Acuse de recibo
Como un manantial indetenible fluía en esta columna la voz de la habanera Carmen Mezo Guía (Ave. 83, No.7016, entre 70 y 72, Rpto. Bellita, Alquízar) el 19 de septiembre de 2009.
Alertaba entonces la lectora sobre la ausencia de agua en su municipio desde hacía más de diez meses.
Cuando los vecinos se preocupaban por la escasez del líquido ante las autoridades locales, las respuestas dejaban lagunas lamentables. En Acueducto les explicaron que la parte de la computadora que estabilizaba la distribución estaba descompuesta. Otro argumento —de Comunales— era que el tubo principal se encontraba roto y que no había repuesto.
Que si el agua se pondría por horarios, que si se construiría un tercer acueducto para la zona… Y hasta comenzaron las labores de esta nueva instalación, pero todo quedó en la nada.
Al respecto nos escribe Abel Salas García, delegado del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en La Habana.
Refiere el Delegado que, efectivamente, la rotura del compensador de arranque del motor, en tres oportunidades, así como de la conductora de 12 pulgadas, en dos ocasiones; y la inestabilidad con el voltaje en el banco de transformadores que alimenta el equipo de bombeo, habían provocado los problemas denunciados por Carmen.
«Los compañeros de la brigada de electromecánica repararon el compensador de arranque una vez que los miembros de la Organización Básica Eléctrica del municipio estabilizaron las variaciones de voltaje. Se arregló la tubería de 12 pulgadas, además de regular la válvula de llenado directo de los tanques de los edificios. Estas acciones garantizaron el servicio de agua en la zona afectada», informa el directivo.
En entrevista con la remitente, se le explicaron las labores realizadas y lo innecesario de construir otro pozo. Se le había brindado una información errónea. Ella manifestó su satisfacción por las acciones acometidas.
«Resulta lamentable —culmina el funcionario— que asuntos que pueden y deben tener respuesta en los municipios, a partir de la atención que merecen las quejas de nuestro pueblo, tengan que esperar por el señalamiento en los medios de difusión masiva».
Agradecemos a Abel Salas García su misiva. Solo nos preocupa que nada se diga de las medidas con quienes mal atendieron a los habitantes de la zona.
Ya no podía estar tranquila. Salir a trabajar y saber que su madre de 86 años se movía entre las filtraciones del apartamento y el peligro de un corte eléctrico, tenía sin sueño a la tunera Beatriz Venegas Nápoles (Calle Orlando Venegas, edificio No.9, Apto. B-3, Manatí).
Por eso, dio a la luz aquí, el 21 de noviembre de 2009, su preocupación y las gestiones que hasta el momento había realizado.
El arquitecto de la comunidad —narraba la reclamante— revisó el apartamento y detectó un tubo hidráulico roto, pero comunicó a Betriz que tenía que esperar por cuestiones de inventario. En un momento llegaron a decirle a la remitente que sacarían fuera de la pared los cables eléctricos, pero todo seguía detenido.
A propósito llega la carta de Armando Cruz Leyva, director de la Vivienda en el municipio de Manatí. Comenta Armando que luego de una investigación se comprobó que la lectora tenía razón en cuanto a las filtraciones que sufren su apartamento y el B-2.
Asimismo —argumenta el directivo— se supo que en la defectación técnica realizada por el arquitecto de la comunidad no se había podido determinar con precisión la avería, pues las instalaciones de los desagües del fregadero y los lavaderos pasan entre el piso.
«También le explicamos que en los almacenes de la Microbrigada Social de la Vivienda se encuentra el recurso disponible para erradicar estas filtraciones… Y el hermano de la remitente, dada la experiencia que tiene en la rehabilitación de las redes hidráulicas, realizará el trabajo con la ayuda técnica del arquitecto».
Agradecemos la respuesta de Armando Cruz Leyva y esperamos que no tarde en llegar la tranquilidad para Beatriz y su anciana madre.