Ante el galopante incremento de los precios del la gramínea en el mercado mundial, en la Isla se busca sustituir hasta un 50 por ciento de las importaciones en los próximos cinco años
«Hola. Dime si sabes algo de un comentario que hay por acá acerca de que el arroz va a escasear».
Ese mensaje electrónico llegó a esta redacción la semana anterior, proveniente de Pinar del Río. Los rumores de que el arroz va a faltar en los mercados, y de que varias libras de las normadas se van a sustituir por harina, creció por estos días.
Pero no sucedió solo en el territorio más occidental. A lo largo de la ciudad de Cienfuegos corre hace días la misma voz.
Las personas relacionan la crisis alimentaria mundial, el precio de los granos, y formulan consideraciones, comentan, especulan...
Este diario conversó con varios bodegueros, en busca de las posibles vías de explicación al fenómeno. Los siete entrevistados coincidieron en afirmar que ninguna autoridad de la Empresa de Comercio les ha notificado hasta el momento suspensión alguna del arribo y el expendio.
Diosmedes Martínez, administrador de la tienda El Tulipán, perteneciente a la zona 4 de la Empresa Municipal de Cienfuegos, proporcionó los siguientes datos:
«Escuchamos a la población con esa preocupación, pero lo cierto es que ni ha subido el precio del arroz liberado, ni tampoco desapareció, ni nadie nos ha dicho que existe problema al respecto.
En cuanto al expendio normado de la canasta básica, indican los bodegueros consultados que ya está por llegar el envío del próximo mes, y el perteneciente al mes de mayo se distribuyó normalmente.
El río suena pero...
En Bayamo también los rumores andan de boca en boca.
Rafael Escalona Fuentes, administrador del mercado de La Vega del río Bayamo, explicó que en un día se han llegado a vender en esa entidad hasta 80 quintales de arroz, cuando antes no se superaban los seis quintales.
«Esta mañana vendimos 47 quintales. Y eso que hemos regulado la cantidad a diez libras, pero la gente vuelve a hacer la cola. Y uno tiene que meterse en esa bronca, que no es nada fácil. Y todo por las bolas que andan en la calle».
Tampoco en Matanzas el grano sale de la boca de los vecinos, no para deglutirlo, sino para especular sobre esa gramínea.
Esa provincia vende como promedio, en los 37 mercados y 128 puntos de venta diseminados por todo el territorio, alrededor de 50 toneladas mensuales, lo que ronda anualmente las 600 toneladas. El principal suministrador es el campesino que produce el arroz popular, que lo comercializa con el CAI Arrocero del Sur, en Calimete. Acopio lo compra a dos pesos y 80 centavos, y en los mercados se vende a tres pesos y 20 centavos, lo que le deja a esa empresa una mínima ganancia.
«En estos hemos tenido un bache, pero se hacen gestiones con otras provincias, que esperamos fructifiquen en breve», explicó Carlos Trujillo, subdirector de la empresa provincial de Acopio. Al cierre de este trabajo contaban nuevamente con el producto para venta libre.
«Desde todos los mercaditos llaman a diario, porque a su vez la población les pregunta constantemente», comenta Teresa Estévez, jefa de distribución de Acopio municipal.
Ante esta situación, JR solicitó al Ministerio de Comercio Interior información, pero no fue posible obtenerla.
Un reportaje transmitido por la Televisión cubana dio respuestas a las inquietudes de la población. Pedro Álvarez, presidente de la empresa Alimport, explicó que Cuba tiene garantizado el consumo normado destinado a la población, para estos meses y lo que resta del año.
«Para los próximos años están los acuerdos con Vietnam, que nos garantizan un mínimo de suministros, y no prevemos dificultades.
Pese a ello el funcionario apuntó que «la política de ir a la sustitución de importaciones es lo principal que en un futuro podrá garantizar una parte importante de nuestra alimentación».
Meta alcanzableCuba tiene planes de incrementar la producción de arroz en los próximos cinco años con el fin de sustituir las importaciones en más del 50 por ciento. Se dice rápido, pero para lograrlo el país tendrá que superar obstáculos, algunos de los cuales, como la falta de recursos y de mano de obra, afectan hoy a la agricultura en general.
Jorge Hernández, director del Instituto de Investigaciones del Arroz, del Ministerio de la Agricultura, explicó que el país está potenciando ese cultivo, con una estrategia que incluye recuperar antiguas áreas arroceras, incorporar otras nuevas y aumentar los rendimientos.
«Hasta 1997 nuestro centro trabajaba creando variedades para ese sistema. En la medida que el sistema de arroz popular se fue desarrollando, nos dimos a la tarea de capacitar a esos pequeños productores, buscar variedades que se adaptaran a sus condiciones, producir semillas de esas variedades, y darles asistencia técnica.
