Acuse de recibo
Carlos García, gerente del Equipo de Atención Territorial 2 de la cadena TRD, responde a la denuncia de la clienta Leicy Cruz, quien el pasado 1ro. de septiembre fustigó aquí el engaño de que fue víctima en la TRD Atabey de Marianao, sita en 118, entre 49 y 51, en ese municipio capitalino. Entonces Leicy contaba que adquirió en esa unidad un frasco de sazón, y estaba mediado en su contenido. Reclamó a la dependienta, y comprobó que otra clienta sufrió el mismo engaño. Les devolvieron el dinero y Leicy se fue. Más tarde retornó a la tienda y halló los frascos a medias en tarima. Al respecto, precisa García que el hecho fue analizado con las trabajadoras implicadas en la violación, a lo cual se suma el no cumplir la indicación de la gerente de la unidad de retirar el producto de la venta. Y precisa que se aplicó a las responsables la separación definitiva de la entidad, máxima medida aplicable por el Reglamento, y se le informó a Leicy. Explica Carlos que esa cadena tiene instrumentados los procedimientos para detectar esas irregularidades, pero, lamentablemente, en este caso no fue detectado el asunto por la gerente. Las dependientas fueron sancionadas, pero al final la responsabilidad de un jefe es evitarlo con el control sistemático. De lo contrario, la separación es una victoria pírrica. Hay que estar a la viva.
Reunión en horario de trabajo: Ricardo Bermúdez (Industria 122, apto. C, entre San José y San Martín, Camagüey) llegó a las 5:00 p.m. a la agencia 5952 del Banco Popular de Ahorro sita en la calle Cisneros de esa ciudad, y estaba cerrada. Al preguntar, una trabajadora que estaba afuera le dijo que estaban reunidos. ¿Reunidos en horario de trabajo?, respondió Ricardo. Y la empleada le dijo que era una reunión muy importante, había visitas de otras provincias. Apenas duraría 15 minutos, y ellos trabajaban hasta las 7:00 p.m. Confiesa Ricardo que en ese Banco ha tenido dificultades otras veces, pues al intentar extraer dinero de su tarjeta demoran mucho… tienen un solo teléfono, que casi siempre está ocupado. Ricardo pregunta: «¿Qué pensarían los trabajadores de ese Banco si fueran a la bodega a adquirir sus mandados y les dijeran que los trabajadores están reunidos? ¿Cómo actuarían si fueran a un consultorio y les dijeran que la doctora está reunida?».
Vileza y amor: El pasado 2 de septiembre, a las 2:30 p.m., Elvia Arencibia (Montoro 117, entre Desagüe y Bruzón, municipio capitalino de Plaza de la Revolución) cruzaba con su nieto Damián, de 11 años de edad, la esquina de Avenida Rancho Boyeros y 19 de Mayo con el cambio semafórico. A unos pasos de alcanzar la acera, y cuando aún el conteo regresivo que permitía estaba en el cinco, un auto Lada blanco, chapa amarilla y conducido por una mujer, golpeó al niño con el guardafango derecho a la altura de la cintura, lanzándolo al pavimento. Elvia comenzó a gritar, y no pudo ver la chapa. De inmediato, de un panel blanco salieron tres hombres y uno de ellos levantó al muchacho y lo introdujo en el vehículo. Lo llevaron al Hospital Pediátrico de Centro Habana, tocando el claxon. La conductora del Lada se dio a la fuga, sin saber si el muchacho sobrevivió o no. Pero el joven del panel que recogió al niño no se fue del hospital hasta que le preguntó al médico si el pequeño estaba fuera de peligro. Aturdida como estaba, Elvia apenas les dio las gracias sin preguntarles nada, y ahora me confiesa que esos jóvenes «tienen una calidad humana envidiable, y me gustaría llevar al niño ante ellos y darles las gracias a todos». Lo otro fue la óptima atención en la sala Finlay del hospital. Como allí no tienen servicio de neurología, el doctor Jorge Luis García, quien hizo el reconocimiento, sobre las 5:00 p.m. le informó que iba a llamar a la ambulancia para trasladarlo al Pediátrico Juan Manuel Márquez, porque presentaba dos traumas en la frente. En el Juan Manuel el mismo esmero: Le hicieron placas y afortunadamente eran traumas simples. Elvia solo quiere localizar el centro de trabajo de esos tres jóvenes del panel, y les ofrece su teléfono: 870-0592. De la conductora del auto prefiere ni hablar.