Acuse de recibo
Ya está de vuelta esta sección, luego de un receso ante las urgencias informativas impuestas por los huracanes Ike y Gustav. Las graves secuelas de ambos ciclones acrecentarán considerablemente las restricciones materiales. Eso no lo desconoceremos, gravitará en nuestros análisis.
Pero con más razón esta columna sí reflejará y combatirá problemas como la desorganización, la indisciplina, el descontrol, el despilfarro, la chapucería, la desatención a los ciudadanos y la burocracia, que agravan más las dificultades. Como también a los que se aprovechan de situaciones tan graves para esquilmar al prójimo.
En esta última cuerda, converjo con la inquietud de Pedro Arturo Menéndez, vecino de Avenida 24 de Febrero, Edificio 10, apartamento 1044, entre 5 y 6, Barrio Obrero, en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón.
Refiere el lector que tras el paso de Ike, todos sin servicio eléctrico, y sin saber cuándo se restablecería, en tiendas en divisas vendieron velas y se armaron las consiguientes colas. Pero hubo compradores que arrasaron, con la anuencia de los vendedores. ¿Qué sucedió? Luego comenzó la revendedera en la calle, a precios muy superiores. «¿Y qué pasaba? Nada».
Pedro pone otro ejemplo: Por la Virgen del Camino vendieron huevos, y los personajes de siempre dominaban la cola, para revenderlos, a precios elevados. En los alrededores de Cuatro Caminos los llegaron a ofertar a tres pesos. Él piensa que en épocas de emergencia hay que tomar medidas de emergencia y ser más combativos: «Los inspectores y los agentes de la autoridad deben desempeñar su papel y no permitir que las serias dificultades por las que estamos pasando, sirvan a personas sin escrúpulos para aprovecharse del momento y dominar el comercio».
¿Por qué esperar a momentos críticos?: Es la pregunta que lanza Prisco Barroso, vecino de Luis Estévez 424, entre Figueroa y D’Strampes, en el barrio capitalino de Santos Suárez.
Cuenta él que por más de un mes, los escombros de una demolición cercana a su casa permanecían obstruyendo el libre curso de las aguas. Al llover, las aguas no podían acceder a las alcantarillas y buscaban salida por las acometidas de aguas albañales de algunas viviendas.
Pero el 30 de agosto, ante la cercanía del huracán Gustav, se movilizaron recursos. Enviaron una potente pala frontal y varios camiones, que en minutos despejaron todo. «¿Por qué esperar a momentos críticos mientras el sistema de alcantarillado colapsa con los escombros de demoliciones, reparaciones, podas y tarecos?», se pregunta.
¿Qué espera Vivienda?: Rolando Aleaga Santiesteban, residente en Edificio 6, apartamento 22, Tararaco, Playa Santa Lucía, en el municipio camagüeyano de Nuevitas, relata que en 1980 se le otorgó esa vivienda donde reside, la cual terminó de pagar.
«Y por negligencia de no sé quién, pagué 4 000 pesos más de lo indicado en el contrato. Al presentarme en la Dirección Municipal de Vivienda de Nuevitas, se me dijo que presentara la solicitud para otorgarme el Título de Propiedad. Esto ocurrió ya hace dos años, y no he recibido el dinero que pagué de más ni el título de propietario». (¡...!)
Problemas para categorizarse: Desesperado está Carlos Fidel Marrero Muñoz, de Avenida 7 de Diciembre, Edificio 4, apartamento 10, reparto Cardoso, en la ciudad de Santa Clara.
Él es licenciado en Cultura Física desde 1986, y se graduó en el curso para trabajadores de la Facultad de Villa Clara. El curso pasado realizó su categorización como Profesor Auxiliar, para lo cual le solicitaron, entre otros documentos, el índice académico obtenido en la carrera.
Lo solicitó a la propia Facultad villaclareña, y le informaron allí que debía pedirlo al Instituto Superior de Cultura Física Manuel Fajardo, en la capital. Carlos Fidel llamó a la secretaria docente de esa institución y esta le informó que él debía llevar una solicitud formal con los motivos por los cuales la necesitaba.
Se presentó allí el 16 de mayo pasado, previa llamada telefónica a la compañera, quien le ratificó que estaría presente. Y luego de trasladarse desde Santa Clara a la Ciudad de La Habana, en la recepción le dijeron que quien debía atenderlo estaba en una reunión y no regresaría. Viaje perdido con el consiguiente gasto de dinero.
Allá en Villa Clara le comunicaron que si no tiene ese documento, no tendrá validez su categorización. Posteriormente, una sobrina de Carlos Fidel, de visita en la capital, intentó recoger el documento y le comunicaron que la compañera estaba con certificado médico, y los demás estaban atareados en la confección de los títulos para los graduados del curso recién clausurado.
«Yo me pregunto —dice el remitente— ¿cuántos estarán pasando por lo mismo? ¿Por qué no existe esa información en forma digital en cada provincia? ¿Por qué una sola persona es la encargada de dar ese documento? Por no tenerlo, no puedo impartir clases y mucho menos mejorar salarialmente».
El honesto desconocido: Por estos días, cuando el dolor ha tocado fondo, necesitamos historias como la narrada por Emilio Lorenzo Surí, vecino de Calle 9, Edificio 1, apartamento 4, entre A y B, en la localidad habanera de Bejucal.
Refiere que el 4 de septiembre, día en que cumplía 40 años, su hijo Emilio Lorenzo Acosta colocó mal en su bolsillo la billetera luego de realizar un pago, camino del trabajo. Y la perdió. ¡Qué cumpleaños! La billetera, además de todos los documentos de identificación, contenía 20 pesos y 2 CUC.
Pero al siguiente día, en horas de la mañana, se presentó en su vivienda, en La Ceiba, municipio capitalino de Playa, un hombre acompañado de una niña, para entregar la billetera con todo lo que contenía. No había nadie presente, por lo cual, el honesto desconocido se la dejó en casa de unos vecinos.
Estos intentaron conocer la identidad del hombre, para cuando Emilio retornara se comunicara con él y le agradeciera el gesto; y el desconocido rehusó a identificarse, alegando que más valía su conducta que los agradecimientos que le pudieran dar.
Pero Emilio padre, en nombre de su hijo, quiere hacerle llegar su reconocimiento a persona tan honrada y decente. «También valoro en alto grado el ejemplo que le dio a esa niña de cómo actuar con sencillez y honestidad. Conductas como estas nos llenan de satisfacción, al saber que aún quedan en este mundo personas como él».