Acuse de recibo
Gilsa María González anda buscando un Órgano de Justicia Laboral de Base (OJLB) que se digne en atender su reclamación. Sí, parece locura, pero esa trabajadora de ETECSA en Manzanillo quedó en terreno de nadie para hacer prevalecer lo que considera son sus derechos transgredidos.
La remitente, quien reside en Loynaz 164 A, entre Mártires de Vietnam y Luz Caballero, en esa ciudad, cuenta que el pasado 29 de junio, siendo trabajadora fija de ETECSA, la administración la despidió sin darle explicación alguna.
Gilsa María presentó el 5 de julio su reclamación al OJLB. Y a los 15 días se la devolvieron, alegando que el órgano de justicia laboral de su entidad no podía celebrar la vista, «porque el presidente del mismo tiene parte en el asunto, ya que su esposa trabaja en el mismo lugar que yo, y el suplente estuvo en la comisión que determinó, sin explicación, dejarme fuera de mi puesto de trabajo».
Así, el presidente del OJLB y la jurídica de ETECSA en Granma, «sin contar con la CTC ni con la Dirección de Trabajo me enviaron para el OJLB de Correos de Manzanillo, el cual en esos momentos, 20 de julio de 2007, no existía».
La afectada se quejó en la Fiscalía de Manzanillo, y tanto la Fiscal, como la CTC y la Dirección de Trabajo, le orientaron que remitiera su reclamación a ese OJLB de Correos, constituido por esos días.
Pero la presidenta del OJLB de Correos —alega Gilsa María— le manifestó que no tenía la experiencia. Solo había recibido algunas orientaciones en un seminario y no se sentía capacitada para enfrentar un caso tan difícil.
Gilsa María cuestiona si la jurídica de ETECSA en Manzanillo está facultada para transferir la potestad de un órgano de justicia laboral a otra entidad. Esa trabajadora se siente en el aire con su reclamación. Ella sigue esperando por algo tan serio como la justicia laboral, que no admite improvisaciones ni relegaciones.
La segunda carta es un alegato de 15 vecinos de la cuadra de avenida 29, entre 48 y 50, en el capitalino municipio de Playa, encabezados por Luis Alberto Fonseca Estupiñán.
Denuncian los firmantes que en varias ocasiones, y sin solución hasta ahora, se han dirigido a diversas instancias para denunciar las afectaciones de la tintorería de la cadena
UNIMAX, perteneciente al Ministerio del Turismo, colindante con sus viviendas.
Refieren que la caldera se encuentra a menos de dos metros de ese inmueble residencial. Se suele encender manualmente, con alto poder contaminante, pues utilizan crudo con alto contenido de azufre, o fuel, muy inflamable. «La misma se ha remendado en repetidas ocasiones; es una bomba de tiempo».
También señalan que la chimenea principal no tiene la altura indicada, que debe ser 3,5 metros por encima de las viviendas más altas, en un área de 400 metros cuadrados. El resultado es el hollín impregnado a esas casas.
En cuanto a la chimenea de las secadoras, revelan que está muy baja y no tiene filtro, por lo cual lanza todas las pelusas al vecindario. Deben vivir con puertas y ventanas cerradas, a más del calor que de por sí se incrementa allí.
Como si fuera poco, es constante el ruido de los extractores de las compresoras, secadoras, centrífugas de ropa y la bomba de la caldera. La planta eléctrica no tiene silenciador, a pesar de que cuando se instaló les dijeron que era «ultrasilenciosa».
Las instalaciones eléctricas, en mal estado, están todas por fuera, frente a las puertas de los vecinos; al igual que las tuberías de vapor, que tienen salideros. Ambas coexisten muy cercanas a las del gas.
Aunque el horario establecido es hasta las 5 p.m. —agregan—, a veces son las ocho y las 8 y 30 de la noche y todavía están trabajando. El agua de la lavandería sale por el registro de la calle 48, y llega hasta 27 y 46, y mucho más allá.
Lo peor de todo es que cuando han reclamado, no ha habido receptividad por parte de la entidad, apuntan. Años atrás los vecinos se reunieron con instancias superiores de la tintorería, las cuales se comprometieron a ir dando soluciones. Pero todo sigue igual... o peor.