Acuse de recibo
Desde el albergue Las Delicias, en calle 6ta., entre C y D, en el barrio habanero de Mantilla, me escriben dos integrantes de la micro estatal: Eduardo Hernández y Héctor Rodríguez,quienes se sienten olvidados después de haber laborado en tantas obras.
Refieren los remitentes que como eran casos sociales críticos, con expedientes en Vivienda municipal, esta entidad, de conjunto con el Gobierno de Arroyo Naranjo los exhortaron a incorporarse a la micro estatal como asalariados para, además de cumplir con muchos compromisos de obras sociales y económicas, construir sus propias viviendas.
Participaron en reparaciones y reconstrucciones de hospitales, escuelas, círculos infantiles, policlínicos, consultorios médicos hasta el 2006, que los incorporaron a la campaña contra el Aedes aegypti.
Posteriormente, por iniciativa del Gobierno municipal, se le encomendó a esa micro estatal la ejecución de viviendas para vanguardias del plan CTC. También participaron en labores de apoyo a damnificados en San Miguel del Padrón; y luego en Santa Fe construyeron viviendas que aún no conocen para quiénes estaban destinadas. También apoyaron la construcción de un edificio en La Lisa, obras del Contingente José Martí, entre otros frentes.
Actualmente están laborando en la reparación de la Quinta Canaria, y en la remodelación de 12 postas médicas, entre otras tareas.
Pero han hecho tanto para otros en 11 años, y, sin embargo, no ven sus viviendas en el horizonte. Extenuados de dar y dar y no recibir lo que les prometieron, han acudido a Vivienda, y a los gobiernos municipal y provincial. Pero nada han resuelto.
«Consideramos que estos organismos, señalan, han tomado la situación de nuestras viviendas con muy poca seriedad. No entendemos el porqué se bajan asignaciones de tareas tan rápidas, y se nos pide que cumplamos, y nuestras viviendas permanecen con un futuro incierto.
«Ahora nos plantean que tenemos que pasar al contingente José Martí, puesto que la micro desaparece, ya que el Estado no puede subsidiar su irrentabilidad. Y se nos informa que quien no sea idóneo, será puesto a disposición de la Dirección Municipal de Trabajo.
«Cuando preguntamos cómo quedan nuestros casos, nos dicen que no tienen una respuesta para darnos… Sin embargo, llevamos 11 años viviendo de una esperanza. Ya hemos llegado a la edad de jubilación, y de más está decir que un hombre de 60 años no tiene el mismo rendimiento laboral que uno de 30 o 40. Por eso nos preocupa el tema de la idoneidad.
«Y si nos jubilamos, ¿qué pasaría con nuestras viviendas? ¿De qué nos han servido estos 11 años de duro trabajo y arduo sacrificio?»
Quienes le han respondido a la ciudad y al país, y han posibilitado mejoras a muchos cubanos, esperan en reciprocidad que se cumpla la palabra dada a ellos. Hay moral de sudor y esfuerzo para exigir.
Desde Egido No. 15, en la localidad villaclareña de Camajuaní, Elieter García denuncia que hace alrededor de dos años rompieron la calle donde vive para instalar nuevas conexiones hidráulicas, llevaron equipos costosísimos, invirtieron cuantiosos recursos; y todo quedó así de tronchado.
Refiere el lector que en esos momentos les explicaron que los tubos no alcanzaron. La calle quedó picoteada y al final mandaron a cerrar la zanja. «En conclusión, nos picaron los viejos tubos, la calle quedó en mal estado, y llevamos tiempo recibiendo el agua por pipas, pero la periodicidad de estas deja mucho que desear.
«Ya estamos cansados de llamar a Acueducto, de hablar con el delegado, de llamar incluso al Poder Popular. Realmente, no ha habido una respuesta eficaz, solo evasivas y promesas que no acaban de cumplirse».