La tecla del duende
Esta tecla es para Teresa, muchacha madura de Sancti Spíritus, que escribe cartas de amor y lleva en alto el ángel de la jiribilla. La vida le ha cerrado caminos, y ella, y quienes la quieren, buscan los trillos hacia mañana. Cuenta con nosotros, hasta la alegría, siempre.
Consulta con la almohada. El que supo tener problemas con los bichos emplumados, fue un tal Esporádico Carey, que las gallinas ponían los huevos en pleno vuelo, y él les andaba corriendo abajo con un canasto con algodón en el fondo. Las gallinas se le pusieron voladoras por culpa de un gallo que solía viajar de mascota en la avioneta del fumigador, que les cantaba desde arriba y las ponía medio loquitas, porque lo que tiene la gallina es que le gusta que le arrastren el ala, y con avioneta más. Supo tener un loro, Esporádico, de lo más travieso y conversador. De nombre Rubilar, el loro. Como tenía nombre de persona, andaba compadreando el chueco, y cuando pasaban las bandadas de cotorras se alunaba, porque la cotorra es muy barullenta y amiga del escándalo. Rubilar sabía preferir a las palomas, por eso del arrullo. Una vuelta, a Esporádico Carey se le cruzó una mujer emprendedora, y fue ella y le dijo que iba con buenas intenciones, ella, y que si era gustoso, él, se podían casar, los dos entre sí mismos. Hombre de tomarse su tiempo, Esporádico le dijo que no estaba muy seguro y que lo iba a consultar con la almohada. Y el loro Rubilar lo escuchó... Hombre de acostarse temprano, Esporádico, al rato ya estaba en el catre. Se acomodó, y cuando se puso a pensar en la oferta de la mujer, la almohada va y le dice: «Consúlteme». Esporádico solía consultarla, pero era la primera vez que la almohada lo apuraba con la consulta. Cuando estaba solo, como tantos, Esporádico pensaba en voz alta. Entonces habló de la mujer, de la propuesta, de los pros y de los contras, y al final preguntó: «¿Qué hago?». «Cásate» —dijo la almohada. Al otro día fue y habló con la mujer, y le dijo que sí, que se casaba. El loro pasó unos días fastidiado, porque aquella noche abajo de la almohada le tuvo que soportar a Esporádico un bruto concierto de ronquidos. ¡Justo él, que no le toleraba ni el femenino gritar de la cotorra! (Julio César Castro, Juceca)
El afán por rescatar la memoria de la alfabetización a medio siglo de la gesta sigue creciendo. Casi cerrando nuestro concurso ocurrente, los participantes se han decidido a fundar una tertulia. Será este sábado, a las 10 y 30 a.m., en la Facultad de Comunicación (G e/21 y 23, Vedado). Allí mismo, pero a las 2:00 p.m. tendrá lugar la peña de los capitalinos. Tema: El actor que quisiera ser. / En Holguín, también el sábado, a las 10:00 a.m., la Casa de la Prensa recibirá a los duendes para hablar del humor. Los tuneros han pactado su cita para el domingo, a las 2:00 p.m., en el Centro Huellas. Hablarán de la familia.
Raquelita: No te asustes, y que no te suba la presión, estoy preso, pues me robé tu corazón. J. Antonio