«Las aguas del Almendares antes de que el hombre moderno ocupara su cuenca eran puras y cristalinas. Hoy grandes trechos de su curso son verdaderas cloacas, sucias, pestilentes y altamente contaminadas», así fotografiaba el fallecido doctor Antonio Núñez Jiménez, diez años atrás, el cauce del río más importante de La Habana.
De entonces acá, el Almendares sigue bastante contaminado; sin embargo, el continuo deterioro a que parecía condenado se ha detenido. El daño ha empezado a revertirse, lentamente, pero de manera firme, según políticas gubernamentales de larga data que han permitido ordenar estrategias de manejo que devuelvan al río su calidad.
Hace una década, el sabio y naturalista cubano dirigió un grupo de científicos que se enrolaron en una expedición a lo largo del principal río habanero, desde su nacimiento hasta su desembocadura, como parte de una decena de iniciativas similares en Cuba y el Caribe.
Luego convocó a la Mesa Redonda Río Almendares S.O.S., en la que lo acompañó el comandante Jesús Montané Oropesa, como una forma de alerta ecológica y de establecer un espacio de intercambio para la búsqueda de soluciones ambientales, entre otros objetivos.
Río Almendares S.O.S. Diez años después, es el taller que durante esta semana se celebra a instancias de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre y el Gran Parque Metropolitano de La Habana, en áreas de este último.
Expertos y directivos de entidades estatales, centros de investigación y universidades han informado en sus presentaciones de los resultados de los últimos años, entre los que se incluye un mayor conocimiento científico y multidisciplinario de la cuenca Almendares-Vento.
También se ha producido una reducción en la contaminación del río y, por consiguiente, la mejora de la calidad de sus aguas, la reforestación de su faja hidrorreguladora y áreas aledañas, y el crecimiento de la educación ambiental entre las comunidades asentadas en sus márgenes, entre otros éxitos.
El ingeniero Juan Mario Junco, del Instituto de Recursos Hidráulicos, expuso los trabajos que se acometen hoy en varias zonas de la capital, como el Cotorro, para el manejo de las aguas negras de unos 400 000 habitantes de la ciudad, y que implicará, en un futuro cercano, construir o mejorar varias plantas de tratamiento de residuales.