Acuse de recibo
Ventura Chávez (calle 1ra., edificio 16, apto. 12, Reparto Jesús Menéndez, Bayamo) labora en el organopónico Félix Varela, de la Empresa Hortícola Bayamo, y no entiende por qué esa entidad tiene tantos incumplimientos con el pago a sus trabajadores.
En octubre de 2009, afirma, el pago se efectuó doce días después de la fecha establecida. La empresa no dio explicación alguna a los trabajadores de los organopónicos y casas de cultivo. Y ahora en abril lo mismo, la entidad no tiene fondos para pagar, por la deuda que tiene con el Banco.
«Lo más desagradable, apunta, es que ningún funcionario se reúne con los trabajadores para dar una explicación con lujo de detalles. Y tampoco ningún representante del sindicato para conocer las inquietudes que tenemos al respecto». Asegura que han sido muchas las irregularidades de ese tipo. Y alerta: ya hay organopónicos donde quedan muy pocos trabajadores laborando.
Dos cartas con similar denuncia llegan desde la localidad de Pilón, en la provincia de Granma.
La primera es de Caridad Rivera (calle B, No. 86, El Bon): en el Mercado Industrial vendieron unas botas de hombre que tenían excelente presencia, a 250 pesos el par. Ella adquirió uno para su nieto y otros dos para el hijo y el esposo.
Bastó que las usaran dos veces para que la suela se despegara y se rompiera la piel. A otros compradores les sucedió lo mismo. Y esos clientes, en distintos municipios de Granma, devolvieron las botas.
Se crearon listas en las tiendas con los nombres de los afectados. A los dos meses, la solución fue entregar botas similares. «No estuvimos de acuerdo y no aceptamos», señala. Pero el administrador les manifestó que «esa era la orientación de la provincia».
Caridad se dirigió al director de Comercio, quien le afirmó que «esa respuesta era a nivel nacional; y que me quejara donde quisiera, sin otra alternativa, dejándonos completamente indefensos».
Otra víctima fue Wualberto Naranjo (calle 26 de Julio, No. 172): a las dos semanas de adquiridas se le rompieron las botas. En la tienda le aceptaron que las devolviera. Y a los dos meses, la administración de la unidad les informó que lo orientado era entregarles otro par de botas del mismo modelo y marca. «Los que habían quedado en la tienda sin vender, con lo cual no estuve de acuerdo, al igual que otros compañeros», refiere.
Les dijeron que esperaran. Tiempo después el cliente contactó con el director de Comercio municipal y otros funcionarios. La respuesta fue que se decidió a nivel nacional y no hay otra solución.
Wualberto pregunta: «¿qué derecho tengo como cliente, si al devolver un producto con probada mala calidad la solución es darme lo mismo? ¿Por qué no tengo el derecho de escoger entre la sustitución por otro y la devolución del dinero?».
Acela María Valdés (calle C, No. 28, reparto Santa Catalina, Santa Clara) fue a la Agencia de Reservaciones de ómnibus, trenes y barcos de esa ciudad para conocer cuándo debía reservar para el destino al que aspiraba viajar en determinado día. Y se le acercó el director de la misma, llamado Arnel Matos. El funcionario la pasó a su oficina y le aclaró todas las dudas exhaustivamente y con suma amabilidad.
«No encontré palabras de agradecimiento entonces ni en la segunda ocasión en que visité el lugar. Aquello fue algo inusual. Un gesto solidario y digno que todavía tienen personas que dirigen oficinas de servicio a la población.
«Exhorto a que el caso sea un ejemplo para los representantes de instituciones. La amabilidad y la cortesía no cuestan nada. Le doy mil gracias a Matos por su corazón».