Mangos de Baraguá, Santiago de Cuba.— De la mano del gesto viril y el ejemplo inmortal del Mayor General Antonio Maceo y Grajales, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, encabezó aquí este sábado el acto político y ceremonia militar en conmemoración del aniversario 130 de la Protesta de Baraguá.
Con la colocación de una ofrenda floral a nombre del pueblo cubano y el tronar de 21 salvas de artillería, mientras las notas del Himno Nacional envolvían otra vez el alma de la Patria, comenzó la ceremonia, que contó además con la presencia de los Comandantes de la Revolución Juan Almeida Bosque, Guillermo García Frías y Ramiro Valdés Menéndez, y de los integrantes del Buró Político del Comité Central del Partido, Misael Enamorado Dager y Ramón Espinosa Martín, entre otros dirigentes del Partido, el Gobierno, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y las organizaciones políticas y de masas.
Ante ese monumento a la dignidad y la intransigencia revolucionaria que son los mangos enhiestos en medio de la llanura redentora, escenario donde el General Antonio, con un grupo de sus hombres, salvó para el futuro la honra de la Patria, al negarse a firmar un pacto que entrañaba para la Isla una paz sin la libertad que tantas vidas había costado, las nuevas generaciones ratificaron que la independencia de Cuba no será jamás negociada.
La trascendencia de la Protesta de Baraguá, «de lo más glorioso de nuestra historia», al decir de Martí, fue destacada por el Jefe del Ejército Oriental, general de cuerpo de ejército Ramón Espinosa Martín, quien pronunció las palabras centrales.
Los mambises no acudieron a estos mangos a firmar ningún acuerdo; vinieron a reafirmar su dignidad y patriotismo. Aquel acto sublime evitó que se extinguiera la llama de rebeldía y amor a la justicia que arderá por siempre en esta tierra, dijo el también Héroe de la República de Cuba.
«A los Mangos de Baraguá vendremos siempre a renovar el compromiso con aquellos hombres, firmes convencidos de no contraer nunca la que Maceo llamó “deuda de gratitud”, que ponga en riesgo el destino de la Patria; de no transigir ante el enemigo ni renunciar a la lucha».
Permanecer firmemente cohesionados en torno al Partido, mantener la unidad como principal arma de combate frente a cada agresión del enemigo, en lo externo y también frente a nuestras propias deficiencias; ser exigentes y consolidar el orden y la disciplina; hacer correctamente la parte que toca a cada cual en su puesto, son al decir del importante jefe militar, sugerencias de la historia de este hecho que hoy devienen en requisitos indispensables para avanzar en todos los frentes.