Acuse de recibo
Lázaro E. Suárez Suárez (calle 284, No. 508, entre 5ta. y 7ma., Santa Fe, Playa, La Habana) denuncia en su carta que en la avenida 7ma., entre 284 y 294, hay sendas fosas de dos edificios vertiendo sus aguas negras y hedores.
Esa sucia confluencia desciende por la avenida y converge en la única alcantarilla existente en la calle 284, la que, por falta de limpieza, casi siempre está tupida (¿casualidad o causalidad?). El problema, manifiesta, se agrava cuando dice a llover, y aquello se convierte en una laguna por la que deben transitar los vehículos.
Como si fuera poco, por la orilla de la acera norte de la avenida se encuentra la tubería que distribuye el agua a la población. Y en la intersección de la avenida 7ma. y calle 284, desde hace varios años hay un pequeño hueco, justo encima de esa conductora, que es una piscina los días en que se abre la válvula maestra de distribución del agua.
Esa agua, precisa, se contamina con las aguas negras de las fosas, y al día siguiente cuando se cierra esa llave de distribución, son succionadas por ese tubo que se ramifica hacia cada una de las viviendas. ¡Tamaño peligro!
El hueco justo encima de la conductora de agua, ya casi llega al medio de la avenida. ¡Y hay que escuchar los golpes de los vehículos al caer en esa furnia! Además de las constantes roturas que ocasiona a los vehículos, en cualquier momento puede ocurrir un accidente.
Como complemento, Lázaro señala que esa avenida es la ruta habitual para el tránsito de delegaciones de alto nivel, en visitas a la Escuela Latinoamericana de Medicina, a la Zona Económica de Desarrollo Mariel o al mismo aeropuerto de Baracoa.
«Los vecinos somos los que limpiamos las calles y destupimos las alcantarillas, así como rellenamos con escombros el mencionado hueco. Llevamos años planteando lo mismo, pero todo sigue en un punto muerto», concluye.
Y lo más preocupante de esta denuncia, como de otras que aparecen aquí, es precisamente que los reclamos de los ciudadanos a las entidades e instituciones obligadas a atenderlos, solucionarlos y explicarles, permanezcan en ese punto muerto… hasta que se publiquen. Y a veces ni así.
El pasado 18 de agosto, desde Santa Cruz del Sur, en Camagüey, Lorenzo Isaac Vidal contaba aquí que, con 41 años de trabajo acumulados, en enero de 2022 la cooperativa de producción agropecuaria Julio A. Mella presentó su solicitud de jubilación en la filial municipal del Inass, pues había laborado hasta el 31 de diciembre de 2021. Y según la tramitadora, la pensión saldría con 2 346 pesos.
En marzo se entregó su expediente al Inass provincial. Él volvió por el Inass municipal, y entonces le dijeron que su pensión iba a ser de 2052 pesos, pues no se iba a tomar el salario correspondiente a 2021.
«¿Para quién laboré entonces en 2021? ¿Por qué entonces tuve que esperar a cerrar el 2021 para disfrutar los beneficios salariales de este año? ¿Por qué no se me tomó en cuenta el 2021?», concluía.
Al respecto, responde Benito Rey González, director de Pensiones del Instituto Nacional de Seguridad Social (Inass), que Lorenzo tenía razón en su planteamiento. Y en tal sentido, mediante Resolución No. 720 de fecha 27 de agosto de 2022, se modifica la cuantía de su pensión de 2052 pesos mensuales a 2345.20. Y se incluye en la primera mensualidad la cantidad de 1759.20 pesos por concepto de diferencia desde el 1ro. de abril de 2022 hasta el 30 de septiembre de 2022.
El funcionario ofrece disculpas por las molestias ocasionadas, y comunica que «se adoptaron las medidas necesarias para que no se repitan situaciones como estas, que afectan a los beneficiarios y la imagen de nuestra institución», concluye.
Agradezco la respuesta y la rectificación, y solo lamento que no se precisen las medidas adoptadas y con quiénes; porque evidentemente alguien en el Inass es el responsable de que Lorenzo devengara menor monto de pensión, si no llega a escribir a esta sección y además no se hubiera publicado su reclamo.