Acuse de recibo
El pasado 12 de noviembre, y desde la comunidad Campo de Aterrizaje, en Palma Soriano, Santiago de Cuba, Adael Castellanos Hernández narraba aquí la calamitosa situación que tienen esos vecinos con el suministro de agua.
Señalaba que hace unos años el pozo que los abastece tenía un rendimiento de cinco litros por segundo, y el ciclo de distribución de agua era de siete días. Luego, el pozo se deprimió y apenas alcanzaba un litro por segundo. El ciclo pasó a 60 días. Pero ya llevaban más de seis meses con la bomba quemada, y desde entonces están abandonados a su suerte, decía. No abastecían los tanques del barrio ni enviaban pipas, mucho antes de la difícil situación energética que se vive.
«Todo esto lo hemos planteado los factores de la comunidad a las autoridades políticas y gubernamentales del municipio, refería, a los dirigentes de Acueducto y a la Dirección Provincial de Recursos Hidráulicos. Y hasta la fecha no hay respuesta. Quizá usted se pregunte cómo nos las hemos arreglado. Pues hemos puesto canales para recoger agua de lluvia; y pagando pipas a precios exorbitantes. Pero ya se avecina el período seco, y nos dicen que en el país no hay una bomba de un litro por segundo», concluía.
Así, responde Ángel Luis Valenciano Correoso, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado Aguas Turquino, que el equipo averiado en marzo era sellado, por lo que no se pudo reparar en los talleres que prestan ese servicio. Y no se ha podido adquirir otro, pues en el país no lo hay. Se realizó su solicitud mediante un proyecto de colaboración, y aún no se ha materializado. Los equipos de bombeo no se fabrican en Cuba, tienen que importarse. Y desde 2017 no se reciben en el país, por lo cual se requiere recuperarlos en los talleres, siempre que se cuente con los repuestos.
Sobre la situación de la comunidad, explica que se brinda el servicio de agua en pipas, aunque es insuficiente, y se agravó de septiembre a noviembre por la difícil coyuntura energética del país. Asegura que esa entidad continuará abasteciendo de agua a la localidad en coordinación con las autoridades y el delegado, en recipientes colectivos definidos por el territorio, pues es imposible prestar el servicio vivienda a vivienda.
Y aclara que en el territorio hay varios tractores de cooperativas, que prestan el servicio de abasto de agua de forma particular, a oferta y demanda, sin regulación alguna de precios.
Señala que «cuando arribe al país el equipo solicitado para esa estación de bombeo, con financiamiento aprobado, será instalado de forma inmediata». Y ofrece disculpas a esa comunidad por las molestias que está atravesando.
Agradezco la respuesta, y solo me queda indicar que, si el servicio de pipas es insuficiente, las autoridades correspondientes no pueden dejar el asunto en manos de «la oferta y la demanda» con esos precios exorbitantes. Es el agua para la vida. ¿No podrían gestionar la cooperación de otras entidades estatales en la provincia o en el resto del país? Incluso, ¿no hay una bomba en toda Cuba en un almacén, que le pueda ser prestada a esa comunidad?
Armando Pascual Pérez Gómez (Egido Sur s/n, entre Doctor Mortera y Antolín Cruz, Zulueta, Villa Clara) es trabajador de la UBPC Lagunita. En mayo de 2018 cumplió 65 años y se presentó ante la jefa de Recursos Humanos de la UBPC su solicitud de jubilación. Cada vez que pregunta por ella, dice, le responden que está para La Habana y debe firmarse en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).
«¿No será esto una forma de burocratismo, papeleo y hasta una falta de respeto a un hombre que ha dejado su vida sobre la tierra? Yo no tengo culpa de esas demoras y enredos que duran más de un año. Cuando en dos o tres meses pueden resolverse. Si mañana muriera no disfrutaría ni un mes de un beneficio que por ley me pertenece».
Armando Pascual, y muchas otras personas que han revelado aquí procesos sumamente dilatados para jubilarse, agradecerían sobremanera que el MTSS explicara las causas de esa morosidad tan evidente.