Acuse de recibo
Desesperada por la falta de culeros desechables para su hijo Síndrome Down, nos escribió en marzo último Mariolys Escobar Fitó, desde el capitalino municipio de Boyeros. Contaba Mariolys que en 2008 estos implementos sanitarios que el Estado les asigna a casos como el de su niño —con incontinencia fecal y urinaria— habían sufrido un atraso enorme.
La Dirección de Asistencia Social —afirmaba la remitente— debía primero visitar a los casos con expedientes al respecto y ver en qué situación se hallaban. Después, específicamente en la capital, los culeros no se podían vender, porque no tenían precio.
Luego de varias llamadas a Asistencia Social, el obstáculo era que «ya estaban en manos de EMSUME (Empresa Nacional de Suministros Médicos) y que esta entidad era la encargada de repartirlos en las distintas farmacias».
Finalmente, le dijeron a la preocupada madre que los culeros no llegarían, «porque los que habían dejado en EMSUME para la capital, eran todos para adultos».
Ahora responde el doctor Ismael Castillo García, director de la EMSUME.
Explica Ismael en su misiva que desde el año 2005 este producto —a la sazón importado de México— comienza a ser circulado por la entidad que él hoy dirige. En aquel momento «se registraron los expedientes de los pacientes inscriptos en esta empresa (...) y se les vendió en la Farmacia de Efectos Médicos de Infanta, en la capital (si no el ciento por ciento, la inmensa mayoría de esos casos solamente eran de Ciudad de La Habana). El número no pasaba de cien».
Ese mismo año, refiere el Director, «se identifican en una Feria Médica en China culeros desechables de buena calidad y a precios más competitivos (...). Esto, unido a un incremento en el plan de importación de la EMSUME, provoca que en el 2006 se adquirieran estos productos para 700 necesitados, entre niños y adultos (se destinaron del plan 135 888,62 CUC)».
Y así, cuenta el directivo, en el 2007 se dio cobertura a unos 1 000 casos y en el 2008 a más de 3 000. En este último año, al precio de más de un millón de CUC.
En el caso de Mariolys, afirma el doctor Ismael, «se pudo comprobar que una semana antes de que saliera publicada la queja, ya había recibido el autorizo para adquirir un año de cobertura de culeros».
También, explica el funcionario, le fueron asignados con anterioridad estos implementos a Ciudad de La Habana, con talla de adulto pequeño; para tratar de dar solución a varios casos que los necesitaban pediátricos, pues de este último tipo no llegaron hasta fines de 2008.
«Esto, sentencia, unido a la desagregación por áreas de salud de los expedientes, según indicaciones de Asistencia Social, fue lo que provocó la demora en la distribución de las tallas pediátricas».
En la capital «ya han recibido respuesta 250 niños y cubrimos otros 700 más a partir del presente mes. En el caso de los adultos, se podrá dar cobertura a más de 1 500 personas necesitadas.
«Según los datos de Asistencia Social, el universo de pacientes que demandarían culeros desechables (encamados, postrados e incontinentes) asciende en todo el país a 100 000, de ellos 5 000 niños. Esto demandaría alrededor de 25 millones de CUC al año.
Afirma el doctor Ismael que «la solución definitiva de este tema sobrepasa los límites del MINSAP. Deberá ocurrir con la culminación de la inversión propuesta de la planta productora de culeros desechables, a ejecutar por el MINBAS, en Santiago de Cuba, que según se plantea será para el 2010».
Agradecemos al doctor Castillo su detallada respuesta, evidencia de los malabares que deben hacerse cuando se pretende repartir entre los más necesitados los escasos recursos del país.
Este redactor, no obstante, apuntaría dos elementos. Primero: que pudieron aclararse más las causas y responsables de la desinformación sufrida por la mamá remitente de la queja.
Y dos: que mientras la solución definitiva llega, habrá que pensar —como seguro ya está haciendo el MINSAP— las vías alternativas para aliviarles esta delicada necesidad a quienes la padecen. En Acuse podrían publicarse esas soluciones de contingencia. El ingenio y la solidaridad, entre mil privaciones, siempre han puesto a flote a Cuba de la Caridad.