Acuse de recibo
María Caridad Chirino Echarte (calle 30, No. 4710, entre 47 y 49, Nueva Gerona, Isla de la Juventud) no oculta su asombro con lo sucedido el pasado 18 de diciembre en la agencia de reservaciones de pasajes de Viajero, sita en la calle 31, entre 22 y 24, en esa ciudad.
Refiere que tras varios días en cola allí para reservar pasaje de retorno La Habana-Nueva Gerona, ese 18 se inició la venta. La agencia abrió a las 8:30 a.m.:
Ella era la tercera, y solo alcanzaron pasajes las dos primeras personas de la cola. Cuando la atendieron, diez minutos después de la apertura, ya no alcanzó.
«Me pregunto cómo es posible que suceda —dice— si cada embarcación Gerona-Batabanó tiene capacidad para 237 pasajeros. Entiendo que muchos son adquiridos a través de la aplicación Viajando, que también comienza su venta a las 8:30 a.m. Mi esposo se conectó a esa hora y la respuesta de la aplicación fue que no había capacidades disponibles.
¿Qué sucedió con los pasajes? No estoy en contra de que se vendan por dicha aplicación, pero este no fue el caso. Además, se debe tener en cuenta que hay muchas personas que no tienen la posibilidad de tener un celular. Sería bueno que de las 237 capacidades, al menos se dejaran cien para venderlas por las agencias. ¿Qué objetivo tiene operar varias agencias, que no pueden cumplir con el objetivo para el que fueron creadas? Según pude averiguar, esta situación ha ocurrido varias veces», concluye.
Blanca Anania Rabí cuenta que, aunque tanto se hizo en la restauración de los daños por el tornado de enero de 2019 en La Habana, el edificio donde vive, en Juan Alonso 663, entre Calzada de Luyanó y Pedro Pernas, en el municipio de Diez de Octubre, se encuentra desatendido y peligroso.
«El peloteo ha sido descomunal —añade—. En vez de arreglar, la única brigada que vino dos días después de las quejas de los vecinos lo que hizo fue descorchar los escasos pedazos de balcón que quedaban. O sea, dejarlo peor. La última noticia que tuvimos es que no había presupuesto para el arreglo.
«Las denuncias en las rendiciones de cuentas del delegado han sido por gusto. La parte de arriba del edificio es ocupada en su mayoría por adultos mayores, cuyo único aliciente era sentarse en el balcón. No se puede tender. No se puede casi transitar. Es un peligro para las personas que viven debajo, pues en cualquier momento puede ocurrir un derrumbe», alerta Blanca.
El pasado 7 de julio, desde el barrio marino de Cojímar, en la capital, Victoriano Picornell denunció aquí que frente al célebre restaurante La Terraza desde hacía tres meses un salidero vertía agua potable. «Todos los organismos y entidades conocen de esa situación —decía—. Y Aguas de La Habana plantea que ha solicitado permiso para picar la calle y no le ha llegado», exponía.
El 25 de agosto respondía aquí Halina Guerra Castro, jefa del departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que en inspección realizada se confirmó el salidero de marras, debido a roturas en la acometida, cuyas causas eran la antigüedad y explotación durante muchos años.
Contaba que los trabajadores de la Base de Acueducto Este realizaron las labores de cambio de dicha acometida hasta los límites establecidos y eliminaron la fuga. Y el 9 de julio se comprobó la normalidad del servicio y la calidad de las labores ejecutadas.
Pues vuelve Picornell para revelar que volvió el salidero famoso, con más fuerza. Y agrega que son más de diez en todo Cojímar, casi todos vertiendo hacia la bahía.
«En El Cachón —expresa— hay uno de tal magnitud, que hubo que hacer una zanja para evacuar el agua hacia la playa, y que las personas puedan pasar de Cojímar hacia Alamar. Varios vecinos hemos reportado estas situaciones, pero no vemos la solución, mientras miles y miles de litros de agua potable van a parar al mar», termina Victoriano.