Acuse de recibo
Las autoridades de Cárdenas se proponen construir un nuevo vertedero en esa ciudad del litoral norte matancero, que sustituya al existente a solo 500 metros del reparto Brisas del Mar, motivo de tantas quejas por su impacto medioambiental.
La noticia la envía Reynaldo Vázquez, director de Servicios Comunales en la provincia de Matanzas, en respuesta a la queja —publicada en esta sección el pasado 13 de junio— de Yanira Arias, vecina del reparto Brisas del Mar de esa ciudad.
Entonces, Yanira alertaba del ecocidio que supone ese vertedero concebido sin las más mínimas normas técnicas, y peligroso para la salud: allí se quemaban indiscriminadamente desechos, entre ellos restos de plomo, níquel, cadmio, mercurio y otras sustancias muy perniciosas.
Dada la incidencia de enfermedades respiratorias en los habitantes, a consecuencia de la densa capa de humo resultante, la queja se planteaba en las asambleas de rendición de cuentas y se había tramitado con las autoridades gubernamentales, Servicios Comunales y el CITMA. Pero el vertedero continuaba allí, envenenando a los vecinos.
Al respecto, precisa Vázquez que luego de una evaluación de los riesgos y daños al medio ambiente, se propuso la inversión para situar un nuevo vertedero, para lo cual se solicitó a Planificación Física la microlocalización del sitio idóneo.
Hasta que exista la nueva solución, aclara, se ha fortalecido la protección del actual, y se exigen ciertos parámetros: la selección de los desechos de plomo, zinc, aluminio, cobre y níquel, con destino a Materias Primas; la prohibición de la quema de desechos sólidos; la limpieza de las áreas aledañas y el mantenimiento con un buldózer encargado de enterrar la basura.
Hubo insensibilidad y desatenciónUna historia de nunca acabar reveló aquí el pasado 3 de agosto Imelda Aleaga, vecina de la ciudadela sita en Espadero 118, entre Jorge y Figueroa, municipio capitalino de 10 de Octubre: En mayo de 2007, la Micro Social del municipio envió a la ciudadela una brigada de constructores para la reparación del techo, que estaba en mal estado; pero estuvieron días sin laborar, «esperando las orientaciones de sus jefes acerca de cómo debían hacerlo».
Cuando comenzaron a cubrir la primera vivienda, lo hicieron poniendo las tejas sobre el techo viejo, que estaba muy deteriorado. Los vecinos alertaron de la mala calidad del trabajo y se personó la técnica inversionista, quien paralizó la obra. Luego les manifestaron que se continuaría. Pero no fue así.
Después les propusieron concentrar el trabajo en el techo y no incluir las paredes, con lo cual estuvieron de acuerdo los vecinos. Ya en septiembre, Imelda volvió por allí, y le aseguraron, una vez más, que el trabajo se iba a realizar. Tenían todos los recursos. Esa misma respuesta le daban cada vez que iba allí.
Con mil sacrificios, Imelda hizo por sí misma lo de su pared, y fue nuevamente a comunicarles que solo tendrían que poner el techo. Por enésima vez, le ratificaron que el trabajo se iba a concluir.
En diciembre de 2007, al ver que el techo se estaba derrumbando por partes, hubo que tumbarlo y hacerle con pedazos de fibro una reparación que no alivió mucho, pues el agua continúa penetrando.
La nueva jefa de obra les planteó que si conseguían transporte, les daría los materiales. Pero después no pudo ser, porque debían estar todos los factores: inversionista, jefe de brigada, la técnica y ella misma, «cosa imposible en ese lugar donde el peloteo se va de jonrón, y seguimos bajo la lluvia», decía Imelda.
Al respecto, señala Manuel Burón, director de la Micro Social en Ciudad de La Habana: «La realidad ha demostrado que todo hubiese sido resuelto desde la primera visita a la entidad de la señora Imelda, promotora de la queja, ante la insensibilidad por parte de los responsables de canalizar de forma ágil la solución del caso».
Precisa que a raíz de la publicación de la queja se visitó a los vecinos y se coordinó con ellos para realizar por esfuerzo propio todos los trabajos pendientes. «Todo fue posible por la disposición de los mismos y por la entrega inmediata de los recursos materiales necesarios para concluir la obra».
Agrega que el caso se analizó y se tomaron medidas disciplinarias con los responsables de la indolencia. Se disculparon con los vecinos, quienes vienen trabajando en la solución del problema, con alto grado de satisfacción.