MI: En dos ocasiones en mi vida me han pedido que estimule las tetillas. A uno le dije que no era lesbiana, al otro le pregunté si era bisexual. Ambos me contestaron que no tenía nada que ver con lo que pienso. Yo hice esta caricia pero no me gustaba porque me parecía que eran los senos de una mujer. Además, no quería habituarme porque corría el riesgo de que cualquier otro hombre me tildara de lesbiana si se lo hacía. Por otra parte, vivo con mis padres y a mi papá se le ha despertado un deseo sexual enfermizo después de viejo. Estoy viendo TV y comienza el show. Siento que mi mamá no quiere, pero luego se conecta. No se cuidan; mi papá grita y todo. Traté de conversar con mi mamá y no me hizo caso. De veras necesito su orientación porque estoy dejando de querer a mis padres. Siento que no me respetan. Tengo 42 años.
El hecho de que nos narre en una misma carta ambas historias referidas a lo que para usted constituyen normas de conducta sexuales, nos hace indagar en su conexión implícita.
Posiblemente la actuación de sus padres es molesta en tanto ellos apuntan a una parte de su vida con asuntos irresueltos, precisamente por guiarse por el cumplimiento de lo que para usted constituían verdaderas normas.
Debe ser difícil que después de actuar con tanto rigor para ser amada, sean justamente los padres quienes rompan con todo aquello en lo que usted ha creído.
Quizá deba pensar con mayor detenimiento en este miedo a parecer lesbiana. No queda claro qué es lo desagradable: la caricia en sí o el hecho de fantasear con los senos de una mujer cuando juega con las tetillas de un hombre.
En cuanto a sus padres es preciso develar la conexión entre el despertado deseo sexual y su interpretación de irrespeto con la consecuente sensación de desamor. Lo más probable es que ellos no quieran faltarle el respeto, aunque usted sienta como si así fuera.
En verdad, es posible encontrar un modo de convivencia placentera, pero no existe fórmula prescrita para ello. Todo dependerá de la creatividad que pongan en juego.