Acuse de recibo
Me escribe el colega Adolfo Fernández, periodista de Radio Habana Cuba y compañero de aula en años juveniles, para agradecer y venerar cuánto se hizo durante dos semanas en el hospital Comandante Manuel Fajardo, por salvarle la vida a su padre, el gran cultor de la décima repentista Adolfo Alfonso.
Adolfito se empina así sobre su dolor, desde que el pasado 23 de enero su padre partiera y nos dejara un indescifrable pie forzado, muy difícil de conjugar sin su presencia.
«Quisiera —manifiesta— hacer llegar un reconocimiento a todo el personal de terapia intensiva del referido hospital, que desde el primer día demostró profesionalidad, entrega, dedicación y, sobre todo, mucho humanismo, a la hora de ofrecernos los partes sobre nuestro padre.
«Siempre fueron realistas, claros, precisos, y muy cuidadosos con el dolor que enfrentábamos, ante la gravedad de nuestro familiar. Pudimos comprobar que no se trataba de un tratamiento especial ni diferenciado con mi padre, por ser una personalidad de la cultura; sino que era exactamente igual para cada uno de los pacientes allí ingresados.
«Lamentablemente mi padre no pudo sobreponerse a sus males, pero nuestra familia quedó totalmente convencida de que hicieron con él lo posible y lo imposible. Y gestos como esos no se olvidan jamás».
Adolfo Fernández González asumió el nombre artístico de Adolfo Alfonso no por esnobismo. El apellido suyo, por la vía paterna, era Alfonso, pero el padre falleció cuando él era muy pequeño, y la madre lo inscribió con los dos apellidos de ella, algo muy usual en aquellos tiempos. Por eso siempre fue y será Adolfo Alfonso.
Solo una muestra de los sentidos mensajes digitales de los lectores, que llegaron a nuestra redacción, da la medida de la huella que siempre dejará este poeta súbito de la tan difícil oralidad campesina:
«Triste, muy triste esta noticia para todos los cubanos. Adolfo Alfonso y Justo Vega fueron los dos más grandes del repentismo cubano. Nunca fui un gran seguidor de la música campesina, pero desde niño me sentaba ante el televisor los domingos para ver las “acaloradas discusiones” entre Adolfo y Justo. Simplemente las disfrutaba mucho. Descanse en paz, maestro. Su obra sin dudas será eterna. Honor a quien honor merece». (Alfredo Viamonte Marín)
«Todo en el campo está callado/ En silencio está el llorar./ Por respeto al que tanto le ha cantado,/ que se ha querido marchar/ Aunque siempre va a quedar./ Porque el silencio cuando se siente,/ quien lo siente lo puede escuchar. Mis respetos». (Modesto Reyes Canto)
«Justo Vega y Adolfo eran los ídolos de mi padre. Eran y seguirán siendo los mejores repentistas de Cuba. Los campos de esta Isla lloran su partida. Descanse en paz, compañero» (Jorge)
«¿Cómo ha dicho, periodista...?/¿Que los poetas callaron?/ ¡Qué va... se multiplicaron!/ Y ahora es inmensa la lista./ Adolfo, gran repentista,/ se ha fundido en un abrazo/ con Justo, que tiende el brazo/ y le dice consternado:/ —Venga, que está asegurado/ su lugar en el Parnaso/ Gloria a uno de los grandes poetas de Cuba». (A. Rivera)
«Cada domingo en casa de abuela en el Vedado, Palmas y Cañas era algo esperado a las siete de la noche. Aquellas controversias que se calentaban por minutos eran una batalla campal del buen gusto y la excelencia de la improvisación. Por cierto, han dejado fuera de la noticia que Adolfo Alfonso fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Recuerdo que en plena asamblea hizo una improvisación, alabando las virtudes del PPG. Descanse en paz». (Luciano)
«Se va uno de los recuerdos de mi infancia. Todos los domingos esperaba ese pedacito de Palmas y Cañas, donde Justo y Adolfo se encaraban en una acalorada y cubanísima controversia. No soy un improvisador, pero aprendí a respetar y a amar ese estilo escuchando a estos dos grandes. Gracias, Adolfo, tu arte y tu persona ya son parte de nuestro patrimonio cultural». (Daniel Gutiérrez Benítez)