Acuse de recibo
La Empresa Azucarera Abel Santamaría, en Encrucijada, Villa Clara, está trabajando en condiciones sumamente inseguras en su área industrial, específicamente en el propio central.
La denuncia la hace con todo fundamento, y en nombre del colectivo, Marisol González (Calle Central Este No. 31, Calabazar de Sagua), técnica de Seguridad y Salud del Trabajo de esa industria.
«Si tenemos en cuenta la legislación laboral vigente en materia de seguridad y salud del trabajo —señala Marisol— y queremos aplicar las medidas legalmente establecidas, son muchas las infracciones, según la Resolución 39-2007 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que estamos cometiendo, las que nos llevarían a la clausura de la fábrica».
Precisa que desde hace varios años presentan una crítica situación con el techo, el cual está afectado en un 90 por ciento de su área. Las estructuras, vigas y angulares están podridos, y sueltas las planchas que están encima, con peligro de caerse.
Llueve igual adentro que afuera, y el peligro es que se mojan las pizarras de distribución eléctrica de las áreas. Hay motores de alto voltaje expuestos a la intemperie. Las bandejas de los cables están en mal estado. Hay motores eléctricos conectados directos a corriente de 440 voltios, por no existir medios de protección para ellos. Les faltan tapacetes a muchos motores, con riesgo a mojarse y quemarse.
A ello se le suma, según Marisol, el hecho de que los trabajadores eléctricos no cuentan con medios de medición de la corriente. Prácticamente trabajan a ciegas. El taller de maquinado está expuesto a agua y sol, pues no presenta laterales. La mayoría de los pisos están desconchados; solo el área de centrífugas lo tiene regular.
Refiere la técnica que del 8 al 12 de febrero tuvieron una inspección de la Oficina Nacional de Inspección del Trabajo (ONIT), la que dejó una serie de infracciones detectadas, y ello generó multas y medidas disciplinarias para directivos y técnicos de la empresa.
Lo más preocupante es que todos esos problemas, según Marisol, son de conocimiento de la dirección de la empresa, el Grupo Empresarial Azucarero (GEA) y el Sindicato. «Los propios trabajadores —prosigue— han planteado la situación en reuniones sindicales, y en los matutinos especiales realizados en la empresa por el GEA. Y la solución no aparece».
Marisol es terminante cuando se pregunta «si aparecerán los recursos para resolver esta situación. ¿Será tan difícil encontrar techos, después de haber desmantelado tantos centrales a nuestro alrededor?».
Guillermo E. Deán Ruiz (Edificio 8221, apto. 5, reparto Guiteras, Ciudad de La Habana), quiere agradecer el esmero y la devoción con que fue atendida su mamá en el hospital provincial José R. López Tabranes, de la ciudad de Matanzas.
Cuenta que la señora fue internada muy grave en ese centro asistencial el pasado 13 de febrero, y se hizo lo indecible por salvarla en la Sala K donde ingresó: los doctores Alfredo Misiara y Erasmo, los enfermeros Yaisel, Leo, Patria, Esperancita y otros, el personal del pantry y de Servicios, en especial los que le suministraban el oxígeno; los estudiantes de Medicina de Paraguay, Panamá, Venezuela, Chile, México y Cuba, por supuesto, pero en especial al saharauí Hassan, «en extremo cariñoso y amable».
Por encima de que el hospital pide a gritos una reparación, subraya, lo más importante es que le dieron una atención de excelencia. Y aunque la anciana falleció, la familia entera no olvidará nunca cuánto se hizo, y con qué cariño, por su vida.