Acuse de recibo
Hoy Lizette M. Vilá, directora de Bufetes Colectivos de Ciudad de La Habana, sella con su respuesta la historia del dilatado divorcio de Aranne Alemán, reflejada aquí el 16 de noviembre. Y uno aboga porque, más allá de la solución puntual al caso, se eliminen de raíz anomalías en un trámite tan importante.
Primero, recontemos: Aranne, quien reside en Tercera número 30022, en el barrio capitalino de Santa Fe, se presentó a fines de julio pasado en el Bufete Colectivo sito en la oficina de Trámites de esa localidad, para contratar los servicios de un abogado con vistas a iniciar un proceso de divorcio en rebeldía.
Le indicaron que entregara los documentos lo más rápido posible, y así lo hizo. Al siguiente día llevó la certificación de matrimonio, un sello timbre por valor de diez pesos, y 192 pesos para pagar el servicio. Entonces, la técnica le comunicó que en ese momento no tenía modelo de solicitud, pero que el trámite «caminaría» durante el mes de agosto. Le orientó que se mantuviera llamando por teléfono para conocer la marcha del caso.
Pasó agosto, y Aranne comenzó a llamar en septiembre: Todavía no está, fue la respuesta sucesiva. A fines de septiembre logró comunicarse con la abogada, quien le comunicó que su trámite lo había presentado la asistente el 16 de ese mes. Y desde entonces, la solicitante se mantuvo llamando, sin solución alguna.
Por azar, Aranne se topó con una de las empleadas del Bufete que reparte las citaciones, y esta le dijo que había tenido su papel en las manos, pero lo había devuelto al Tribunal porque la dirección estampada estaba incorrecta. Tenía fecha 20 de octubre y ella la recibió el 29. La citación decía que a partir de esa fecha, el demandado tenía 20 días para personarse ante el Tribunal.
«Pasaron los 20 días —afirmaba ella entonces—, me presenté en la oficina y no había nadie. Me he mantenido llamando y no hay nadie. Realmente estoy algo consternada. No es fácil que ante problemas que se presentan, haya personas tan irresponsables que, incluso cuando no es culpa del cliente, no tengan una respuesta ante cualquier situación».
Al respecto, responde Lizette que Aranne tiene toda la razón, pues «se constató la demora injustificada de la técnica jurídica que la atendió, a finales de julio, en entregar a la abogada la documentación presentada por la clienta, lo cual devino en atraso de un mes. Por incumplimiento en sus obligaciones y el perjuicio causado, la trabajadora resultó administrativamente sancionada». (No especifica que tipo de sanción...)
Señala la directora que el divorcio se encuentra en tramitación dentro de los términos establecidos, y Aranne ha sido debidamente instruida de los pasos a seguir, atendiendo a que se trata de un divorcio en rebeldía del demandado, pendiente de proposición y práctica de pruebas.
Aprovecha para informar que, ante cualquier inconformidad con la prestación de servicios que se brindan en los Bufetes Colectivos de la capital, puede acudirse a la dirección del bufete en cuestión, o a la Dirección Provincial, sita en calle 19 número 667, altos, entre A y B, en el municipio de Plaza de la Revolución; o comunicarse a través de los teléfonos 831-1706 y 830-0669.
Ojalá que nadie tuviera en lo adelante que utilizar esos mecanismos para divorciarse, porque una empleada se «divorcie» así como así de sus deberes.
Luis René tendrá empleoLa segunda carta de hoy es la respuesta de Arián Piñero, subdirector de Empleo de la Dirección Provincial de Trabajo de Ciudad de La Habana, a la queja de María Elena Beatón, reseñada aquí el propio 16 de noviembre.
Entonces, María Elena (calle 184, Edificio 57, apartamento 12, Mulgoba, municipio capitalino de Boyeros) exponía que su hijo, Luis René Lorán Beatón, es graduado de Cultura Física y no ha tenido suerte con la ubicación laboral, a pesar de que es atleta activo, pues ocupa la portería del equipo de fútbol Industriales.
Precisaba la madre que el joven ya había concluido su Servicio Militar y no aparecía una plaza para él, a contrapelo de la política estatal para con los graduados. El 1ro. de septiembre la «provincia» lo envió con boleta de empleo para el municipio de Cerro. Y cuando llegaron allí, ya le habían dado la plaza a otra persona.
Continuaron sus gestiones en la «provincia», y entonces lo enviaron a Boyeros, y este lo remitió a Plaza. Allí supuestamente iban a aceptarlo, pero no tienen plaza. Al final, llevan meses gestionando sin que aparezca una solución.
A propósito, aclara Piñero que se entrevistaron con María Elena y su hijo para esclarecer lo sucedido. El joven es graduado de nivel medio en la Escuela Provincial de Deportes y no universitario, como se planteaba. Y los egresados de ese tipo de escuela no son ubicados por la Dirección de Trabajo. Y ello era de conocimiento de María Elena, quien, cuando aludía a la provincia y a los citados municipios, se refería a las respectivas direcciones de Deportes, que es el organismo encargado de la ubicación del joven.
Aun así, refiere que la subdirectora de Asistencia Social de Trabajo en la capital contactó con el asesor del director de Deportes en Ciudad de La Habana, y este se comprometió a solucionar el caso. Y agrega que la propia María Elena les comunicó posteriormente que ya había sido citado el atleta en la Dirección Provincial de Deportes. Y de ello se colige que tendrá empleo.
Sería saludable que la Dirección Provincial de Deportes informara a esta columna cuál es la situación del joven, y cómo se realiza por ellos la ubicación de los egresados de tales escuelas.
El oscuro olvido de las luminarias
Edilberto Rodríguez Tamayo me escribe desde el edificio 2, apartamento 38, en el reparto Caribe, de Moa, en la provincia de Holguín. Y se duele de que esa ciudad industrial carezca de algunas condiciones urbanísticas y servicios muy elementales. Y especifica uno de esos servicios deficitarios: el alumbrado público.
Durante más de diez años, precisa, hubo un entorno urbano muy oscuro; pero finalmente se logró que se iluminaran las principales avenidas. «Lamentablemente nos afectó el ciclón Ike, y por acá no se tuvo la previsión de retirar las luminarias... Tres meses después de aquel suceso, varias de estas luminarias están como mismo las dejó el ciclón: enterradas, dobladas o tiradas en medio de la acera. Por supuesto, una buena parte de los cables de alimentación han desaparecido».