No hay urgencia mayor en la Cuba actual que el pensamiento crítico y edificante. El Periodismo, que ha de abrir todas las puertas, mover todas las voces, salvar todas las distancias, diseñar el borrador palpitante del futuro, no puede estar ajeno a esta perentoria necesidad.
Los profesionales cubanos de la prensa, formados en un rigor ético de batalla social, no cesan de interrogarse para encontrar los hechos y las palabras que den solución perdurable a nuestras preocupaciones públicas.
Juventud Rebelde, animado en el espíritu martiano del debate «franco, fiero, fiel, sin saña», convocó a Premios Nacionales de Periodismo 2008 —que llevan precisamente el nombre del Apóstol— para intercambiar sobre las zonas perfectibles de la prensa. Sabemos los méritos, pero nos impulsa más el tramo que falta para que sean totales.
Juana Carrasco, Antonio Moltó, Hugo Rius y Omar George (Rolando Pérez no pudo asistir), desde sus experiencias particulares en medios impresos, radio, agencia de noticias y televisión, respectivamente, respondieron a las preguntas de estudiantes de la profesión y reporteros de JR, en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
Capaciadad de prever«Si ustedes me preguntan qué debemos priorizar en este minuto respondería: la capacidad de prever. Siempre me será mortificante que el discurso de las autoridades políticas a la hora de superar problemas vaya delante de la capacidad de previsión de la prensa. Cuando debería ser a la inversa. Nos ha pasado en varias etapas. En el período de rectificación de errores, por citar un momento, nos dimos cuenta de que la sociedad no fue “vacunada” por los periodistas para enfrentar las dificultades.
«No se debe emprender el debate ahora como una campaña y mucho menos como rutina en la cual los funcionarios acudan a nuestros espacios a dar información sobre determinados temas y todo transcurra como una exposición más. Es necesaria una contraparte que los emplace de una manera profesional, y los comprometa a ser consecuentes». (Omar George)
«Hay que informar al pueblo desde un perfil ético y romper los silencios más establecidos. Hay que ser audaz y osado, pero también sabio en cuándo y cómo ponemos en práctica esta osadía. Una de las cosas que tenemos que hacer es no idealizar nada, y mucho menos a la prensa, al periodismo y ni siquiera a nuestra sociedad.
«No obstante, es verdad que debemos cambiar muchas cosas en los medios. Hay que despertar a quienes están dormidos. Los periodistas críticos, los que hacen trabajos investigativos, no pueden ser la excepción. Para eso hay que tener responsabilidad y los pantalones bien puestos pues siempre habrá que resistir presiones de funcionarios que se creen con el derecho de decirle al periodista lo que tienen que hacer. Contra esa barrera hay que luchar, y saltarla». (Juana Carrasco)
«En ese sentido creo que uno de los problemas que tenemos por delante es ganar más credibilidad en los medios, la cual debe basarse en dos factores: primero que todo en la consecuencia. Si nos pasamos la vida diciendo que este es un país de alto nivel de instrucción, un pueblo al que hemos invitado a desarrollar la inteligencia, no le podemos decir que la anule. La credibilidad se logra ante todo respetando la inteligencia del público.
«Lo otro es que no basta con estar todos los días hablando del país ideal. Hay que hablar más del país real, donde hay cosas que cambiar.
«Por lo tanto, los periodistas tenemos que pelear por reeducarnos y reeducar al resto de la sociedad, rompiendo mitos ajenos al periodismo verdaderamente revolucionario». (Hugo Rius)
—Los medios masivos deben ser teóricamente un espacio de debate público de la sociedad. ¿Por qué muchas veces no sucede así? ¿Qué tendría que cambiar para que sucediese?
—El debate no es solo la información que puede llevarnos a emplazar a otro colega en un tema determinado —práctica necesaria que se ha perdido—, ni la que cuestiona la actuación de entidades u organismos.
