Acuse de recibo
«Las respuestas no son para satisfacer al periódico ni a un periodista, sino para el pueblo, que acude a los medios como último recurso de credibilidad, cuando falla la comunicación y la adecuada y necesaria atención ante cualquier problemática que lo afecte».
No lo dice este obsesivo redactor, ni está extraído de los debates de ningún congreso de periodistas. Lo afirma en su carta el lector Félix Amaro Sánchez, vecino de avenida 20, número 6105, en el reparto Las Minas, aledaño a Playa Alegre, en la hermosa ciudad de Cienfuegos. Y si seguimos el rastro de su historia, como muchas historias desgranadas en esta columna a diario, podremos entender por qué comienza con ese alegato.
Amaro escribe cumpliendo un acuerdo de la reunión ordinaria de la dirección de la Zona 156 (Ernesto Che Guevara), de la circunscripción 69, y los respectivos ejecutivos de los siete CDR que conforman el reparto Las Minas, «ante la falta de interés y ninguna agilidad de las entidades emplazadas desde hace ya unos años», y «después de un largo bregar por autoridades, direcciones administrativas, planteamientos en asambleas de rendición de cuentas del delegado, quejas personales y todo tipo de gestiones».
El problema es la crítica situación que presenta gran parte de esa barriada: dos fosas desbordadas, que disparan residuos fecales y albañales por una zanja abierta por las calles. Todo un recorrido de miasmas por el barrio, con su comparsa de vectores (ratas, cucarachas, moscas...). Fetidez, infecciones, contaminación de las acometidas de abasto de agua...
Como si fuera poco, despilfarro de agua potable por las calles, salideros en las viviendas y en las redes; y al propio tiempo deficiente abasto del universal líquido en la zona alta. Calles destrozadas, prácticamente inaccesibles, con rellenos provisionales y efímeros, sin calidad. Un pase de alcantarilla en la avenida 20, entre 59 y 61, con gran peligro para vehículos. Cortaron la calle, entubaron el pase de drenaje, y quedó allí expuesto a la erosión como un emblema de la indolencia. Ya prácticamente está intransitable.
Y entre tantas fealdades y desaliños, para coronar, la urgente necesidad de un receptáculo para la recolección de los desechos de los vecinos. En la esquina de 20 y 61, asegura, se vierte alrededor del poste de la electricidad cualquier inmundicia.
Después de mucha gestión, se logró mejorar el alumbrado público, pero nadie sabe por qué apenas lo encienden y permanece oscura parte de esa zona.
Amaro, que es hombre de filo y combate, esgrime el derecho de todo ciudadano, amparado en la Constitución de la República, de dirigir quejas a las autoridades; y el deber de estas, también prescrito en la Carta Magna, de atenderlas y responderlas en el plazo adecuado. Pero según su testimonio, eso no fluye fecundamente en la barriada de Las Minas.
No solo en Las Minas, Amaro; en muchos otros rincones hace falta que se atiendan verdaderamente las quejas. Hay acomodamiento institucional, y subestimación de los sentires y padeceres de los ciudadanos. Es más fácil y socorrido ampararse en elusiones, negativas y carencias (que son muy reales estas últimas, es innegable). Pero el principal óxido que puede corroer la democracia socialista (creo en ella y la sigo defendiendo) no es la falta de recursos, sino el burocratismo insensible y la indolencia de los que no ven rostros a su alrededor y solo miran hacia arriba. La carcoma más peligrosa es el irrespetuoso desdén por los problemas y sufrimientos de los seres humanos.
Que me perdonen Amaro y muchos otros, por haber tomado este pasaje de material de estudio y de estribo, hasta verter ciertas penas y amarguras... para de nuevo alistarme animoso en el combate. Hay que sanear, porque en esos impunes vertederos de nuestras vidas, en toda la miasma de la conformidad, están los pantanos donde pueden hundirse algunos de nuestros cimientos.