por sus hermanos mayores.

La ética del hijo del héroe

Un día tan especial como hoy Tonito quisiera traspasar la alambrada de Florence para abrigar a su padre, al que siempre imagina «con mucho frío». Desahogaría su indignación por el reciente fallo de la Corte de Apelaciones del Circuito de Atlanta, que diluye por ahora la esperanza del regreso de los cinco antiterroristas cubanos prisioneros en cárceles de Estados Unidos.

«Cuando supimos que Lenard es la jueza que va a dictar nuevas sentencias contra tres de ellos, sentimos mucha inseguridad, pues fue la que en Miami en 2001 se dejó manipular por la mafia de ese lugar, la que tuvo un ensañamiento político contra mi padre y sus hermanos de causa. Sabemos que estando ella presente, seguirán maniobrando los intereses oscuros de ese grupo anticubano.

«Sabemos que los abogados de la defensa están haciendo su mayor esfuerzo. Lo que no tenemos es claridad de lo que va a ocurrir, por lo que hay que prepararse para lo peor desde el punto de vista legal, y seguir promoviendo la solidaridad».

En fechas señaladas, especialmente el Día de los Padres, Tonito evoca las fiestas en casa de su abuela Mirta, y las escapadas al campo de pelota, que está cerca de su casa en Santiago de Cuba, para jugar con un montón de chicos.

Disfruta evocando que el mismo héroe que «domestica aeródromos» y valientemente declaró en su alegato que una de las formas posibles de impedir los actos brutales y sangrientos que se cometían contra su Patria, era actuar en silencio; salía por el barrio a buscar a los niños para armar el piquete de pelota.

Cuando hablamos de su carrera en la Universidad de Ciencias Informáticas, se siente como pez en el agua y recalca que su padre lo inspira en el estudio. Porque «el código de ética del hijo de un héroe no difiere del de un ciudadano común, pero han de elevarse el sacrificio y la honestidad notablemente».

Luego nos referimos a la celda que encierra a su padre desde febrero de 2002, y es como echarle vinagre en una herida. Aunque no la ha escudriñado realmente, cada filme que aborda el tema penitenciario lo remite a ese lugar que imagina lúgubre y castigado por el gélido aire de una de las montañas más renombradas del mundo.

Al hablar de Florence se aprieta las manos y respira hondo, porque sabe que no ingenuamente la llaman la Alcatraz de las Rocosas, ni por gusto su padre la calificó en sus versos como «criadero de nervios».

Antonio Guerrero Rodríguez es músico, poeta y loco, dice Tonito. «Así me hace un hijo feliz, pero lo que más me enaltece es su bondad, que no esconde ni en lugares tan fieros como la prisión, que él ha convertido en taller para enseñar, biblioteca para leer y crear; y donde, a pesar de los pesares, mantiene intactos sus sueños, sus ideales y su optimismo».

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