Aunque Estados Unidos trató de impedirlo, Fidel llegó a la Sierra Maestra. Es poco conocido que el gobierno de Estados Unidos impidió que el Movimiento 26 de Julio adquiriera —antes de que se pensara en comprar el Granma— una lancha, con la que los revolucionarios pretendían venir a Cuba, desde México, en 1956.
Tampoco se conoce mucho de la intención de mercenarios yanquis de invadir a Cuba para anexarla a Estados Unidos, en 1947.
En el primer caso, los hechos ocurrieron a mediados del año 1956 —hace ya 50 años— y los detalles aparecen explicados por Alberto Ferrera Herrera en su documentado libro El Granma: la aventura del siglo, publicado por la Editorial Capitán San Luis, en 1990.
ROBO DE 10 000 DÓLARES AL 26 DE JULIOFidel había dicho que en el 1956 seríamos libres o mártires. El fracaso en la compra de la primera embarcación no lo apartó de su compromiso. La citada embarcación fue una lancha torpedera conocida por las siglas PT, correspondientes a las palabras inglesas Patrol Torpedo. Como se hacía con frecuencia en Estados Unidos, dicha PT era una oferta de venta en un catálogo de «material de guerra sobrante», y costaba 20 000 dólares.
Claro está, la empresa encargada de vender esas embarcaciones que «sobraban» de diferentes aventuras bélicas del gobierno yanqui, tenía previsto un avieso contrato, propio de «la ley del embudo» aplicada siempre por los imperialistas.
Para concluir la compra y trasladar la lancha fuera del territorio norteamericano, era imprescindible tener el permiso del Pentágono, pero este fue denegado, y por ende los revolucionarios cubanos, obligados por el referido contrato leonino, perdieron 10 000 dólares que habían entregado como anticipo, dinero que se recaudó con grandes esfuerzos y sacrificios, en Cuba y en México, durante los preparativos de la expedición.
Una de las cláusulas del contrato de venta estipulaba que ante cualquier contratiempo, el anticipo depositado no sería devuelto, y a los revolucionarios les tocó perder. Ese quizá haya sido uno de los primeros traspiés que el gobierno yanqui le puso a la Revolución Cubana en ciernes, y también uno de los primeros «anuncios» del más prolongado bloqueo de la historia humana.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos continuaba por esos mismos días enviando a la dictadura batistiana tanques, cañones y aviones para «masacrar a nuestro inerme pueblo», como dijera Fidel en una viril carta de respuesta al esbirro Salas Cañizares, aparecida en la revista Bohemia el 26 de agosto de 1956.
LA CIA CON FACHADA DE FIRMA COMERCIALLos 82 expedicionarios libraron su primera batalla contra un mar fuerza 6. Al fracasar la compra de la embarcación, Fidel no se quedó con los brazos cruzados y comenzó sus gestiones para adquirir otra que, como se sabe, fue el Granma.
A partir de ese momento la CIA y el Departamento de Defensa norteamericano comprendieron que era inminente la proclamada salida de los revolucionarios rumbo a Cuba.
La citada PT era de alta velocidad, pero en realidad pequeña para el número de los futuros expedicionarios, y se cumplió el sabio refrán de que «no hay mal que por bien no venga».
Se conoce que el dueño del Granma, yate atracado en el río Tuxpan, era el norteamericano Robert B. Erickson, residente en Ciudad de México, pero es poco conocido que aparecía oficialmente, según pruebas documentales, como propiedad de la firma comercial, también norteamericana, Schuylkill Products Company Inc.
Curioso es el hecho de que el 5 de noviembre, el entonces ayudante general del Ejército batistiano, general de brigada Pedro A. Rodríguez Ávila, envió un mensaje confidencial a distintos mandos en el que, entre otros barcos, se incluía el nombre del yate Granma como posible transporte para el traslado a Cuba de los revolucionarios al mando de Fidel y se le calificaba de «sospechoso».
No obstante lo anterior, es más curioso todavía que fue el 16 de noviembre —diez días después del mensaje confidencial de Rodríguez Ávila— que la dictadura «circuló» el Granma por primera vez.
Sépase que Agustín Santamarina, apoderado en México de la Schuylkill Products Company Inc, comunicó al capitán del puerto de Tuxpan el traspaso del Granma a nombre del ciudadano mexicano Antonio del Conde Pontones (el Cuate), quien como se conoce fue un estrecho colaborador de los expedicionarios.
Pero también es muy interesante, y ha sido muy poco divulgado, que agentes de la CIA habían penetrado la referida Schuylkill Products Company Inc. y realizaban con esa fachada un servicio de espionaje que facilitó el hecho de que el Granma fuera detectado y posteriormente «circulado» por las fuerzas armadas de la dictadura.
INVADIR A CUBA PARA ANEXARLALa Schuylkill Products Company Inc. no era nueva en sus relaciones tenebrosas con el «tema Cuba». Existen pruebas de que en 1947, nueve años antes del desembarco del Granma, un nutrido grupo de mercenarios norteamericanos, bajo el disfraz de integrantes de una firma comercial en su territorio continental, adquirieron buques, aviones, armas y equipos de todo tipo para realizar una agresión a La Habana, con el objetivo de anexar Cuba a Estados Unidos.
No hay datos concretos de quiénes en la Schuylkill Products Company Inc. pertenecieron a la tenebrosa Agencia Central de Inteligencia, pero lo que sí puede inferirse de la lectura de El Granma: la aventura del siglo, es que alguno de ellos estuvo vinculado a semejante intención, pues la CIA, incluso mucho antes de que la Revolución triunfara, ya estaba trabajando para tratar de derrocarla.