Acuse de recibo
Yolanda Fonseca (R-85, apto. 8, Micro 7, Distrito José Martí, Santiago de Cuba) es una madre que conoce los problemas económicos del país, pero alerta sobre las injusticias que puedan cometerse, a la sombra de esas dificultades, por no buscar suficientemente alternativas para los jóvenes.
La remitente lanza un S.O.S. en nombre de 30 muchachos recién graduados de Química Industrial en el politécnico Julius Fucik de esa ciudad, que ven marchitarse sus sueños de aplicar los conocimientos adquiridos.
Hoy, relata, los egresados no tienen una ubicación acorde con lo que estudiaron, para al menos cumplir su período de adiestramiento en servicio social. El argumento es que la Dirección de Trabajo en Santiago no tiene respaldo salarial para ello, y solo les oferta la plaza de operario de la campaña antivectorial del mosquito, trabajo para el cual no hubieran necesitado estudiar durante dos años y prepararse.
«Tienen todo el derecho a su adiestramiento —subraya—, ya que esa es la base fundamental de adquirir experiencia para el futuro. Ellos estudiaron sus dos cursos y cumplieron con su deber; ahora les toca a otros cumplir con lo que les corresponde».
Yolanda considera que si en el territorio se sabía que se graduarían 30 alumnos de Química, se debía haber previsto su ubicación, para que ahora no digan que la única capacidad es en la campaña antivectorial. «Deben buscar una solución al problema», puntualiza.
«Ellos solo piden lo que por derecho les corresponde. Quieren adiestrarse en su carrera. Espero que alguien nos dé una respuesta, pues no me gusta ver cómo a esos jóvenes se les apaga su sueño», concluye.
Cada vez más se adecuan los planes de estudio a las necesidades reales del país. Cuando hace solo dos años se les ofreció esa posibilidad de formación a dichos jóvenes, ¿se tuvo en cuenta que se estaba apostando a una frustración? ¿Por qué no se analiza si es necesaria la formación de esa especialidad en los tecnológicos? ¿Será real que no hay plazas en el polo industrial de la ciudad de Santiago de Cuba? Urgen respuestas de los ministerios del Trabajo y de Educación.
También desde Santiago de Cuba, precisamente desde la bella salpicadura de tierra en medio de su bahía que es Cayo Granma, escribe Noel Santiesteban para alertarnos de que esa pintoresca comunidad, alejada de la urbe por el mar, no está en el centro de las prioridades.
Noel, quien reside en Calle 1ra. No. 8, cuenta que hace tres años se abrió allí una tienda en divisas, en respuesta a los planteamientos de los vecinos. Así, podían adquirir productos de primera necesidad, cuando antes debían salir en una lancha y recorrer dos kilómetros para comprarlos.
«Aunque tantos visitantes foráneos y nacionales recorren Cayo Granma y la tienda cumplía con sus planes de venta del mes y del año, TRD en la provincia la cerró, alegando que no tenía transporte para recoger el dinero recaudado».
Noel considera el argumento «verdaderamente inaudito», y alega que durante tres años esa operación diaria se realizó sin ninguna dificultad. ¿Cómo se explica entonces que en Cayo Granma haya un restaurante de Palmares, que opera en CUC, con más de 15 años de trabajo, el cual no tiene dificultad con el transporte de la recaudación?
El otro problema que está afectando mucho a los de Cayo Granma es el de la lancha para trasladarse a tierra firme. En el momento más duro del período especial, asegura, tenía un servicio de excelencia en tal sentido.
«Solo hay una lancha trabajando con 15 viajes en 24 horas, equivalente a un viaje cada hora y media. A veces no presta servicio en todo el día por estar rota; eso ocurre como mínimo una vez a la semana. Hemos estado sin el servicio de lancha desde un día hasta semanas, con seis meses en cierta ocasión. Y, por último, ha ocurrido en varias ocasiones la suspensión de la lancha por no tener actualizada la Licencia de Navegación que exige la Capitanía del Puerto.
«Todo eso sucede desde que la lancha pasó a la Empresa de Camiones del Oriente. Antes, cuando pertenecía a Navegación Mambisa, no existía problema alguno. ¿Qué está pasando?», concluye Noel.