«Para mí el debate va más allá y tiene que ver con la proyección polémica del periodista en todo lo que hace. En estos minutos es imprescindible, pues aparte de la función informativa, la prensa cumple una función educativa fundamental. Y no podemos nosotros promover valores si no damos alternativas a las personas, si no los dejamos distinguir por sí mismos dónde está la mayor carga del bien, de la justicia.
«En la medida en que no asumamos un espíritu de diálogo como escalón para la construcción ética del ciudadano estamos perdiendo un espacio imprescindible. De hecho, pienso que los problemas de pérdida de valores que se observan en la sociedad pasan, entre otras cosas, por la falta de confrontación creativa». (Omar George)
«Lo que han hecho algunos medios con sus polémicas y sus investigaciones, es precisamente a lo que me refería: tocar el país real.
«Por el contrario, tengo la percepción de que el proceso de debate abierto por Raúl con su discurso el 26 de Julio último, influyó enormemente en la respuesta electoral de la población, pues el pueblo sintió que tenía un espacio donde decir sus problemas. Eso contribuyó a solidificar el respeto y la confianza en la dirección del país». (Hugo Rius)
—En ese enorme debate que se ha venido produciendo en toda Cuba después del discurso de Raúl en Camagüey, se le han hecho varias críticas a la prensa. ¿Qué le ha fallado al periodismo cubano para comunicarse con la gente?
—Esa pregunta yo me la hecho muchas veces. Creo que es un tema que no se puede postergar. Pero hay que pesar bien cada cosa, porque se manejan términos injustos, como que la prensa ha mentido.
«¿Qué ha fallado? Ha fallado el conjunto de la sociedad misma, las instituciones, los organismos y hemos fallado nosotros. Por ejemplo ha sido un error nuestro pensar que cuando pedimos romper el silencio sobre un tema estamos reclamando un favor, cuando en realidad se trata de un derecho y un deber. La Revolución se hizo para que la sociedad toda construyera un mundo nuevo, pero ¿cómo construirlo si no está informada? ¿Cómo construirlo si alguien cree que debe pensar por los demás y devolverles el pensamiento hecho?
«Hemos fallado también en ceder espacio ante determinados funcionarios administrativos. En dejar que nos dirijan nuestro trabajo y a veces hasta nos dicten las palabras. Eso es un crimen de “leso periodismo”. Por otra parte sería mentira decir que esas dificultades no están cambiando. Y el Partido es el primero que nos ha llamado a transformarlas.
«¿En qué hemos fallado? Jamás a la Revolución.
«También ha sido un error sacralizar a las fuentes de información. ¿Quién le inventó fuentes a José Martí, Villena, Pablo de la Torriente? A veces los periodistas hablan como las fuentes, son rehenes de las fuentes. Y esto es inconcebible». (Antonio Moltó)
«A nuestra prensa le ha fallado lo mismo que a la familia, a la escuela, a los colectivos laborales. Por ejemplo, la dinámica de participación de la sociedad en la gestión de gobierno no ha sido la ideal. No podemos aspirar a una prensa creativa si todavía admitimos reuniones de rendición de cuentas donde no se da toda la información o donde solamente se manejan, reiteradamente, problemas como el bache de la esquina o las luces que no encienden. Mientras que no funcionen estos espacios, la prensa tampoco funcionará consecuentemente». (Omar George)
«Como ya se ha dicho, hay muchos factores que intervienen en el análisis del periodismo. Cuando se habla de éxitos, estos tienen muchos padres; pero cuando se mencionan deficiencias, son absolutamente huérfanas.
«El fenómeno de la prensa no requiere un análisis de culpa, pues eso podría hacernos perder la perspectiva. Pienso que una de las dificultades que hoy tenemos es que a menudo muchos periodistas son incapaces de discernir entre la autorresponsabilidad política y el acomodamiento, el facilismo.
«Esto último ha primado bastante. Mucho del periodismo cubano se ha hecho a la sombra de lo que van diciendo las instancias políticas, porque es más cómodo». (Hugo Rius)
—¿Hasta qué punto funciona la censura y hasta qué punto la autocensura de los periodistas?
