Acuse de recibo
Hace unos días este diario reportó la apertura del restaurante La esquina de Medio, en la ciudad de Matanzas. Y aquello que pudiera parecer común, sí era noticia en Cuba, donde la gastronomía en moneda nacional está bastante deprimida, en contraste con la que opera en divisas.
Cuando todavía refulgen los destellos de la inauguración, me escribe, para lanzar un oportuno y temprano alerta, Carlos Bueno Marrero, vecino de calle 146, entre 129 y 139, en el reparto Reynold García de esa ciudad.
Refiere Carlos que, entusiasmado por la buena nueva, decidió cenar allí la noche del 4 de enero, y arribó a las 7 y 30 p.m. Lo recibió un compañero muy amable, que lo condujo al bar, antes de pasar al salón.
«La decoración del local es maravillosa, diría que impresionante para un local que no fue diseñado para el turismo», observa el remitente con la premisa comparativa que siempre tiene el cubano para confrontar los mundos de ambas monedas.
Cuenta Carlos que rápidamente el capitán lo pasó al salón para que ocupara su mesa y le dio el menú, que él reproduce para castigar el paladar de cualquiera. Aperitivos: jugos de frutas naturales, rodajas de piña y otras ofertas. Ensalada mixta de col y tomate. Platos fuertes: pavo en su jugo, fricasé de pavo, pollo asado, pollo frito. Guarniciones: arroz blanco, moros y cristianos, malanga con mojo. Postres: no recuerda.
Pero al momento de hacer el pedido, el capitán le advierte que no hay jugo ni postre, y solo queda fricasé de pavo y ensalada. Y eran solo las 7 y 45 de la noche.
«En realidad el plato estaba bien elaborado, comenta, pero lo inadmisible es que un restaurante acabado de inaugurar y supuestamente de lujo, tenga tan escasa oferta, o casi ninguna. Si es así, ¿cómo será en un mes, en tres meses, en un año?».
Esperemos que esta alerta sirva de algo a la Dirección de Comercio y Gastronomía de Matanzas. Lo esencial no es irrumpir, sino consolidarse y mantenerse.
La segunda carta es el clamor de una anciana solitaria por que la ayuden a resolver un problema que solo ella ha enfrentado, sin resultado alguno y ya desgastada.
«Ayúdeme a dar un empujoncito final para que finalice el calvario», ruega en sus letras Idolina Reyes Salvador, residente en el apartamento 14 del edificio 11, en calle 28, entre 15 y 17, en el Vedado, municipio capitalino de Plaza de la Revolución.
Cuenta la anciana que su apartamento queda justo debajo de los tanques de agua del edificio, los cuales hace diez años presentan un avanzado estado de deterioro: rajados y con salideros, sin flotante... Y cada vez que se enciende el motor del agua del inmueble, como no se controla el llenado y se desbordan, es como si lloviera dentro de la casa de Idolina.
A consecuencia de ello, se le filtra el techo. Le ha provocado cortocircuito en el cuarto, por lo cual debe permanecer a oscuras en él. El colchón lo perdió con el agua que cae. Jubilada, sin esposo ni hijos, intentó resolver los problemas por su propia cuenta. Mal trabajo que le hicieron, los tanques deteriorándose cada vez más, y ella sin el dinero necesario para aliviar su pena. Pero nadie le ha dado una mano...
Asegura la señora que ha tocado puertas en Vivienda y el Gobierno del municipio. Y el primer dictamen técnico data de febrero de 1998. Su delegado de circunscripción la ha apoyado, pero nada se ha conseguido. Y lo más triste para Idolina es que sus vecinos consideran que ese es su problema. Su maletín, como se dice hoy.
A Idolina le duele que le hayan virado la espalda y la hayan dejado sola en esa batalla, siendo el de los tanques un problema de todos. Y le desespera la lentitud de las entidades que deben atender su reclamo. «No es que no se haya hecho nada. En estos momentos existe en la azotea un tanque pendiente, para sustituir uno de los que están rajados, tarea que está siendo enfrentada por la Micro Social. ¿Por qué no terminan lo que ya comenzaron a resolver, si falta tan poco?».
Y este redactor sugiere: ¿Por qué no unirse, vecinos todos y la entidad encargada, para dar solución e impedir que se filtre la indiferencia?