Frente al espejo
«Bienvenido el artículo Volver a casa (Osviel Castro Medel, 12 de agosto). Recuerdo que siempre se valoró el primer lugar, y en ocasiones podía verse en las imágenes de la premiación al cubano que no había alcanzado la gloria con la cara de la frustración. Hay que aprender a valorar el esfuerzo…». (Rolando)
«La anécdota de Eduardo Heras León corrigiendo errores y descubriendo fallas en el sistema de tiro coheteril soviético ya la había escuchado, así como su importante papel en Girón, algo que nunca he visto escrito hasta ahora (El día del Chino Heras, Luis Raúl Vázquez, 6 de agosto). Ojalá Luis lo escribiera. Mil honores para el Chino y a su edad. Muy buen artículo; necesitamos más así...». (Harold Cárdenas)
«Amigo Ciro: Escribir sobre la historia final de un hombre que es todo una leyenda, como es el caso del General Antonio Maceo y Grajales, no resulta tarea fácil, pero usted lo logró en las dos entregas y —lo más importante— detallada y amenamente (Cómo murió Antonio Maceo I y II, Ciro Bianchi Ross, página de Lectura, domingos 1ro. y 8 de agosto). Reciba mis humildes felicitaciones». (Modesto Reyes Canto)
«Estimado Amaury: A pesar de ser una sistemática lectora de tu sección Informática y nuevas Tecnologías, que considero excelente, nunca te lo había expresado. Ahora leo el artículo del 29 de julio (El guardián de la PC) y me siento en la necesidad de agradecerte por este y por tantos escritos tuyos tan acertados, y que aportan tanto para quienes nos resulta ya indispensable la moderna tecnología de la computación, aunque no seamos técnicos en la materia. Gracias y continúa enriqueciendo nuestros modestos conocimientos para trabajar mejor y con más eficiencia y seguridad». (Walkyria Cao)
«Muchas veces me he preguntado, porque lo viví, cómo era posible que hace muchos años, personas que no iban ni a la escuela, que no escuchaban la radio, porque no la tenían o ni siquiera electricidad u otros medios para comunicarse o “recibir” la buena educación que suelen trasladarnos, no siempre, los medios, podían saludar respetuosamente, dirigirse a una persona con la mayor cortesía, repudiar en su conjunto el “mal hablar”, (¡Oh, qué pena!, Hugo Rius, 13 de agosto) y no me refiero, no, a faltas de ortografía verbales —mi abuela decía en vez de turbonada, “trebunada”, pero era un encanto de lenguaje puro. De verdad que hay personitas que entre gestos y lenguaje, tienen un excelente parecido a un excusado». (Fernando López)