Los que soñamos por la oreja
Como ya he expresado una que otra vez, una de las cosas que hoy más alegra a quienes confiamos en la banda habanera Ánima Mundi desde sus comienzos, a contrapelo de saber que el circuito cubano ha sido poco o nada propicio para llevar adelante un trabajo como el de ellos, dado que el rock sinfónico o el progresivo nunca ha estado entre los estilos favoritos de nuestro público, es comprobar la tremenda aceptación que a escala internacional ha recibido en años recientes dicha agrupación. Tal reconocimiento en el extranjero es contrastante con la escasa o nula atención que el grupo recibe entre nosotros, tanto por las audiencias como por los medios de comunicación.
Desde que Ánima Mundi editó en noviembre de 2008 el CD Jagannath Orbit a través del sello francés Musea Records, especialistas y seguidores del rock sinfónico y el progresivo en países como Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, Polonia o Japón empezaron a hablar en términos muy elogiosos sobre nuestros compatriotas. Como consecuencia de semejante repercusión, durante 2011, 2012 y 2013 la banda ha realizado giras por el circuito europeo, principal mercado internacional para este tipo de creación sonora. El resultado de semejantes incursiones por el viejo continente puede apreciarse en el doble disco Live in Europe, excelente testimonio del modo en que transcurren las presentaciones de esta banda habanera.
Ahora la tropa encabezada por el guitarrista Roberto Díaz nos entrega un nuevo fonograma, el álbum titulado The Lamplighter. De cierto modo, pienso que este trabajo es una continuación del CD anterior de la agrupación, el denominado The Way. En esta producción independiente, Ánima Mundi sigue en la línea del rock sinfónico, con muchas influencias de lo que en la corriente se hiciera allá por el decenio de los 70 de la pasada centuria.
Así, el repertorio incluido en el disco está integrado por dos suites (cada una de cuatro partes), más un epílogo o coda. La primera suite, The Lamplighter, está armada por las piezas On earth beneath the stars, The call and farewell song, Light the lantern of your heart y The human house. Esta obra representa la cara más sinfónica de todo el fonograma y se destaca también por el sentido conceptual que posee y que nos transmite a su vez una filosofía de vida.
Por su parte, la segunda de las suites, es decir, Tales from the endless star, se compone por los cortes The dream child behind the mask, The return part 1, Endless star y The return part 2. Si comparamos esta con la anterior, aquí encontraremos una sonoridad un tanto más agresiva, en especial en determinados pasajes de la guitarra. Por último, el epílogo, o sea, His majesty love, es un tema que sobresale por la complejidad de su estructura morfológica.
En conjunto, si bien la guitarra de Roberto Díaz continúa desempeñando rol protagónico en cuanto a los solos en el álbum, uno de los aspectos que en el reciente fonograma de Ánima Mundi más capta mi atención viene dado por la utilización de los teclados, en los que hay una riqueza de texturas, colores y timbres, superior a lo que la misma tecladista Virginia Peraza había hecho en los anteriores discos de la banda.
También resulta de obligatoria mención la incorporación en la alineación del grupo de un nuevo vocalista, Enmanuel Pirko-Farrath, músico de formación académica y que reemplaza como cantante en el ensamble a Carlos Sosa. La voz de Emmanuel (dentro de los parámetros de un barítono), atípica en el contexto cubano del rock, se mueve con soltura por registros graves y me hace evocar a figuras legendarias del rock sinfónico al estilo del mítico Peter Gabriel.
Completan la nómina del colectivo el bajista Yaroski Corredera y José Manuel Govín en la batería, instrumentistas que aportan una sólida base rítmica a una de las agrupaciones de mayor trascendencia en el devenir del rock en Cuba y que, por su accionar discográfico y en festivales europeos, se ha convertido en noticia en prestigiosas revistas musicales de todo el orbe, al margen de que para las audiencias de nuestro país y para la mayoría de los medios cubanos de comunicación sean unos desconocidos. ¡Qué lástima!