Acuse de recibo
Seguramente, ya no pensaba encontrarlo. Pero con esa terca esperanza que albergan los seres humanos, la doctora granmense Yanet María Cisneros Díaz, regresó a la tienda «Mis Anhelos». Corría la mañana del jueves 10 de marzo; y el día anterior, en ese mismo establecimiento de la cadena ARTEX, la remitente había estado de compras.
Pero bueno, después de la compra había tomado el transporte público para llegar a su casa en calle William Mora No. 11, Santa Rita, en el municipio de Jiguaní. Y si hubiese sido un carterista en la guagua, entonces no tenía remedio.
Con estos ruidos en mente, a las 9:30 a.m. llegó Yanet al centro comercial. Mirna Valdés Rodríguez y Nara Valdés Pérez, las dependientas, le brindaron de inmediato su mejor sonrisa.
«Las compañeras se pusieron muy contentas, y me devolvieron el monedero que involuntariamente había dejado en el mostrador, con todo su contenido intacto», evoca la lectora.
Junto a su carné de identidad, y el documento que la identifica como trabajadora, estaban una tarjeta magnética de divisas, 60 pesos en moneda nacional y 105 CUC.
De la honradez partió el gesto. De la gratitud, la carta. ¿Podrán cotizarse en alguna moneda?
Selva, laberinto, oscuridad. A veces se pierden las metáforas cuando uno quiere sintetizar lo que cuestan ciertos trámites burocráticos en algunas de las instituciones cubanas. Y una vez que se obtienen determinados documentos, es como si todo el peso de las carreras, como si todo el agotamiento cediera ante la tranquilidad y el sosiego.
Por eso a Dulce Ofelia Rodríguez Díaz (calle 22, No. 5108, entre 51 y 53, Nueva Gerona, Isla de la Juventud), le ha dolido tanto que los papeles legales de su vivienda, una vez obtenidos, hayan ido a parar a no se sabe dónde.
Resulta que hace algún tiempo, debido a la construcción en el municipio especial de la escuela de instructores de arte, a varios pobladores de la zona les tuvieron que efectuar un cambio de domicilio. Demolieron sus hogares y les entregaron otros, con el consiguiente cambio de documentación.
Pero hace poco más de dos años —narra Dulce Ofelia— se le solicitó esta papelería por parte de la Dirección de Vivienda, y al parecer nunca más retornó a su propietaria. «En estos momentos, ellos me la extraviaron», enfatiza la lectora.
«He acudido allí varias veces, desde hace más de año y medio, y nadie me ha podido dar una respuesta del paradero de los documentos de mi casa», se duele.
Y reclama que alguien le diga adónde dirigirse, cómo recuperar lo que la negligencia o el descuido ajeno perdió, pues ella se ve imposibilitada de realizar ningún trámite con su domicilio en tanto no tenga en la mano la constancia de que lo habita.
Así, la pinera ha perdido ya varias oportunidades de permuta y se encuentra en la zozobra de ser prácticamente ilegal en su propia casa.
Con tanta precisión que se exige para las gestiones de vivienda, ¿alguien puede decirle a esta mujer qué pasó con sus documentos, quién o quiénes fueron los responsables y, sobre todo, cuándo se los reintegrarán?