Los que soñamos por la oreja
Tras un período en que la escena del rock y el metal en Cuba se vio caracterizada por el predominio de propuestas homogéneas y de orientación hacia las sonoridades extremas, al parecer comienza a abrirse paso una etapa en la que podemos encontrar una mayor variedad de propuestas estilísticas.
Una de las tendencias que está floreciendo últimamente es la relacionada con el pop rock. Justo en ese contexto es que se inscribe el quehacer del ensemble habanero Alisson. Durante la anterior emisión del concurso Cubademo, evento auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz de la capital cubana, uno de los trabajos que más captó la atención de los que participamos como jurado en la competencia fue el llevado a cabo por esta banda. Recuerdo que no escasearon los comentarios elogiosos a propósito del buen gusto y la frescura que transmite la obra de Alisson, en la que también se percibe la vivificante influencia del punk contemporáneo, por algunos conocido como light punk.
Con cierto tiempo de retraso, me llega un material grabado por ellos bajo el rótulo de Sin dirección, registrado en 2010 por una alineación que por entonces conformaban el guitarrista y vocalista Adrián Mena, José Ochoa al bajo (director del piquete), el guitarra líder Ignacio Erraste y el baterista Jorge González. Predominan aquí los temas con una voz melódica, ajustados coros, fuerte presencia de las guitarras y un tiempo bien marchoso, como para enganchar a la fanaticada de inmediato.
Téngase en cuenta que este estilo se dirige en lo fundamental a audiencias conformadas por adolescentes o chicas y chicos ubicados desde el punto de vista etáreo en la primera juventud. Así, los aires pegadizos se perciben en cortes como Desde que no estás, Se te olvidó, Follow me y Sin dirección, que sirve para dar nombre al material. Ya en lo concerniente a los textos, como cualquiera podrá imaginar, estos evitan la más mínima complicación y son de los tantos que hablan de amor y desamor, pero sin buscar profundidades filosóficas en el abordaje del asunto.
Otro reciente trabajo musical ubicable en la estética sonora del pop rock facturado por cubanos y que en particular ha captado mi atención es el llevado a cabo por la reformación del grupo Cetros, banda que en el decenio de los 90 de la anterior centuria, llegó incluso a registrar un fonograma con la Egrem.
Ahora, en su nueva formación, Cetros reaparece de la mano de un antiguo integrante del ensemble, el bajista Tamayo, quien se hace acompañar por artistas como el veterano vocalista y armonista Keko Fajardo. Ellos dos son el núcleo alrededor del cual se estructura una propuesta que, si bien apela a la utilización de elementos de disímiles estilos, posee como columna central los componentes típicos del pop rock.
Música de esa que se deja escuchar sin ninguna dificultad para el oyente promedio y no adaptado a complejidades armónicas, melódicas y rítmicas, sin la menor discusión puede asegurarse que está resuelta con elegancia y buen gusto por parte de sus hacedores. Son canciones que se disfrutan a partir de cadencias esperadas y estribillos de los que se desvanecen. Es una obra que de algún modo tiene un sesgo nostálgico, pues en uno y otro pasaje nos trae reminiscencias de cosas escuchadas con anterioridad y que son componentes de nuestra personal banda sonora.
Temas como Rock and roll sin contenido, La carroza, Estrella fugaz, Solos, Viento gitano o el que da nombre al fonograma debut de la agrupación, Más que ayer, podrían convertirse en verdaderos éxitos radiales y televisivos si tales cortes figurasen de forma sistemática en las parrillas de programación de nuestros medios de comunicación. Con este CD, Cetros nos regala un material que, si bien conscientemente sabemos que pudiera ser efímero, es muy grato escuchar mientras realizamos un largo viaje por carretera o en una reunión entre amigos. Y esa, a no dudar, también resulta una de las importantes funciones que cumple la música.
En fin, trabajos musicales que de haberse promocionado de forma sistemática, habrían sido éxitos entre los más jóvenes, pues ambas propuestas, sin ser nada excepcional, ofrecen un aire fresco a la escena de rock y metal en Cuba, y eso es más que suficiente.