—En primer lugar no podemos olvidar que hay periodistas y periodistas, que hay directores y directores, y que hay órganos y órganos de prensa. Por eso no se debe generalizar.
«Hay dos conceptos martianos que han regido el periodismo cubano revolucionario. Martí dijo: “tiene tanto el periodista de soldado”. Y un soldado obedece órdenes, lo cual no quiere decir que no sea creativo, y capaz de saber por qué debe disparar o tomar una trinchera.
«El otro concepto es el de la carta a Manuel Mercado, donde el Maestro afirma que “en silencio ha tenido que ser...”. Eso también nos ha signado. Pero no debe ser asumido de una forma tan ortodoxa que nos impida hablar, escribir, dar nuestros criterios de lo que vemos». (Juana Carrasco)
«No hay periodismo en el mundo sin vínculo con las instancias políticas. No existe, ni siquiera en Estados Unidos, el modelo que heredamos. El que más censura tiene es precisamente el de ellos, de mil formas sutiles e incluso descaradas. Una prueba de ello es la cobertura de la guerra en Iraq, donde todo parecía hecho con un cartabón, una cobertura ordenada desde las estructuras políticas». (Hugo Rius)
«En este aspecto de la censura o autocensura hay un conjunto de problemas, que pasan también por la molestia de algunas personas u organismos porque tú publicaste alguna crítica en el periódico. No se molestan por la existencia del problema, sino por su denuncia». (Antonio Moltó)
—¿Es posible la autorregulación de los medios?
—Por ahí pasa la responsabilidad y la irresponsabilidad de quienes integran la prensa nacional. Personalmente, siempre que escribo, pienso en lo que responsablemente puedo decir o no.
«Esto parece que no hiciera falta en temas internacionales, pero estamos en un país donde cualquier cosa que se diga tiene una repercusión internacional muy grande.
«Tenemos la misión de informar al pueblo, explicarle las raíces de las cosas, transmitir lo que vemos, escuchamos o leemos, pero hacerlo con medida.
«El que se crea que la censura es un invento de la prensa socialista, debiera ver cómo funciona el resto de la prensa en el mundo. El que piense que el periodista determina lo que se publica está equivocado, pues son los dueños de los medios los que deciden, es el director o la junta de directores.
«Por supuesto también algunos periodistas mantienen un papel totalmente pasivo, mediocre. Resulta muy cómodo no escribir de problemas porque así no se buscan líos con un funcionario, un ministro, ni siquiera con el que vende viandas, o se evitan que alguien le entre a piñazos —como ha sucedido. Pero están también un grupo de colegas, que cada vez son más, que hablan muy claro. Y en eso influye igualmente el papel de los directores que no temen publicar este tipo de trabajos críticos». (Juana Carrasco)
«En Cuba las instancias políticas tienen armonía y concordancia con el pensamiento de los periodistas, sin embargo debemos dialogar más con ellas.
«No es lo mismo tener en cuenta la condición de país asediado, una realidad que no se puede olvidar, y otra cosa es limitar la responsabilidad que nos toca como ciudadanos, como gobernantes y como periodistas. Eso no tiene nada que ver con la condición de asedio». (Hugo Rius)
—¿Cuán beneficioso o dañino ha sido para los periodistas cubanos el apelativo que le endilgan de «prensa oficialista»?
—No importa tanto el cartelito que nos cuelguen, como ser periodistas con dignidad. Lo que nunca podemos es convertirnos en alabarderos acríticos, en repetidores de informaciones sin ninguna contrapartida.
«En lo personal me considero oficialista si esto implica un compromiso con la Revolución; no con nadie —persona o institución— que se arrogue el derecho de representarla para desde esa posición impugnar los derechos de los demás». (Omar George)
«Habría primero que hacer una historia de qué cosa es lo que se entiende por “oficialismo”, pues son los enemigos de la Revolución los que han “oficializado” a toda la prensa cubana. Tal vez porque nos hemos cuidado mucho de no decir algo que pueda dañar a Cuba, no hablar de un negocio porque el bloqueo actúa y lo impide, o de un defecto porque lo magnifican al extremo.
