Acuse de recibo
El ingeniero ferroviario Carlos Sanz Guerra, jubilado de los Talleres Ferroviarios de Camagüey, y residente en el Edificio Doce Plantas, apto. K5, en el reparto La Vigía de esa ciudad, formó parte del equipo de especialistas que, en febrero de 2022, concluyó con gran entusiasmo la ruta crítica de un proyecto de conversión de un ómnibus Yutong ya descontinuado en un ferrobús, por indicaciones de Ferrocarriles de Cuba; como inicio de una experiencia alternativa para fortalecer sobre los rieles el acceso a regiones apartadas del país.
Dicha obra, explica Sanz, fue coordinada a ejecutar en conjunto con la Empresa Provincial de Transporte del Poder Popular de Camagüey. Pero el equipo, desde entonces, no ha podido iniciar su etapa de prueba técnica en espera de su arranque, debido a la ausencia de algunos componentes del motor que faltan.
«Mi criterio, asevera el experimentado ingeniero, es que se trata de una obra huérfana. Y mientras continúe sin un seguimiento ni pronósticos de conclusión, seguirá pasando el tiempo (ya son tres años) sin poder obtener los beneficios esperados».
La iniciativa y el ingenio de un grupo de especialistas, técnicos y trabajadores ferroviarios, que de coronarse traería ventajas en la transportación al país y abriría un camino de recuperación de medios ociosos, como se ha hecho con los ómnibus Diana, languidece en la incertidumbre.
Y ello duele a esos hombres que no creyeron en imposibles cuando les plantearon la misión. Por ahí anda un reportaje de alerta del respetado periodista Eduardo Labrada Rodríguez, del periódico camagüeyano Adelante, publicado el 23 de julio de 2022. Y desde entonces todo sigue igual. ¿El óxido del olvido inutilizará tan ingenioso empeño?
El fiel y activo lector de esta columna, Luis Gutiérrez Urdaneta, ha puesto su colimador analítico sobre la ágil y esmerada misión de Jorge Mieres Orta, jefe del Departamento de Atención a la Población del Ministerio de Energía y Minas (Minem).
«Jorge, afirma, ha sido un ejemplo de funcionario, con su preocupación, ocupación y seguimiento de los problemas que nos afectan. Hoy quiero compartir anécdotas que muestran que él se toma muy en serio su trabajo de servidor público, no solo cuando se publica algo referente a su organismo.
«Hace unos meses dirigí una carta a dos altos funcionarios del Minem, solicitando aclaraciones sobre una política en el desarrollo de las fuentes renovables de energía. Como es común, el silencio, la indiferencia y el “peloteo” fueron la respuesta. Hasta que me dirigí a Jorge Mieres a través del correo electrónico.
«Enseguida la pelota dejó de caer en terreno de nadie y apareció la esperada respuesta aclaratoria de un funcionario de la Unión Eléctrica.
«La otra historia es que en San Miguel del Padrón, donde resido, a pesar de la contingencia energética, era común que muchas luminarias del alumbrado público, ante la vista de todos, permanecieran encendidas las 24 horas.
«Llamé repetidas veces al 1888. La respuesta fue similar a los de los altos funcionarios del Minem: indiferencia. Hasta que nuevamente apelé a Jorge del Minem. Como por arte de magia, las luminarias que durante meses estuvieron encendidas todo el día, comenzaron a apagarse de día. No fue magia. Fue vergüenza.
«Compañeros como Jorge Mieres nos dan esperanza. Esperemos que su ejemplo sea seguido por sus colegas de otras instituciones cubanas. Le deseo a Jorge mucha salud en 2024. Mucha falta nos hace que su ejemplo se multiplique. En eso también le va la vida a la Revolución», concluye.
Y la carta de Luis no podía ser más oportuna, en momentos en que el Parlamento cubano acaba de aprobar una Ley del Sistema de Atención a las Quejas y Peticiones de las Personas, para fortalecer el respeto y la sensibilidad institucionales con los estados de opinión de la ciudadanía.
En efecto, puedo asegurar que Jorge Mieres Orta es un ejemplo de consagración a su responsabilidad, ante las quejas sobre el Ministerio de Energía y Minas y sus diversas instituciones. Es el modelo de servidor público que necesitamos, siempre dando la cara y empeñando su palabra por el soberano en esta columna. Me afilio a ese elogio.