Acuse de recibo
Desde calle E No. 11, entre Tercera y Final, en el reparto El Naranjo, del municipio capitalino de Guanabacoa, escriben Yoana Batista y Yasiel Delabat, una pareja joven que vive cercada y agredida por los basurales en la calle.
Cuentan que en ese reparto no existen contenedores de basura, y los que hay están ubicados en la calzada principal, los cuales quedan a una distancia de tres o cuatro cuadras de muchas de las viviendas, y casi siempre están desbordados.
Por ello las familias tienen que sacar sus desechos en bolsas de nailon a la calle. Normalmente eso no era un problema, pues la recogida de basura era sistemática. Pero actualmente esos desechos permanecen ¡por semanas! «En estos momentos hace más de tres semanas que no pasan a recoger la basura», señala.
Este problema provoca que las bolsas se rompan debido al clima y a los animales que andan sueltos en la calle, por lo cual la basura se dispersa.
«De verdad que es una situación inaguantable e incomprensible —refieren—. El pasado domingo, al despertarnos, nos dimos cuenta de que nuestras bolsas y las de los vecinos cercanos estaban totalmente despedazadas. Y tuvimos que recoger nosotros mismos esa basura y volver a echarla en bolsas en la acera.
«Es el mismo problema agravándose y haciéndose cíclico. La solución no puede ser que las personas recorran tres o cuatro cuadras a botar su basura en un contenedor, con la altísima probabilidad de que al llegar este se encuentre desbordado», afirma.
Yoana y Yasiel saben que Servicios Comunales tiene déficit de recursos tanto en contenedores como en camiones de recogida. Pero están convencidos de que al mal generalizado de la colección de basura que está degradando el paisaje de la capital y la salud de sus moradores, hay que buscarle una alternativa, pero lo que no puede aceptarse es la resignación.
A propósito, brindamos gustosamente el espacio de esta columna para que la Dirección Provincial de Servicios Comunales en La Habana responda y dé una información a la ciudadanía de cómo va a enfrentar la crisis de la basura. Sí, porque no hay otra opción que enfrentarla. De lo contrario, los desechos nos tragarán.
El título no es mío. Lo envió la propia denunciante, Luisa Gacita Biard, residente en calle B, No. 660, entre 27 y 29, Vedado, La Habana.
Cuenta ella que el sábado 31 de enero compró al precio de 11 CUC una batería Samsung para teléfono, en el Centro de Etecsa situado en 17 entre B y C, en el Vedado. La misma fue probada en el teléfono en ese instante, y funcionó. Pero en la madrugada perdió la carga. Y no logró cargarse, a pesar de que Luisa probó con otro cargador y otro teléfono similar al de ella.
Al regresar el siguiente jueves al centro de Etecsa con su comprobante, para realizar el cambio o devolución del efectivo, Luisa se sorprendió «con que esos accesorios no tienen devolución, y que al momento de la compra, la vendedora debió informármelo, de modo que siempre quedaría en evidencia verbal si lo hizo o no».
Pero, según Luisa, en las vitrinas donde se venden esos accesorios no existe dicha información, de lo cual ella tiene evidencias por fotos.
El domingo 8, señala, después de cierta discusión con la vendedora y la compañera que ese día estaba a cargo del centro, logró que le cambiaran la batería. Y de nuevo al anochecer perdió la carga, y ya no se volvía a cargar.
«¿Por qué debemos aceptar masivamente que se nos estafe nuestro dinero? ¿Por qué no se identifica en las vitrinas del centro que esos accesorios no tienen devolución, y que el cliente puede perder su dinero, sin que a nadie le duela? ¿Qué hago con esta batería ahora?
«Como cubana, como trabajadora y ciudadana, me gustaría una respuesta concreta a mis preguntas», concluye Luisa.