Cheburashka será como mi tarjeta de presentación en la Isla, afirma Eduard Uspenski. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 04:54 pm
Eduard Nikoláevich Uspenski, el gurú de la literatura infantil en Rusia, estará en La Habana, como parte de la numerosa delegación que representará al País Invitado de Honor en la 19 Feria Internacional del Libro, cuya apertura oficial tendrá lugar esta tarde. Y quizá algo alejado de lo que uno puede presuponer, el escritor nacido en 1937, y graduado del Instituto de Aviación de Moscú, en 1961, asegura que el secreto para convertirse en el más conocido entre los niños de su tierra radica en que siempre se sintió atraído por ellos. «Fui guía de pioneros. Me pasaba el día entero con los muchachos. Después, cuando me hice ingeniero, durante todos mis viajes de trabajo o descanso, no dejé de estar rodeado por la grey infantil. No hubo fogata o pesquería en la que no los acompañara».
Así de sencillo lo explica en exclusiva para JR, vía correo electrónico, el creador de personajes que un tiempo atrás fueron tan cercanos a los niños cubanos como el Cocodrilo Guena y Cheburashka; la misma que llegó a convertirse, incluso, en la mascota tradicional de la delegación rusa a los Juegos Olímpicos, y que dio nombre hasta a una de las estrellas en la constelación Sagitario.
—¿Cómo llegó de la aviación a la literatura?
—En el Instituto de Aviación de Moscú había un grupo de teatro estudiantil. Nosotros mismos escribíamos breves sketch que después llevábamos a la escena. Llegó un momento en el que mi afición por estas pequeñas presentaciones fue mayor que mi interés por la aviación. No obstante, me mantuve trabajando durante tres largos años en una fábrica de la industria aeronáutica, antes de entregarme por completo a la literatura.
«Lo que más me gustó fue trabajar en los programas infantiles de la televisión. Ningún otro lugar ofrecía tantas posibilidades para innovar y sentir alegría. Pero allí la censura era muy fuerte. Por ese motivo, comencé a moverme hacia los animados y el teatro».
—¿Qué siente un escritor cuando textos suyos como El libro sobre el Cocodrilo Guena y Cheburashka han sido traducidos a decenas de idiomas?
—La traducción del primer libro es una gran fiesta. La del segundo también lo es. La tercera ya no lo es tanto. Después uno termina acostumbrándose.
—¿Llegó a saber que personajes como Cheburashka fueron muy populares también en Cuba?
—Me resulta sumamente agradable la popularidad de Cheburashka en Cuba. Para mí será algo así como una especie de tarjeta de presentación que le voy a mostrar a todo el mundo.
—No debe ser muy común que salga de un escritor el personaje que se convierta en la mascota de los Juegos Olímpicos...
—Cuando veo el rostro feliz de un ganador en cualquier deporte y veo que sostiene a Cheburashka en sus manos, me da mucha alegría porque es una partícula de mi afecto, un pedacito de mi alma.
—¿Cómo consigue administrar su tiempo para también conducir un programa de televisión? ¿Considera que es importante para un escritor tener este tipo de experiencia?
—La cuestión del tiempo es algo muy complicado. Hay veces que no alcanza: hay que dedicarle la mañana a escribir, después ir a un encuentro con los editores, más tarde es preciso revisar unas ilustraciones, a continuación toca el ensayo de Gavan (La rada) en la televisión, después hay que recibir a un invitado de Petersburgo en la estación de trenes. Y hay que sacar tiempo, además, para leer. Pero hay ocasiones en que te quedas en la casa vagabundeando, durmiendo, y terminas haciéndote, no sin sorpresa, la pregunta: ¿Qué se me hizo el día de hoy?
—Como presidente del jurado que ha sido del Premio Nacional de Literatura Infantil El sueño más anhelado, ¿qué consideraciones tiene sobre el momento que vive ese género en Rusia? ¿Y en el mundo?
—Se está produciendo un cambio generacional. Los escritores tradicionales que crecieron inmersos en el mundo de la literatura, están siendo sustituidos por nuevas figuras que han crecido en el mundo de los juegos de computadoras y la televisión.
—Los criterios están divididos: algunos escritores defienden que la literatura infantil deben potenciar la imaginación y la fantasía, mientras que otros abogan por poner en contacto a los niños con la «dura realidad». ¿En qué lado se ubica su obra?
—Los mejores libros son los de aventuras. Los libros sobre la nobleza humana, la valentía y la camaradería. Los autores preferidos de mi infancia fueron Fenimore Cooper, Jack London, Thomas Mayne-Reid, Louis-Henri Boussenard, Louis Jacolliot, Víctor Hugo, Nikolay Gógol, Borís Zhitkov y Alexander Grin.
«Son libros que despiertan y desarrollan la imaginación. El lector debe visualizar la narración. Y de la persona que tiene desarrollada la imaginación es que después surge un ingeniero, un hombre de negocios, un programador, un abogado o un escritor infantil».
—¿Cree que hay temáticas «prohibidas» para la literatura infantil y juvenil?
—No, no creo que las haya.
—¿Cómo deben ser los mundos que inventan los autores para los niños y los jóvenes?
—Deben ser románticos, realmente irreales. Pero lo que sí deben describir es la vida cotidiana: de qué se alimentan los seres que en él viven, cómo se multiplican, qué objetivos persiguen en su vida.
—¿Continúa siendo el ruso un pueblo lector? ¿Cómo han conseguido mantener en su país ese interés por la lectura?
—La ofensiva de la computadora es del orden del 50 por ciento. Menos mal que somos pobres. En las provincias se está leyendo más a causa de la pobreza. Si logramos mantenernos varios años al nivel actual, nos volveremos un poco más sabios y retornaremos a la masividad en la lectura.
—¿Cree que para llegar al público infantil hay que hacer concesiones?
—No, no hace falta. Por el contrario, lo que hay es que escribir de forma tal que se logre atraer a los padres. De manera que a ellos también les resulte interesante leer.
—¿Qué expectativas tiene de la Feria del Libro cubana?
—Las más disímiles. No podría precisarlas en detalle. Por eso es que voy a participar en ella.