«Eso ha sido un problema de acción y reacción. Lo que debe tener claro cada periodista es dónde está el límite. Ese es el que no debemos pasar pues entonces sí nos convertimos en “oficialistas”, lo justificamos todo y creemos todo a la “fuente”. Por cierto esta palabra nunca me ha gustado, pues siempre son “las fuentes”, en un plural que indica la diversidad que hay que consultar para ejercer el periodismo». (Juana Carrasco)
—¿Qué retos implica para la prensa cubana la posibilidad que con las nuevas tecnologías tienen las personas de acceder a la información?
—Creo que las nuevas tecnologías no solo son un desafío para la prensa cubana, sino para todos los medios de comunicación a nivel mundial. Precisamente por la posibilidad de que usted construya su propio periódico, su propia información, con lo que quiera ir a buscar.
«Fíjense si son un desafío para cualquiera, que José María Aznar perdió su reelección, precisamente por los correos electrónicos y mensajes de móvil que se mandó entre sí la gente denunciando que había mentido con respecto a los atentados del 11 de marzo en Madrid». (Juana Carrasco)
«Con las tecnologías avanzadas aumentan cada día las facilidades para que la gente acceda a la red de redes y creo que esto nos va a obligar a ser más dinámicos en las respuestas, a no demorar informaciones. Nos urge salir al ruedo con nuestros criterios. En la honestidad de lo que decimos está la garantía para salir airosos». (Omar George)
Juana Carrasco: ágil para palpar la vida
Las primeras cosas en el periodismo las hizo en una pequeña hoja de papel, en un colegio privado, donde solo cuatro o cinco alumnos defendían la Revolución. No estudió la carrera, sino que se graduó de Historia en la Universidad de La Habana.
Al terminar, la UJC le dio a escoger entre pasar como profesora del Departamento de Filosofía o ir para un periódico que se iba a fundar. «La disyuntiva era clara: o veía la vida desde la abstracción o la tocaba todos los días. Yo escogí tocarla diariamente».
«Fui, hice las pruebas, para ingresar en Juventud Rebelde. En aquel momento no ocurrió, sino después, en 1999 recuerda Juana Carrasco, quien acumula 30 años de ejercicio en nuestra prensa.
Menuda, ágil, incansable como una hormiga, antes de llegar a JR, donde actualmente dirige Redacción Internacional, estuvo en Granma, Bohemia, Verde Olivo, fue fundadora de la Editorial de la Mujer, donde trabajó en la revistas Mujeres y Muchachas, y ademas se desempeñó como parte de la presidencia nacional de la Unión de Periodistas de Cuba.
También cumplió misiones periodísticas e internacionalistas en varios países, quizá la más arriesgada y la que más le enseñó —como ella misma reconoce—, dentro de Estados Unidos, nación que ha estudiado casi desde el comienzo de su carrera.
Tutora de decenas de periodistas, comentarista aguda de la Mesa Redonda Informativa, esta es Juana Carrasco, Juanita para todos sus compañeros.
Antonio Moltó: un diálogo permanente
EL primer acercamiento de Antonio Moltó a la pasión por contar le vino por una abuela «narradora fabulosa». Y por las historietas. Luego se convirtió en una suerte de productor de cine, «pues recortaba los muñequitos, mi abuela me hacía un almidón para pegar las tiras; cogía una caja de zapatos, le abría un hueco en el medio, y a proyectar».
También creía cuando muchacho en la fantasía de la radio y alguna que otra vez pensó que había «bichos» dentro del aparato.
Pasó el tiempo y en la escuela se hizo bueno en las composiciones y discursos en los turnos de Educación Cívica. Después experimentó en la actuación. Entre todas estas aventuras se fue armando el hombre de prensa.
