Acuse de recibo
En un país con tantos problemas de vivienda, es bochornoso que la feliz idea de construirles casas a los médicos internacionalistas tropiece con ineficiencias e irregularidades en el camino a la hora final de habilitarlas con todos los requerimientos.
Aun cuando fuera el único caso en el país, bien merece un detallado análisis crítico el caso que cuenta el doctor Alfredo Tamayo Gutiérrez, vecino de Ahogados número 1910, entre 14 y 15 Sur, en la ciudad de Guantánamo:
Alfredo habla en nombre de los médicos a quienes se les asignaron viviendas en un edificio construido en calle 14 Norte, entre San Lino y Beneficencia, en el reparto Caribe de esa ciudad. Cuenta que el inmueble fue concluido el 1ro. de mayo del presente año, y el 18 de junio fueron citados los beneficiados para entregarles sus respectivos apartamentos.
Pero... la entrega no pudo hacerse porque las viviendas aún presentaban ciertos detalles que requerían correcciones: faltaban interruptores de la luz eléctrica y las puertas de aparadores de las cocinas. Y lo más importante: no se habían colocado los metros contadores de la electricidad.
En agosto se solucionaron todos los detalles, excepto el decisivo: la Empresa Eléctrica aún no había habilitado la corriente y los contadores. Ante tal freno, los interesados se dirigieron a las oficinas de la sucursal del reparto Caribe, y allí les explicaron cuál era el quid de la demora: los nichos o cajas donde se colocan los contadores habían sido elaborados con tableros de bagazo de caña. Y ellos se negaban a instalar los metros contadores, porque cuando ese material se humedece, tiende a desmoronarse. Hasta que la empresa constructora no lo cambiase, no pondrían los contadores y la corriente.
Los afectados fueron a la empresa constructora. Y allí les dijeron que a los tres anteriores edificios de ese tipo que construyeron le instalaron esos mismos nichos, y no hubo problemas con la Empresa Eléctrica. Pero al final se comprometieron a cambiarlos por cajas de madera.
Al fin, el 21 de octubre ya estaba sustituido el tablero de bagazo por las cajas de madera. De inmediato, se informó a la sucursal eléctrica para que colocasen los contadores. Dijeron que irían el jueves 23 de octubre. Y no fueron. Argumentaron que la empresa no les había enviado el transporte. Y posteriormente, han alegado que no tienen interruptores de 220 volts para los metros contadores.
«Tanta morosidad por parte de la Organización Básica Eléctrica —apunta el doctor Tamayo—, ha traído como consecuencia malestar en los futuros moradores de estos inmuebles, y daños en las propias edificaciones y sus alrededores, víctimas de las indisciplinas sociales.
«En los bajos del edificio han sido ralladas las paredes, y hasta se han defecado en la entrada y parte baja. Hay suciedad por todas partes, sin hablar del jardín que se plantó desde mayo, ya desaparecido.
«En similares condiciones se encuentra un segundo edificio, que fue concluido dos meses después. Suponemos que la empresa constructora tendrá que repintar muchas de las paredes, replantar el jardín y reponer los daños del inmueble antes de ser entregado.
«Nos hemos dirigido a dirigentes de Salud Pública que tienen que ver con esa actividad y a otras autoridades del territorio. Y solo recibimos respuestas deslizantes. Nadie es capaz de darnos una respuesta clara.
«Resulta lastimoso que por negligencia y morosidad, se pierda algún recurso, más aún si se trata de las viviendas, uno de los problemas más críticos de la sociedad cubana», enfatiza finalmente el doctor Tamayo.
La historia del doctor Tamayo nos deja preocupados. Ya es bastante con la grave y deficitaria situación habitacional del país, por problemas de recursos insuficientes para tanta demanda.
Es imperdonable que problemas organizativos y de falta de integralidad, coordinación y previsión en inversiones de este tipo, agraven más una calamitosa realidad, e impliquen, además de pérdidas económicas, ansiedades y relegamientos en los beneficiarios de esos serios esfuerzos del Estado cubano.