Acuse de recibo
Liliam Cedeño Meireles (calle Manuel Pedreira no. 2, entre Humberto Hechavarría y Figueredo, Bayamo) alerta en su carta que en esa ciudad, capital de la provincia de Granma, hace un tiempo se ha hecho una práctica en muchas tiendas obstruir la utilización de la tarjeta magnética de los colaboradores internacionalistas, que tiene el beneficio del correspondiente descuento del 30 por ciento del precio de la compra.
Y lo denuncia por experiencia propia. Manifiesta que cuando ha intentado agenciarse ese beneficio con su tarjeta magnética mediante el famoso POS, en varios establecimientos comerciales le han notificado que el sistema está caído y que las tarjetas no están pasando.
«Al exigir que la pasen, precisa, he corroborado que sí está efectivo el sistema. Pero últimamente se ha hecho crítico el problema, pues ya ni siquiera aceptan pasar la tarjeta.
«Hace alrededor de 15 días estaban vendiendo queso en la tienda El Arte, fui a pagar y me dijeron que el código del queso no admitía el pago con tarjeta de colaboradores. Reclamé, pero de todas formas me dijeron que el sistema no lo aceptaba».
El 17 de septiembre pasado, Liliam fue a comprar pollo y aceite en las tiendas El Bodegón y La Época de esa ciudad. Y también le expresaron que las tarjetas magnéticas de los colaboradores no pasaban por el POS. Persistente que es a la hora de defender sus derechos, Liliam exigió que se lo probaran. Y se percató de una sutileza a ojos vista: ni siquiera se marcaba la no aceptación en el display del POS.
«Creo que no pasó la tarjeta debidamente, manifiesta, y por eso no la identificó. Después comprobé que a las personas que iban con tarjetas del Bandec, pero de pago de salarios a trabajadores, sí se las estaban pasando.
«Entonces me pregunté por qué es esa exclusión a una tarjeta que representa un derecho de las personas que cumplen una función trascendente como es la misión internacionalista.
«Espero que los funcionarios de Cimex y Caribe expliquen por qué se está produciendo ese rechazo a las tarjetas de colaboradores», concluye Liliam.
Nancy Reyes Sánchez (calle 121 no. 17, reparto El Uno, Amancio, Las Tunas) cuenta que en su cuadra, cuando llueve, lo que debía ser una bendición se convierte en un serio trastorno: varias viviendas se inundan de aguas sucias de letrinas, corrales de puercos y caballos que se crían a su alrededor.
El problema data de más de cinco años, y se ha planteado reiteradamente en las asambleas de rendición de cuentas. Es de conocimiento de las máximas autoridades municipales. Incluso, en momentos en que han estado inundados de esos detritus, han llamado, y esas autoridades han concurrido al lugar y han presenciado situación tan crítica y desagradable.
«En una de esas visitas hace ya unos dos años, refiere, acordaron que cuando cesaran las lluvias le iban a dar solución a este problema. Y han vuelto las lluvias, se han ido y han vuelto de nuevo… Y hasta la fecha no se ha resuelto nada».
Insiste Nancy en que para solucionar el problema no se necesita de muchos materiales, ni de un presupuesto tan elevado: es solo destupir un tubo o colocar otro para que salga el agua como antes lo hacía.
«Esto no se ha hecho por parte de los vecinos, dice, porque está debajo de una línea de ferrocarril, y se requiere de muchas más autorizaciones; además de que es un trabajo que debe hacerlo alguien de conocimientos vastos en la materia», concluye.