Acuse de recibo
El doctor Alfredo Estrada (Waldemar Peña 87, Rpto. Nuevo Sosa, Las Tunas) está cumpliendo una misión en Gambia, y relata una controversial historia sobre lo que considera es una arbitrariedad impune.
Cuenta que el Consejo de la Administración Municipal, en el 2006, le asignó una parcela para que construyera su vivienda y fue allí el funcionario de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV): «midió diez metros de frente por 19 de largo, sin que me entregara constancia escrita de ello. Allí levanté la vivienda, luego de que se me otorgara la licencia de construcción».
Además de la casa, Estrada hizo la cisterna y una letrina en los límites del terreno, dentro de los 19 metros. Y estando ya en Gambia, el funcionario de la UMIV quitó la cerca que delimitaba y otorgó el colindante a otra persona, «afectando la cisterna, la letrina y parte del solar», dos años después de que se lo otorgaran.
Entonces, la esposa de Estrada fue a la UMIV y el propio funcionario alegó que lo entregado eran 17 metros, y el doctor se había excedido. Lo dijo sin mostrar documento probatorio.
Cuando Estrada vino de vacaciones de Gambia, fue a la Dirección Municipal de Planificación Física para que le mostrasen la microlocalización del terreno. Luego de varias visitas, nada logró. Sí mandaron a los técnicos a medir la manzana completa, pero el Subdirector le dijo que ellos no tenían que darle microlocalización alguna, que se delimitaría a partes iguales con el dueño de atrás.
El 25 de noviembre de 2009 el doctor fue a la Oficina de Trámites de Vivienda a presentar reclamación. Allí estuvo seis veces, hasta que recibió una llamada, en la cual se le comunicaba que no procedía.
Al final, le plantearon que se reunirían para analizar su caso. Ya Estrada de nuevo en Gambia, su esposa escribió a esta sección el pasado 1ro. de marzo: habían pasado más de 90 días y aún no tenía respuesta.
Ocho familias en un inmueble que puede derrumbarse. Este fue el alerta que el 11 de febrero último trajeron a estas líneas la capitalina Isabel Mena Hernández y sus vecinos (Edificio No. 803, Calle Línea, entre 2 y 4, Vedado, Plaza de la Revolución).
De acuerdo con su misiva, desde octubre de 2005 se derrumbó una parte del techo del pasillo en el segundo y último piso de la construcción. Sobrevino el desplome del mismo pasillo y tuvo lugar la incomunicación de cuatro hogares.
Luego, la necesidad de un puente de madera, el apuntalamiento y un sinnúmero de gestiones a nivel municipal y provincial. A comienzos de 2009 les afirmaron a los residentes que el No. 803 estaba incluido en el Plan de Inversiones y Reparaciones del año. Pasaron los 12 meses y nada.
Justamente alarmados por el deterioro cada vez mayor del edificio, los vecinos han llegado a solicitar que les vendan materiales, que ellos mismos acometerán la reconstrucción.
En respuesta a aquella misiva, llega la carta de Ivette Pérez Vuelta, directora de la Unidad Provincial Inversionista de la Vivienda (UPIV). Afirma Ivette que ciertamente la situación del inmueble —que data de 1930— es grave, por lo cual se clasifica como «inhabitable, reparable por medio de reparación mayor».
«Dicho estado técnico obligó —ante derrumbe grado A— al apuntalamiento y falsa obra para la circulación. Y quizá las respuestas ofrecidas por diferentes instancias no fueron convincentes; pero lo cierto es que se necesita una rehabilitación capital por constructores especializados. Y hoy enfrentamos limitante de estos en la ciudad, que va aparejada a la falta de recursos especiales para acometer tales acciones», explica la directiva.
La situación estructural del edificio —prosigue— no posibilita la venta de materiales para acciones por esfuerzos propios», porque esto, lejos de ayudar, empeoraría las cosas.
Argumenta la Directora que a inicio de 2009 se planearon acciones a partir de posibilidades de fuerza de trabajo que no fructificaron; y que la solución inmediata del caso se aleja de la capacidad de acción inmediata del territorio.
Sí existe la posibilidad de acometer «acciones de urgencia en los apuntalamientos (rectificación) y mejorar lo referido al pasillo», concluye.
Este redactor, a más de agradecer la respuesta y comprender la difícil situación logística, piensa que algo habrá que hacer para que estos capitalinos no sean víctimas de un derrumbe.