Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

EJT: sigla con muchos significados

Autor:

Juan Moreno

Desde el 2000, jóvenes combatientes laboran en el control de vectores. Se sumarán cien muchachas

Intranquilos llegan los reporteros de JR al Batallón Antivectorial del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) que tiene su sede en un área de la antigua Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, en La Habana del Este. Buscan la noticia y esperan que algo los sorprenda. Con esa expectativa salen a conquistar el día.

En esta oportunidad el teniente coronel Reinerio Ortiz Morales, jefe de esa unidad superjoven de las FAR —cuya sigla, EJT, podría traducirse también como Ejemplo Juvenil del Trabajo, Ejemplo Joven de Tenacidad, Ejemplo Juvenil Titánico o Ejército Juvenil de Titanes, por intentar solo algunas denominaciones imaginarias—, nos dio esa información que cualquier órgano de prensa cubano —y mucho más el órgano de la juventud cubana— siempre anda procurando.

Cualquier alto en el trabajo es bueno para compartir sueños  y conversar sobre el futuro. «Sí. Antes de que finalice septiembre se incorporarán a nuestro Batallón Antivectorial un grupo significativo de muchachas que constituirán un entusiasta y estimulante refuerzo en la lucha que hemos desplegado con esta tropa masculina contra el mosquito más dañino en Ciudad de La Habana: el Aedes aegypti».

Sobre el notición —buena nueva también para los capitalinos— el teniente coronel Ortiz Morales, quien está rodeado de un experimentado grupo de oficiales y sargentos, ofrece más detalles.

«Esas muchachas, procedentes de distintas provincias del país, estarán también, como en el caso de los varones, un año en nuestro batallón. Será la primera vez que una tropa entera de jóvenes mujeres trabaje en las filas del EJT en la búsqueda de focos de mosquitos en zonas principales de la capital cubana donde actúa nuestra unidad».

Con ese refuerzo, explica, un nuevo orgullo se suma al que ya sienten desde hace cinco años por la destreza y el cuidado que despliegan los combatientes en el riguroso rastreo sanitario que realizan diariamente.

Pequeña historia de esfuerzo grande 

Cuando en el 2000 se puso crítico el grado de infestación del Aedes aegypti en la capital, comenzó el aporte directo del EJT en la búsqueda del peligroso insecto.

Empezaron por una tropa reducida, pero con un entusiasmo y ánimo como si fueran el batallón aguerrido y experimentado que tienen hoy. Se estaba buscando una solución al problema y cuál mejor que una fuerza tan fresca, lúcida y dinámica como los integrantes del EJT.

Era una tarea para ellos no tan conocida como sus misiones tradicionales. No tenían la suficiente experiencia en la lucha masiva contra vectores de enfermedades y mucho menos en la búsqueda de larvas de mosquitos y en el tratamiento profiláctico de sus focos.

«Pero al EJT se le pueden dar cuantas misiones entiendan el Comandante en Jefe, el Ministro de las FAR, el Partido o el Jefe de nuestra institución productiva. Con el espíritu de siempre hemos asumido cualquier tarea, por difícil que sea y no son simples palabras, lo hemos demostrado con la mocha o con el azadón en las manos», comenta uno de los oficiales del batallón.

Los integrantes de la jefatura de esta unidad coincidieron en afirmar que lo único que hubo que decirles fue: ¡Hay que cumplir esta tarea!, y lo demás lo puso el colectivo de oficiales, sargentos y soldados.

«Acabar con un vector dañino a la salud es también defender al país, ¿no? Prevenir una enfermedad como el dengue es también ganar una guerra», asegura otro oficial.

En varios municipios  

La práctica del voleibol y otros deportes llena los ratos libres de los movilizados. Los reporteros conversamos con jóvenes soldados y con algunos de sus jefes. En ese diálogo supimos que la batalla antivectorial de esta fuerza se despliega hoy —aunque ya en la capital la situación con la infestación del mosquito no es la misma que en otros momentos— en distintos municipios del centro de Ciudad de La Habana.