«De esa forma, del ‘97 para acá, ese movimiento de arroz popular ha garantizado la permanencia del producto en los mercados, a precios altos pero estables, y más asequibles que en los primeros momentos en que escaseó».
—¿Cuáles son los rendimientos que obtiene el país?
—Los rendimientos nuestros han estado por debajo de las cuatro toneladas. Un rendimiento promedio bueno está entre las 5,6 y las 7,5 toneladas al año por hectárea. El país que mejores resultados tiene hoy no es asiático, como se piensa. Es Egipto, que obtiene más de nueve toneladas.
«La producción del sector especializado se deterioró mucho en años anteriores, ahora se está tratando de fortalecer. Los del movimiento de arroz popular también están, como media nacional, por debajo de esa cifra.
«Puntualmente, en ambos sectores, se obtienen rendimientos superiores, sobre todo en la campaña de frío, que es fuerte. En condiciones experimentales, las variedades que estamos liberando muestran potenciales de rendimiento superiores a las 7,5 toneladas, y hemos obtenido a veces hasta diez toneladas.
«Pero eso sucede en condiciones favorables, con todos los requerimientos necesarios y en pequeñas parcelas. Cuando llevamos eso a una escala mayor, empiezan a aparecer las dificultades y las violaciones tecnológicas, faltan más los recursos y los resultados se van deprimiendo».
—¿Cuál sería la solución para Cuba?
—El que quiera sembrar arroz tiene dos opciones: o alta tecnología con baja fuerza de trabajo, o mucha fuerza de trabajo manual, como en Asia, donde hay un promedio de más de 15 personas por hectárea. Nosotros estamos al revés: tenemos más de 15 hectáreas por cada trabajador.
«En la medida en que se incrementan las áreas de siembra dentro del mismo año, el área por trabajador es mayor. En Sur del Jíbaro, Sancti Spíritus, por ejemplo, se obtienen rendimientos superiores de más de 1 500 quintales, que son casi cinco toneladas. Pero allí tenemos 50 hectáreas para cada persona que quiera ir a sembrar arroz.
«Ahora hay un proceso grande de estimulación de pago por resultados. Sabemos que nuestras arroceras están en áreas muy difíciles, con condiciones de trabajo duras. Hay un envejecimiento del personal. Hay que buscar más gente, desde el productor hasta el científico. Pero se está trabajando en eso, para estimular al trabajador y que se quede allí».
—¿Qué otro reto supone para el país el incremento de áreas?
—La producción de semillas es otro objetivo importante, porque si se van a incrementar las áreas de siembra, harán falta más semillas. De nada vale que tengamos tecnología y que sembremos con una semilla de mala calidad. A nivel de institución hemos logrado producir la semilla original y básica que hace falta, pero después eso lleva nivel de reproducción, y también hemos trabajado en crear un sistema de producción de semillas que abastezca el país.
—¿Qué tecnología se emplea en Cuba?
—Tanto las variedades como las tecnologías que estamos usando son similares a las de los países más desarrollados en el cultivo. Yo digo que teniendo esa fortaleza, en las condiciones de nuestro país se puede sembrar en casi todos los lugares. Uno de nuestros problemas es que hay salinidad, pero ya existen variedades que pueden adaptarse a esas condiciones.
«También tenemos el mejor banco de germoplasma de América Latina, con más de 2 300 variedades conservadas, catalogadas, que pueden ser usadas para llevar a la producción si hiciera falta, o usarlas como progenitores para hacer los cruzamientos necesarios y obtener las variedades que convengan.
«Dadas las condiciones de falta de insumos que teníamos, hemos estado trabajando en los últimos años en buscar variedades que se desarrollen con un buen rendimiento pero con bajos insumos, poca agua, pesticidas, fertilizantes. Hemos logrado variedades con esas características.
«Hoy existe una brecha muy grande entre lo que estamos obteniendo y lo que se puede obtener. Si cubrimos ese espacio, en la medida en que tengamos más recursos, conocimientos y tecnologías, esa diferencia se va a cerrar más.
«Cuba tenía alrededor de 150 000 hectáreas en los años 80; esa es un área que está disponible. En los próximos años el objetivo es volver a ocupar esas áreas. Para ello hay un programa de desarrollo hasta el año 2015, que prevé en la medida que estén disponibles los recursos, ir ocupando esas áreas y otras nuevas, y a su vez potenciar áreas del sector no especializado que no existían en esa época, que pueden llegar también a otras 150 000 hectáreas».