Acuse de recibo
Por esas ironías de la vida, el barrio desde el cual fecha su carta Iraida Isa Yacohet, se llama La Salud, en Quivicán, Mayabeque. Allí, en la Avenida 29 No. 7212 e/ 72 y 74, lo menos que ha tenido Jorgito, el hijo de Iraida, es precisamente salud.
El pequeño Jorge Amado Rivas Isa padece de Síndrome de Down y epilepsia. No puede sostenerse sentado solo y, prácticamente desde que nació, su sistema respiratorio ha estado severamente dañado. Al extremo de que en estos momentos debe mantener de forma permanente una traqueotomía y es dependiente, las 24 horas, de un balón de oxígeno, narra la mamá.
Pues bien, en ese cuadro tan duro, a la madre se le ha dificultado sobremanera conseguir algunos aseguramientos materiales indispensables y viabilizar ciertas gestiones para el cuidado del menor.
Desde febrero de 2014 —refiere— en el policlínico de su área de salud le fueron entregadas 30 cánulas de traqueotomía, de la medida que lleva el niño: 6.0 con cuff. Dichas cánulas, desechables, tenían como fecha de vencimiento diciembre de 2013.
«Al niño se le debe cambiar la cánula (…) por cuestiones de higiene y bioseguridad cada siete o diez días. Se supone que las cánulas me debían durar aproximadamente diez meses. Yo me encargué de llevarlas a reesterilizar a la cámara de óxido-etileno del hospital Juan M. Márquez. Las que fue usando después las lavo bien y cuando están bien secas reúno unas cuantas y las llevo. Se recogen más o menos a los 21 días. Hasta la fecha (28 de febrero) no me han entregado más cánulas y las que tengo reesterilizadas son solo 4; pues poseo más sin reesterilizar, pero la cámara de óxido-etileno del hospital está rota desde enero de este año. Por el material con que están hechas las cánulas no pueden ser esterilizadas en una autoclave. (…) Las autoridades del policlínico me plantean que “no hay”, que la provincia conoce el problema, pero en el almacén provincial “no hay”».
Para evitar que como resultado de las secreciones la cánula se obstruya —detalla la mamá— se utilizan sondas de aspiración. Las que usa el niño son 12 o 14. En noviembre de 2014 fue la última ocasión en que le entregaron sondas y se vencía su esterilidad en esa misma fecha. Las autoridades explican que en estos momentos no tienen en existencia.
«El oxígeno es otro problema. La distribución del camión que transporta los balones de oxígeno debe hacerse martes y viernes en el policlínico», afirma. Pero «el camión a veces no viene el día fijado y he pasado mil apuros para mantener a mi hijo oxigenado».
Iraida vive sola con sus dos hijos: Jorgito y una joven de 18 años que estudia en la Universidad. Las acciones se le dificultan hasta el infinito. Ella comprende perfectamente la situación económica del país y agradece con especial énfasis las atenciones recibidas de cuantos los han ayudado en esta intensa batalla, especialmente el equipo de la terapia intensiva del Juan Manuel Márquez, así como de la sala de respiratorio de dicho hospital y sus directivos. También a los médicos y enfermeros de la terapia del Hospital Pediátrico del Cerro.
Pero lanza este S.O.S. porque los caminos se le cierran. Y no solo se trata de carencias materiales. Ya sabemos que, buscando alternativas, Cuba ha demostrado que los «no hay» se transforman en «podemos». ¿Qué dicen las autoridades implicadas? ¿Y las instituciones? ¿Y los brazos solidarios que ante esta u otras situaciones similares se enlazan en una red de afectos?