Acuse de recibo
A esta columna nada humano le es ajeno, por eso el pasado 12 de mayo reseñé aquí lo que Yuliana Pérez Hurtado contó desde la ciudad de Santa Clara con desesperación: su niña de nueve años sufría constante acoso (bullying) de dos muchachos más grandes, uno de 11 años y otra de 14, ambos hermanos.
La situación venía ya desde hacía tiempo. Y aunque la madre fue a la Policía y lo había tratado con la Dirección de Menores, no se resolvía. Habló con el jefe de Sector de la Policía y todo seguía igual. Como uno de los acosadores estaba en la escuela de su hija, Yuliana incluso la cambió de colegio. Y continuaron molestando a la pequeña.
«Mi niña, dice, no puede salir de mi casa a un parquecito junto al edificio; porque si la ven le dicen cosas, la ofenden y no pasa nada. La Policía me dice que debo llevar evidencia de un video, que ilustre lo que sucede. Un día le va a pasar algo a mi hija. No toman en cuenta que la acosadora tiene 14 años y su novio, de la misma edad, también hace lo mismo. Estoy desesperada y no sé qué hacer», concluía la madre.
Y este redactor expresaba: «Lo que sí sería inaceptable es que esa madre no encontrara en la comunidad un alma sensible y con suficiente autoridad para hacer justicia y desmontar definitivamente esas bravuconadas… implicando a los padres de los acosadores».
Al respecto, el pasado 8 de agosto recibimos la respuesta de Yansy Díaz Jiménez, coordinador de Programas y Objetivos de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Santa Clara. En ella, el funcionario afirma que al ser citada a su oficina, la madre de la niña indicó que el caso ya estaba solucionado, pues a los estudiantes que molestaban a su hija les levantaron actas de advertencias en presencia de los padres, por los oficiales de la Policía y el Jefe del sector.
Añade que se les advirtió que, de continuar con tal proceder, serían notificados por oficiales de Menores. Y precisa que la propia Yuliana les planteó que había enviado un correo de agradecimiento a Juventud Rebelde por la mediación que se logró con la publicación de su carta (ciertamente, recibí esa carta plena de gratitud de la madre, pero estaba esperando una respuesta institucional).
Aunque algo tardía, agradezco la respuesta de Yansy. Y de más está decir que alegra mucho la paz para esa niña y su familia. Lo que sí llama la atención es que tuvo que publicarse la denuncia para que se neutralizara el acoso, a pesar de las denuncias a la Policía, al propio jefe de Sector y en Menores de Santa Clara.
¿Por qué no actuaron las autoridades cuando tenían que haberlo hecho? ¿Por qué no han respondido nada al respecto?
El investigador, escritor y cronista de la música cubana Rafael Lam (calle 19, no. 208, entre J y K, Vedado, La Habana) alerta sobre dos problemas a resolver a toda costa.
Uno, dice, es la enorme cantidad de casas, especialmente en el Vedado (zona protegida, de litoral turístico), donde hay espaciosos portales llenos de escombros, que colman también aceras, balcones y hasta techos que se ven desde abajo. Con solo dictar una ordenanza y cumplirla, se resolvería el problema.
El otro asunto es que La Habana está llena de autos destartalados, chocados e inservibles, parqueados en sus calles, como una nota de fealdad y desaliño. En esas ruinas de carros, indica, se deposita la basura, pululan los ratones y vectores que provocan el dengue y otras enfermedades.
Lam se pronuncia por una batida a esos amasijos de la vía pública, sobre todo por la terrible impresión que causa ante el turismo extranjero. Y también por respeto a los habaneros, añade este redactor.