Los jóvenes de este batallón, que podríamos llamar especial, laboran todas las tardes en las zonas de mayor concentración de habitantes de los municipios que les han sido asignados: La Habana del Este, San Miguel del Padrón, Diez de Octubre, La Habana Vieja, Cerro y Plaza de la Revolución. En estos dos últimos actúan solo las fuerzas de este batallón, un ejemplo de la confianza depositada en su eficacia profesional y organizativa y en su capacidad productiva.

Los soldados que componen esta fuerza proceden de las provincias de Ciego de Ávila, Cienfuegos, Matanzas, La Habana y Ciudad de La Habana, con un promedio de edad de 18 años.

«Las mayores virtudes que nosotros les vemos a estos muchachos son el entusiasmo y la seguridad en sí mismos que demuestran diariamente. Ha sido el denominador común de todos los pelotones y compañías que por esta unidad han pasado en un lustro, cualidades que se aprecian también en esta agrupación actual de jóvenes que en el momento de ustedes visitarnos, llevan solo unos diez días aquí, en la lucha antivectorial», refiere otro oficial de esa unidad.

Lo diferido es la carrera   

Los combatientes de esta unidad del EJT permanecen un año en sus filas, porque como se dice, «son diferidos» y ya les han dado una carrera universitaria en la que matricularán al terminar su Servicio Militar Activo. En verdad los «diferidos» no son ellos, sino sus respectivas carreras.

Estos jóvenes han pasado la etapa de preparación militar básica de los nuevos soldados, que reciben durante cinco semanas, antes de incorporarse al batallón. No puede olvidarse que ellos son también soldados de las FAR, como los demás, sin soslayar la preparación combativa que reciben ni su formación político-ideológica.

Como dijo uno de ellos: «Nosotros buscamos, encontramos y destruimos focos de mosquitos, pero lo haríamos con similar eficacia si se tratara de buscar, enfrentar y aniquilar invasores».

El soldado que expresa esto es Adrián Estopiñales Paredes, quien viste por primera vez el uniforme beige del EJT.

«Esta es una labor muy útil —nos dice—, porque es preventiva, para evitar a tiempo que surjan y proliferen los focos del mosquito. Las armas que utilizamos contra ese enemigo de alitas diminutas, pero traicioneras también, no son fusiles, ni medios antiaéreos o de artillería, sino fundamentalmente linternas, observación cuidadosa, medidas sanitarias, control sistemático y sustancias antifocales con las que le cerramos el paso al desarrollo biológico del Aedes.

«Somos un batallón de un Ejército listo para la guerra contra un posible invasor —como cualquier otro de los mandos de las FAR— pero que ahora trabaja en aras de la salud del hombre. El enemigo es muy pequeño, pero tan dañino como cualquier bombardero yanqui de alas grandes».

Si el Che dijo una vez que «al imperialismo no se le puede dar ni un tantico así», a los mosquitos transmisores del dengue, tampoco, agrega el joven. Y como todos los batallones del EJT, este también es antiimperialista. «Por eso somos antivectorial y antiimperial».

Adrián es de la provincia de Cienfuegos, con gran facilidad de palabras, y a poco de incorporarse a uno de los pelotones de este batallón ya está convencido del importante papel social y humano que le han asignado a la unidad.

«Cuando termine mi función aquí, estudiaré Estomatología, para combatir las enfermedades bucales, que será como buscar otros «focos» en las personas y prevenir y curar dolencias dentales», refiere medio en serio y medio en broma.

Graduado en el Instituto Preuniversitario Vocacional (IPV) Carlos Roloff, de la Perla del Sur, este combatiente del EJT está decidido a cumplir como es debido su año en las FAR y expresa finalmente: «Después que me desmovilice, trataré de convertirme en un buen estomatólogo, pero desde ahora sé que allí donde me ubiquen, cuando me gradúe, los focos de mosquito tendrán un gran problema conmigo, se los aseguro».

Como él, jóvenes que estudiarán otras carreras integran con igual determinación y firmeza esta tropa que muy pronto será reforzada y embellecida con un grupo de muchachas que también en la capital ayudarán a la prevención del dengue, y estarán igualmente preparadas —como los varones— para combatir a cualquier enemigo que ose atacarnos, no importa que vengan por el mar o con aparatos de alas grandes.

 

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