Los que soñamos por la oreja
Tuve el privilegio de conocer personalmente a ese gran guitarrista y músico en sentido general que fuese Mario Daly. Recuerdo que conversamos varias veces sobre música y en particular, acerca de su trabajo, tanto en el rol de compositor como en el de intérprete.
Nunca olvidaré la etapa de fines del decenio de los 70 de la anterior centuria, cuando Mario Daly era integrante de una de las agrupaciones más cautivantes que ha pisado los escenarios cubanos como cultores de lo que se conoce como rock in opposition, estilo desarrollado en Europa por nombres como Henry Cow, Univers Zéro, Etron Fou Leloublan, Stormy Six, Present, Magma y Sammla Mammas Manna. Arte Vivo interpretaba en aquellos años piezas como Catedral, Fanfarria, Transmutación, Sobre un tema de jazz, Punto para un guajiro nuevo, Tiento e Himno 1ra. y 2da. partes.
El desempeño de Mario Daly como instrumentista era tan sobresaliente que, cuando se celebró la primera emisión de un concurso auspiciado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) para jóvenes agrupaciones de música popular (evento en el que como grupo salió triunfador Afrocuba), certamen efectuado en 1978, a él lo escogieron como parte de la formación all stars de la competencia, en la guitarra eléctrica.
Lamentablemente, aquel Arte Vivo fue incomprendido y no recibió el apoyo necesario para su quehacer y en correspondencia con ello, en un momento dado de los 80, Daly y otra integrante del ensemble, la vocalista Tanya Rodríguez se marcharon para dar vida a Monte de Espuma, colectivo con una orientación más fácil de digerir por el público, a partir de interpretar pop rock, en ocasiones incluso con aires latinos y hasta de dudosa calidad. La popularidad de la agrupación fue grande en un momento dado, pero luego decayó y el grupo, ya entrado el período especial, se fue a trabajar a México. Algún tiempo después, Mario Daly retornó a La Habana, donde murió prematuramente.
Por eso, cuando supe que se le preparaba un homenaje discográfico, me sentí contento, porque él se lo merece con creces. Con idea original de Abel Ernesto Águila Cedeño, la producción y dirección musical del prensaje correrían a cargo del experimentado y talentoso tecladista Eddy Cardoza López.
Hoy, por fin, escucho el resultado final del proyecto, un CD y DVD bajo el título de Adiós sin final, en el cual Tanya Rodríguez interpreta Ese hombre está loco y Dulce locura. Por su parte, Carlos Cartaya asume del repertorio activo de Monte de Espuma, los temas Recordaré y Agua de coco; Ernesto Blanco, Ciega y No hay razón; San Franco, Latino y Borrarte de mí; mientras que David Blanco nos entrega Ella mira a todos por igual y Adiós sin final.
Los coros están a cargo de Carlos Cartaya y San Franco, y participa Juan Daniel Marín en el bajo, Javier Aniel Valdez en la batería, guitarras acústica y eléctrica ejecutadas por San Franco, Roberto Miranda, Rolando Morales y Ernesto Blanco; Eddy Cardoza, Carlos Cartaya, Roberto Miranda y San Franco detrás de los teclados, las programaciones y las orquestaciones del material. El álbum transita por los senderos del pop rock.
Justo en la selección de las piezas del disco radica lo que me parece incongruente del álbum. Si se trata de un homenaje a Mario Daly, uno supone que lo que ha de escuchar son versiones de obras compuestas por él y no temas de otros autores, que ciertamente Mario tocó pero que no eran suyos, ni son representativos de la arista más sobresaliente en el quehacer de Daly. Creo que en ese sentido, se resiente por completo la producción discográfica, hecha eso sí con buen gusto y desde la admiración al desaparecido guitarrista, compositor y orquestador. A lo mejor en un futuro cercano, podemos deleitarnos con otro CD tributo al otrora integrante de Arte Vivo y Monte de Espuma, pero concebido desde una perspectiva diferente, digamos que menos comercial, y donde se privilegie el legado composicional de Mario Daly, que nos dejase maravillas de música instrumental, como Romanza para tus ojos.