Acuse de recibo
El pasado 18 de marzo, desde Bartolomé Masó, provincia de Granma, Gleidis González Díaz, enfermera de un consultorio adscrito al policlínico Bartolomé Masó refería aquí una historia de desestímulo que le dolió.
Contaba que asumió misiones en la zona roja de atención a pacientes con COVID-19, con no pocos sacrificios. Y cuando en Bartolomé Masó se asignaron 25 ciclos para niños en medio de tantas carencias, el Consejo de la Administración Municipal decidió vendérselos a trabajadores destacados de la Salud y otros sectores, con plazo hasta el 3 de marzo para su compra.
El 2 de marzo, decía, se hizo una reunión extraordinaria para decidir a quiénes se los asignaban. Se confeccionó un listado oficial con nombre y apellidos y número de carné de identidad de los seleccionados. En ese listado estaba Gleidis. Pero no le avisaron ni por parte de la dirección del policlínico ni por el Sindicato. Se enteró el 4 de marzo de manera informal. Habló con la secretaria del Sindicato de la Salud, quien le indicó que no fuera a comprar el ciclo, pues ya los habían vendido el 3 de marzo. El esposo de Gleidis habló con el Director municipal de Salud, quien le dijo que la decisión tomada en la reunión era que si el 3 de marzo no los habían comprado, se vendieran a cualquier persona. Decisión con la que ella no comulgó, por supuesto.
«Lo primero era comunicármelo a tiempo, decía. Lo segundo, que si no me presentaba a comprarlo antes del 3 de marzo, había que revisar las causas por las que no había ido, y no vender la bicicleta a cualquier persona. Mi área de trabajo tiene teléfono, que se conoce en el policlínico. Y laboro a menos de cien metros de la tienda donde se vendieron», afirmaba.
El 5 de marzo Gleidis se comunicó con el Gobierno Municipal. Y la Intendente le respondió que ella había emitido una carta con indicación clara: había que comprar la bicicleta en la fecha establecida. Fue entonces a la tienda, y según la administradora, un grupo de inspectores le iba a imponer una multa si tenía allí los ciclos después del 3 de marzo.
Gleidis elevó la queja a la oficina del Gobernador provincial, donde plantearon que tramitarían la queja con la Intendente. El esposo de Gleidis se comunicó con la jefa de despacho de la Directora provincial de Salud: La respuesta fue que como esos artículos no habían entrado por Salud Pública, ellos nada tenían que ver con el asunto.
«No se respetó mi condición de madre trabajadora, dice. Y por mis méritos y buen desempeño en este duro período que enfrenté, se debió valorar más mis sacrificios. Es incomprensible que alguien que no se merezca ese reconocimiento se haya apropiado del artículo. Y lo más asombroso es que la administradora de la tienda plantea que no aparece el listado ni conoce la persona a la que se le vendió la bicicleta que me correspondía. Es evidente que algo se esconde. No concibo que cosas como esta ocurran, cuando nuestro Gobierno aboga por la protección a los trabajadores y por la transparencia», concluía.
Al respecto, envía Marbelis Martínez Blanco, intendente de Bartolomé Masó, copìa de la respuesta enviada a Gleidis, en la cual confirma que los 25 ciclos para niños se acordó distribuirlos por algunos sectores para que, de conjunto administración con sindicato los seleccionaran, dando un plazo para su adquisición hasta el día 3 de marzo del año en curso.
Le recuerda a Gleidis que en un despacho sostenido con ella el 7 de marzo, le explicó que debía realizar la reclamación a los responsables en la administración y el sindicato de su centro. No obstante, agrega que en intercambio con el director de la entidad y la secretaria de la sección sindical, «se corroboró que el proceso no se hizo del todo bien porque no aseguraron el aviso a tiempo, incidiendo en que usted (Gleidis) no lo conociera y se presentara cuatro días después de la fecha acordada para la venta del producto».
Añade que «de lo anterior se hizo el análisis y se tomaron las medidas, pero ciertamente no hubo el recurso para poder restituir el daño ocasionado; por lo que declaramos su queja con razón y no solucionada. Y la respuesta fue ofrecida a usted, que quedó inconforme».
Claro que tiene que estar inconforme. Si bien fue justa la decisión de entregar los ciclos a trabajadores destacados, ¿cómo es posible que se dieran apenas horas para adquirirlos, como si fueran pollos que se descongelan? Y lo peor: ¿por qué la administración y el sindicato del policlínico no le avisaron a Gleidis? Eso no queda claro, como tampoco se especifica qué análisis se hizo y qué medidas se adoptaron. ¿A quién le vendieron el ciclo que le correspondía a Gleidis? Lo cierto es que se cometió una injusticia, y eso lo constataron muchos funcionarios, hasta el nivel provincial. Triste e imperdonable, más allá del valor de un ciclo. Eso no se hace.