Acuse de recibo
Eglyss Pozo Machado escribe desde la calle 26, entre 103 y 103 B, en el reparto La Magdalena del municipio capitalino de Cotorro, para denunciar que allí desde diciembre pasado presentan graves problemas con el abasto de agua, y con la atención al respecto y la falta de información precisa y de acometividad por parte de Aguas de La Habana y del Gobierno municipal.
«Primeramente nos han cambiado los horarios, manifiesta, y son pocas horas que se puede disfrutar del servicio. Además, el agua llega con poca fuerza, por no decir ninguna. Por ejemplo, los que viven en bajos no les sube el agua ni a los fregaderos. Imaginen qué sucede conmigo».
Refiere que en reiteradas ocasiones ha llamado al acueducto del municipio. Y cada vez que lo hace, es como si desconocieran la situación. Siempre es la misma respuesta: Vamos a revisar, porque no hay problemas. Hasta varios vecinos se han presentado para dar su queja sin resultado alguno.
En enero pasado Eglyss se presentó en Atención a la Población del Poder Popular en el municipio y planteó su queja. Y aún está esperando por que la contacten para darle una respuesta. También fue al Partido municipal, y quien la atendió delante de ella contactó con el Director del acueducto, quien respondió que lo que afectaba esa zona era un salidero.
«Lo que me indigna, afirma, es la mentira. Porque días después vuelvo a llamar al acueducto y la respuesta no fue esa. Quien me atendió me dijo: Vamos a revisar, dígame su dirección. Lo considero irrespetuoso, porque si tienen identificada una avería, tienen que tener conocimiento todos lo que atienden la población. No que cada vez que se llame las respuestas sean diversas. Para mí es una burla».
Precisa Eglyss que cuando las personas publican sus problemas en las redes sociales, ahí sí aparecen todos para dar respuestas. En tal sentido, considera que no hay necesidad cuando se tienen los canales pertinentes para que se solucionen las dificultades. Y lo dice porque cree que la causa no es material, sino depende del factor humano. Y si no están capacitados para realizar su trabajo que renuncien, enfatiza.
El 17 de febrero Eglyss llamó a Aguas de La Habana y a través de la extensión 1 530 formuló una queja con lo antes expuesto. Le indicaron que esperara ser contactada. Quince días después ella contactó de nuevo con dicha entidad para conocer el tiempo de gestión y respuestas de las quejas, pues no la habían llamado aún. Y la compañera que tomó la queja le dijo que acueducto le informó que enviarían una pipa.
«Incierto, señala, aún estoy esperando. Una vez más me molesto, porque al parecer Aguas de La Habana olvidó la esencia de mi queja, porque en ningún momento hizo referencia a lo planteado. Realmente no sé a quién acudir. Estoy perdida, lamentablemente», concluye.
El pasado 28 de febrero me escribió Luis Columbié Digurnet desde Ricardo Rizo No. 75, en Alto Songo, provincia de Santiago de Cuba, para denunciar lo que considera una injusticia y una violación de la legislación laboral.
Refiere que él era trabajador de la unidad Rancho Chico de la Empresa Municipal de Comercio y Gastronomía de Songo la Maya. Y en noviembre de 2022, la jefa de Recursos Humanos comunicó que iban a cerrar esa unidad, porque desde el 23 de septiembre no reportaba ventas, y los que allí laboran quedarían sin trabajo y sin salario.
De esa medida, significa Luis, «nosotros dudamos, porque sí vendíamos; lo que sucedió es que el nuevo Administrador no depositaba el dinero de las ventas».
Y añade que «unido a esto, la unidad pasó a un proceso de licitación desde el mes de noviembre, y ya se está acabando febrero, la unidad sigue cerrada, y los trabajadores sin salario, desempleados y desprotegidos», termina.
Evidentemente, cualquier proceso de extinción de una entidad laboral a otra forma de gestión requiere un proceso de análisis con los trabajadores y un tratamiento con cierta protección. No puede ser al estilo de un úkase y boca abajo todo el mundo. Ese no debe ser el estilo de una administración socialista.