Acuse de recibo
Pocas veces un funcionario me escribe por iniciativa propia, a no ser que se vea compelido a responder aquí un emplazamiento de un ciudadano. Por eso me complace hoy reseñar la sensible revelación de Nicdelia Hernández, administradora del Lavatín de Micro X, en Alamar, y residente en el apartamento 3 del edificio 828, en la Zona 1 de ese reparto habanero.
Cuenta ella que esa lavandería, aunque tiene cisterna propia, lleva más de seis meses paralizada, sin servicio a la población, porque no entra el agua. En 2015 solicitaron inspectores al respecto, y nunca fueron.
La solución fue firmar un contrato entre la Empresa de Servicios de La Habana —a la cual pertenecen— y Acueducto. E iban las pipas de agua. Pero en marzo de 2016 la dirección de la Empresa cerró el contrato porque eran muy costosos los gastos por el acarreo del líquido, al punto de hacerse irrentables.
Siguieron las gestiones para resolver el asunto de raíz. En febrero pasado fue un carro a revisar si estaban bien las tuberías. Dijeron que sí, que el asunto era por desconexión. Nicdelia fue varias veces a la Dirección de Acueducto en el territorio, y en otras ocasiones canalizó su preocupación por teléfono, para que se hiciera el trabajo. «Y nada —afirma— he hecho escritos a los gobiernos municipal y provincial, pero no tengo respuesta».
Al fin, el pasado 6 de octubre fue la brigada a hacer el trabajo, y dijeron que no hay desconexión, sino tupición por arrastre de piedras. Pero no pudieron hacerlo por falta de herramientas. Dijeron que irían el 11 de octubre. Todavía no habían aparecido cuando Nicdelia me escribió.
«Nos preocupa que a nadie le importe el cierre de un centro que brinda servicios tan valiosos a la población. Además, las seis trabajadoras del centro llevan más de seis meses sin cobrar salario. Solo he recibido apoyo de los delegados de la circunscripción y de las unidades básicas territoriales y provinciales de Servicios. Y este es el único centro de ese tipo en un reparto tan grande como Alamar. Duele verlo sin trabajo por indolencias y burocratismo».
El pasado 25 de agosto, y desde Santa Clara, la doctora Marlyn Arce Núñez revelaba aquí que una «cajita» decodificadora para la TV digital de alta definición, marca Gelect, que adquiriera en una tienda por 50 CUC, dejó de funcionar 46 días después de vencida la garantía comercial de seis meses. Y ahí comenzó el problema...
La llevó al único taller de Copextel en Santa Clara para ello. Y la sorpresa fue cuando la administradora del mismo le dijo que nunca han recibido partes y piezas para el servicio de posgarantía, ni siquiera poseían el listado de las tarifas correspondientes; solo les abastecían para cubrir las garantías...
Le dieron un número de teléfono y le orientaron que llamara periódicamente. Y ella señalaba: «¿He invertido 50 CUC para disfrutar solo siete meses y medio de la TV digital? ¿Se puede comprender que se comercialicen equipos sin el respaldo para su reparación, reconociéndose por los talleres que su calidad no es óptima?»
Al respecto, responde Jorge Luis García Rumbaut, gerente general de la División Electrodomésticos, Audio y Luces de Copextel, que para contestarle a Marlyn, trabajaron de conjunto con especialistas de la Industria de la Electrónica. Una comisión visitó a la clienta y comprobó las afectaciones del equipo.
«Es cierto —afirma— que las piezas para la reparación de las cajas decodificadoras no se encontraban en el taller. Esta situación ya estaba en vías de solución, y actualmente las piezas están disponibles en los talleres de Copextel de todo el país, para dar respuesta a las demandas de reparación para el servicio de posgarantía».
Subraya Jorge Luis que, además, se reparó la caja de Marlyn, quien manifestó su satisfacción con la atención recibida y la solución del problema. Y concluye el gerente agradeciendo las quejas, pues «nos ayudan a encontrar soluciones a los problemas que afectan los servicios que brindamos; trabajamos para hacerlo cada vez mejor».
Agradezco la respuesta y la solución, pero lo óptimo sería que Copextel en su gestión previera los problemas de posgarantía y no tuviera que agradecer las quejas, sino evitarlas. No se explica por qué no había piezas en el taller para la posgarantía y luego aparecieron, ni por qué allí no tenían el listado de las tarifas.