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¿Cerrar o abrir con precaución?

Desde el poblado de Agramonte, en el municipio matancero de Jagüey Grande, Yaniel Travieso Vargas expresa su desacuerdo con una decisión de la Dirección Municipal de Salud (DMS) que, en su criterio, «está tan alejada de la voluntad del Estado cubano de mantener al alcance de la mano y para todos en el momento oportuno la calidad de los servicios de salud».

Yaniel, quien reside en Pepe Roque no. 100ª1, entre General Gómez y Eduardo R. Chibás, en ese poblado, cuenta que el 7 de mayo pasado su padre sufrió un ictus (accidente cerebro vascular), que le dejó como secuela una hemiplejia del lado izquierdo. Médicos y fisioterapeutas que lo han evaluado precisan que esa dolencia solo puede ser corregida en las salas de fisioterapia que el Gobierno creó y equipó en todo el país, con el personal necesario.

Según Yaniel, eso no ha sido posible allí, pues la DMS mantiene cerrada la sala de fisioterapia de Agramonte por la COVID-19, y la intención es abrir la de la cabecera municipal.

«Se podrá imaginar, dice, que tres veces a la semana haya que mover a una persona con tal discapacidad en un carro particular, sin los medios para hacerlo. La distancia es de 21 kilómetros desde Agramonte hasta Jagüey. Además, con un sillón de ruedas.

«Me remito a usted transmitiendo el mal que aqueja a un ciudadano cubano que tiene 60 años de edad, profesor de la Universidad Camilo Cienfuegos de Matanzas en la especialidad de Inglés. Y según criterio de los especialistas, son vitales los tres primeros meses para poderlo reincorporar a la sociedad y por consiguiente a sus labores diarias. Mi petición es que se pueda reabrir la sala en cuestión. Aunque mi padre sea atendido por un licenciado en fisioterapia tres veces a la semana, requiere de los equipos de la propia sala para complementar los ejercicios físicos», concluye.

Y este redactor añade: ¿Podrá esa familia costear y garantizar el traslado tres veces a la semana del paciente desde Agramonte hasta Jagüey Grande? ¿No hay más peligro de potencial contagio de la COVID-19 en ese complejo trayecto? ¿Tomando todas las medidas de precaución, la sala de Agramonte no pudiera funcionar así como la de Jagüey?

¿Quién lo ayuda ahora?

Luis Larrudet Solórzano (calle 8 no. 40, reparto Pueblo Viejo, Jesús Menéndez, Las Tunas) cuenta que el pasado 8 de abril fueron a su casa dos técnicos de la Empresa Eléctrica a cambiar de lugar el reloj contador y el catao. Y en el proceso de instalación, se hizo el empate del cable que lleva la corriente desde el poste cercano hasta su casa. Y una vez concluida la labor, los técnicos se retiraron sin avisarle que el trabajo había concluido.

Cuál no sería su asombro cuando detectó que el refrigerador no funcionaba. Buscó a alguien que supiera decirle el porqué de la anomalía. Y quien revisó el equipo le dijo que la máquina se había quemado debido a problemas con la electricidad, específicamente por el mal empate que se hizo en el cable desde el poste a su reloj contador.

Luis fue a la oficina de la Empresa Eléctrica en su municipio. Allí el segundo jefe le comunicó que tal reclamación no tenía lugar porque habían transcurrido más de 72 horas del suceso.

«Bien, dice, debe cumplirse con lo establecido. Pero me pregunto: ¿cómo sé que el trabajo fue satisfactorio, si los técnicos que lo realizaron se fueron sin avisarme ni se comprobó el resultado final ante mi presencia como cliente?

«Ahora que me quedé sin refrigerador, ¿quién defiende mi derecho? ¿Quién acude en mi auxilio? ¿De dónde saco el dinero que necesitaría para comprarme una nueva máquina para mi refrigerador, si es que pudiera conseguirla? ¿Cuánto me costaría su puesta en marcha?

«Soy un viejo trabajador de la industria azucarera a la que dediqué lo mejor de mí durante más de 50 años en el ya desaparecido central Jesús Menéndez, revolucionario y fidelista ciento por ciento. Las gavetas de mi escaparate están llenas de reconocimientos y diplomas que así lo atestiguan; estímulos que me gané con el durísimo trabajo en la industria azucarera. A mis 84 años de vida, y con las limitaciones físicas que padezco, no tengo a quien acudir para que me ayude con este problema», concluye.

 

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