Luego del triunfo de Enero de 1959 ha trabajado en dos lugares: la dirección de los CDR y el ICRT. A la organización barrial la recuerda como «una increíble escuela para comprender el alcance de la palabra».
Hablar frente a concentraciones de personas expectantes, felices o frustradas; aquellas miradas, aquellas historias le armaron la sensibilidad para el día a día en los medios masivos.
«No concibo el periodismo sin el permanente diálogo aunque sea a la distancia más remota. Por eso mi primera brújula fue indagar sobre cómo reaccionaba el público ante lo que yo le decía. Eso es periodismo: la relación natural, no fingida, entre un ser humano y otro, entre un ser humano y muchos. Hasta que lleguen a amarse».
«Hablando claro», como reza su programa en Radio Rebelde, Antonio Moltó, el actual director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y vicepresidente de la UPEC, no ha hecho otra cosa que dialogar.
Omar George: la verdad aunque incomode
Su padre fue periodista y también hombre de taller. Por eso desde muy pequeño el olor a tinta fresca le trasvasó familiaridad hacia el periodismo.
Estudió Filología y se graduó, especializado en Lingüística, en 1981. Por ese entonces el periódico provincial, 5 de Septiembre, que se había fundado un año antes, aún necesitaba trabajadores. Entonces entró, no como simple reportero sino como jefe de redacción.
Bajo la tutela de su coterráneo amigo Pedro de la Hoz, comenzó a ejercer el periodismo cultural. Cuando Pedro salió del periódico, se quedó al frente de la página.
En el año 83 se conforman las corresponsalías de Tele Rebelde y se arriesga a incursionar en el medio. Atravesó entonces la etapa de transición entre el cine y el videotape. «Se filmaba en celuloide, yo hacía la nota y la enviaba en ómnibus junto con la cinta “enlatada”. En el ICRT se revelaba, editaba y un locutor leía la noticia».
Al comenzar Perlavisión, organizó el Departamento Informativo del telecentro. Después se lanzó a otros planos periodísticos: conductor, guionista y director de sus propios programas. En eso anda, todavía, moviendo ideas en su Cienfuegos.
«El periodismo para mí siempre parte de un compromiso con la ética, en el sentido de no hacer nunca nada de lo que después pueda arrepentirme. Aunque mi verdad pueda incomodar a algunas personas. Un periodismo hecho siempre desde la honestidad personal. Esto es lo que da autoridad y respeto en la profesión».
Hugo Rius:un mundo para contar CUANDO pequeño, reunía dinero en una casa muy pobre, de un padre lector de tabaquería que vivía de los donativos de sus compañeros. Soñaba con comprarse un juguete con imágenes del mundo que giraban en un disco. Un día lo logró, y el primer disco que tuvo fue de las pirámides de Egipto. Años después,siendo muy joven, luego de haber dirigido «una fábrica de ajustadores» a la sazón del proceso revolucionario, y de pasar la Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling, ingreso en la recién creada Agencia de Noticias Prensa Latina. El primer país al cual lo mandaron fue precisamente Egipto. A partir de entonces Hugo Rius ha recorrido medio mundo reportando todo tipo de sucesos para Prensa Latina, desde la primera misión internacionalista cubana en Etiopía hasta cumbres de jefes de Estado o reuniones de alto nivel en la ONU. Allí fue por varios años enviado especial de PL. Se ha codeado con importantes figuras del periodismo del siglo XX, con dirigentes, guerrilleros; con la miseria y la muerte, pero recuerda con particular emoción la vez que entrevistó al Che, «y terminó con ese humor cáustico que tenía mandándome a estudiar Economía Política».Hugo Rius es de esas personas calladas, que ha pasado por la radio, la televisión y por corresponsalías de Prensa Latina en varios países, sin por ello dejar de ejercer la docencia, escribir, y sobre todo investigar constantemente todo lo que le rodea.