Acuse de recibo
Como solían tener un alto consumo de energía eléctrica, por el cual desembolsan mensualmente más de 600 pesos, en la vivienda del capitalino Adolis Bermúdez Hernández (Industria, No. 314, entre San Miguel y Neptuno, Centro Habana) se propusieron ahorrar.
Según narra Adolis, tomaron medidas excepcionales con ese objetivo durante el pasado mes de octubre. Sin embargo, al llegar la cuenta, esta ascendía a 647.00 pesos. Alarmado con la situación, el remitente se dirigió el jueves 5 de noviembre a la oficina de cobros de la Unión Eléctrica (UNE), sita en la calle Reina.
«No me pudieron atender ese día porque no había fluido eléctrico. El viernes 6 de noviembre me dirijo nuevamente a la misma oficina y me encuentro con el cobrador y lector del reloj, y me dice que había hablado mi caso con el inspector (qué extraño, se adelantó y habló primero que yo con el inspector), me arrancó la tripa de mi recibo y se la entregó al inspector, el mismo me dice que esa tarde venía a mi casa; no vino», evoca el cliente.
Tampoco en el lapso comprendido hasta el día 10 apareció el representante de la UNE en su domicilio. Ese día, Adolis vuelve a la oficina de referencia. «Cuando tocó mi turno, el propio inspector no se acordaba de mí; después de buscar en su computadora me dijo que no era necesario ver mi contador, pues yo no sobrepasaba el 50 por ciento del consumo, y no me toma la orden de inspección. Cuando salgo de la oficina me encuentro a la compañera (…) jefa de los inspectores, le planteo mi problema y lo que me dijo el inspector. (…) Me dice que la acompañe y volvemos a ver al inspector; ella le dice que me hagan la orden y que haga la inspección».
Pasaron los días y nada de la comprobación. El martes 17, al arribar nuevamente el afectado a la oficina de cobros, lo recibe el mismo inspector y le pregunta si todavía no lo habían visitado. Al responder que no, le indica seguir esperando, refiere el habanero.
Y termina su misiva cuestionándose por qué, si los usuarios deben pagar puntualmente su gasto eléctrico, la empresa no actúa con la misma puntualidad cuando se trata de investigar una situación problemática. ¿Qué dice la UNE?
Desde calle 5ta. No. 212, entre Manuel Angulo y 18, reparto 26 de Julio, en Holguín nos escribe Pablo Rodríguez De Roux para volver sobre una carretera llena de baches: los extravíos de bultos postales.
A Pablo le enviaron un paquete desde Alemania, y según narra, fue confirmada su llegada a Cuba el 27 de julio de este año. Pero él aún no lo ha recibido. Los datos del mencionado envío son: «Comprobante No. 84044891-5832, o sttu-350022393147», aunque según le explicaron en su provincia, a las remisiones desde esa nación les sitúan otro número en la Aduana.
«Lo cierto es que deseo saber, dónde está, por qué se demora tanto dentro del país (4 meses) y por qué los que dirigen en esas entidades no tienen la capacidad de darle solución y acabar de encauzar problemas que tantos disgustos y daños económicos causan a los que se aventuran a utilizar estos servicios», se duele el holguinero.
Por ese paquete, enfatiza el remitente, se pagó, con el fin de que llegara sano, salvo y en tiempo a su destinatario. Por tanto no es justo que a la altura del 17 de noviembre (fecha de la carta), aún estuviera en un limbo.
El asunto de los bultos postales extraviados en nuestros predios ya va tornándose enfermedad crónica, a la que uno mira con pocas esperanzas. ¿Cuándo se harán efectivas regulaciones y métodos de trabajo y control que vuelvan sostenible la eficiencia en este particular?