Frente al espejo
El comentario «Gramsci y las “cosas de intelectuales”», publicado por este diario en la edición dominical del pasado 10 de agosto, suscitó disímiles interpretaciones.
Detrás de este, sin embargo, solo estuvieron nobles propósitos de una joven profesional que no pretendía empequeñecer la labor de los intelectuales ni exagerar el rol de quienes dan su aporte a la sociedad desde otras trincheras; y la limitación de los editores para vislumbrar las distorsiones que podría despertar el enfoque.
La promoción del movimiento intelectual y del pensamiento cubano, y el enriquecimiento de la vida espiritual del país han sido parte insoslayable del horizonte editorial de este diario, desde que el 21 de octubre de 1965 surgiera como un periódico destinado a la juventud, con cosas que le interesen a la juventud, pero que debía tratar de ser un periódico de calidad y que lo que aquí se escribiera pudiera interesar también a todos los demás: a los jóvenes honorarios o a aquellos que no tienen el título de jóvenes honorarios, según lo definió el líder de la Revolución, Fidel Castro, durante su discurso por el quinto aniversario de la integración del Movimiento Juvenil Cubano.
Más allá de los espacios habituales que la publicación siempre fijó, como otras del país, para los temas de la cultura y la identidad nacionales, en los que a lo largo de estos casi 50 años siempre se ponderó la labor de los intelectuales, en las páginas de Juventud Rebelde siempre han encontrado aliento las iniciativas que apuntan a la cultura como lo primero a salvar, como lo definiera Fidel, y al resguardo moral y espiritual de la nación.
Tampoco ha faltado una visión integral de ella y el interés de compartirla con los lectores, pese a limitaciones de espacio y circunstancias editoriales.
Juventud Rebelde apuesta a lograr un mejor periodismo, que haga más efectivo su papel social, que acompañe al pueblo, y que honre los conceptos martianos sobre la profesión, así como a enfrentar los retos de la globalización neoliberal y perfeccionar nuestras propuestas de alternativa en materia de información y comunicación, con la cultura como espada y escudo.
En el editorial que anunciaba el regreso a la salida diaria, tras los difíciles días del Período Especial, postulamos también que retornábamos como una gran dependencia de nuestra historia, de nuestro pueblo, de nuestras tradiciones más genuinas y valederas, de nuestra Revolución: «Regresamos en rebeldía contra los vagos físicos y mentales», afirmamos entonces; ahora ofrecemos disculpas si con algún desliz faltamos a ese enunciado.