Acuse de recibo
Desde que sajan tu cordón umbilical y lloras de vida, estás condenado a la tiranía de papeles. Todavía no controlas tu esfínter, y ya eres una cifra. Te reducen a planillas y expedientes: toda una burocracia de la identificación, por más necesaria, que no cesa hasta el acta de defunción, el único legajo que no tendrás que firmar. Y si tus padres no hilan fino desde temprano con la madeja de los papeles, pueden complicarte la existencia para siempre.
Bien lo sabe Mirtha Rosa Pablos, de Calzada de 10 de Octubre 664, apartamento 8, Santos Suárez, en la capital cubana. Con 76 años, se entera que no ha nacido aún...
Todo comenzó el 21 de febrero de 2006. Un pillo le robó la cartera, y con ella su identificación. Cuando Mirtha fue a las oficinas del Carné de Identidad, le informaron que no podían hacerle uno nuevo porque no aparece su inscripción de nacimiento. Ella nunca había cambiado ese documento, y ahora se pregunta cómo es posible que se lo dieran inicialmente sin la susodicha inscripción.
Mirtha nació en Pilón, Granma. Y cuando solicitó una copia de su inscripción de nacimiento en esa localidad, le comunicaron que no aparece en el Libro de Registros de Nacimiento.
Con el documento Negativa de Inscripción que le fuera enviado desde esa localidad, Mirtha fue al Registro Civil, en Juan Delgado y Espadero. Allí le notificaron que no podían inscribirla, pues debe llevar como testigos dos personas que tengan 21 años más que ella. O sea, con 97 años. Así lo pide la Ley, pero la Naturaleza, terca que es, no le ha dejado ningún conocido sobreviviente de esa edad.
Ya a Mirtha le han dado dos carnés provisionales, pues ella es jubilada y necesita cobrar su chequera. «¿Qué voy a hacer?», pregunta. Y espera comprensión, porque nadie es culpable del descuido de sus antecesores.
Así piensa Amaury Pérez Fleites, de 34 años, quien por mucho tiempo fue Amaury González Pérez. Él, quien vive en calle 54 número 3903, en la localidad habanera de San Antonio de los Baños, cuenta que cuando nació sus padres estaban separados, y según le ha dicho su madre, el padre había insistido en inscribirlo él.
Lo cierto es que desde el prescolar hasta el noveno grado, el muchacho figuraba como Amaury González Pérez en la tarjeta del menor. Cuando cumplió 17 años y solicitó su inscripción de nacimiento para el carné de identidad, descubrió que había sido inscrito, por su madre, como Amaury Pérez Fleites.
Ahora tiene posibilidad de superarse, y en su trabajo le están pidiendo el certificado de noveno grado. Pero en su última escuela aparece en los registros como González Pérez. Y el director, ante el problema, le dio la negativa, pues ni siquiera se acordaba de él después de tantos años.
El funcionario de Educación al que acudió en la localidad La Salud, le solicitó pruebas de que él era Amaury González Pérez. Fue a la Notaría, y le dijeron que estaba inscrito por su madre como Pérez Fleites. En las oficinas del carné de identidad nada aparece relacionado con los apellidos González Pérez.
Le piden pruebas, y él ya ni sabe quién es: si González Pérez o Pérez Fleites. Suerte que no cree en alucinaciones, porque aseguraría que ha vivido dos vidas paralelas. Dice que no es justo lo que está viviendo por el error de alguien.