¿Cómo pueden sobrevivir al tiempo tantos estereotipos asociados a lo femenino y masculino? Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 21/09/2017 | 06:55 pm
«En mi familia, las mujeres no se pueden tatuar: según mi abuela, después nadie nos va a querer. Encima, cada vez que quiero usar botas u otro estilo me recalcan que debo ser más femenina, que así no visten las mujeres, comenta Dayana, de 19 años.
¿Cómo pueden sobrevivir al tiempo tantos estereotipos asociados a lo femenino y masculino? Pareciera que estas concepciones sobre los comportamientos «adecuados» del hombre y la mujer, no envejecen nunca, están congelados y a mano, listos para censurar, reprimir y hasta castigar.
El texto Educar para la igualdad: propuesta para la prevención y atención educativa de la violencia de género en el contexto escolar, recalca que «En etapas de la vida específicas como al infancia y la adolescencia, el sexismo se expresa en la preparación para la vida que se ofrece en la familia y la escuela».
Entre otros ejemplos, el folleto menciona que los niños disfrutan privilegios propios de su edad, mientras que las niñas afrontan tempranamente los desafíos de una vida adulta, a partir de la realización de las tareas domésticas. Iván, otro joven, advirtió a JR Podcast: «Yo sí friego, me gusta compartir las tareas con mi novia, pero tampoco ella va a construir y yo a lavar.»
Más allá de etiquetar qué debe hacer quién, lo ideal sería que ambos tuvieran las mismas responsabilidades. Any advierte que ella vive en un matriarcado, y allí las reglas, cuidadosamente establecidas por su suegra, no dejan la más mínima posibilidad a que los hombres de la casa realicen alguna tarea doméstica:
«Uno de los retos fundamentales de la mujer cubana es saber educar a los hijos, sobre todo a los varones en una igualdad de género. Las mismas mujeres nos vemos presionadas con el tiempo que queremos para superarnos, trabajar, hacer otras cosas…»
«Los que pasa es que hay mujeres machistas —afirma Isa— yo no tengo hijos aún, pero lo veo a mi alrededor. Muchas madres educan a sus hijos para ser atendidos por las mujeres y a las hijas para atender a sus futuros esposos…»
Damara, quien ha criado a dos hijos: Marcos, de 30 años y Osman, de 16, considera que lo ha hecho bien en este sentido: «Yo he sufrido esas discriminación en carne propia, y hay muchas madres que han inculcado a sus hijos para que sus mujeres les quiten los zapatos. Hoy todo el mundo trabaja, tiene obligaciones. Por eso a mis hijos les enseñé que nosotras valemos igual que ellos, y aprendieron a hacer los quehaceres de la casa para que no dependan de los demás. Mis hijos no son machistas…»
Juana, quien no deja de vestirse de naranja el día 25 de cada mes, en alusión a la campaña contra la violencia hacia las mujeres, lo resume de esta manera: «Porque es un problema de crianza, de siglos, más de 500 años con el machismo, una tendencia donde no caminamos juntos, sino uno por delante del otro.
Lamentablemente existe el machismo, y somos las mujeres quienes tenemos que enfrentarlo con más ímpetu. En nuestro país tenemos la ventaja de que las leyes en blanco y negro nos protegen, pero después, llevarlo a la práctica, ya depende de hombres y de mujeres».
Para el coordinador de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades, Julio César González Pagés, este aprendizaje de la mujer tiene que ver con nuestra historia de lucha por alcanzar los mismos derechos que el hombre. «Las mujeres han tenido que luchar por su derecho al voto, al divorcio; pero los hombres nacimos con muchos de estos derechos, y creo que eso las ha dotado de una capacidad de resistencia, de persistencia que no existe a nivel social en los hombres»- comentó.
¿Cómo lo ve la juventud?
«Creo han cambiado muchos de los mandamientos que habían para la masculinidad y la feminidad, sobre todo, en el terreno estético. Hay muchas corrientes de moda, que han permitido que los hombres, a partir de la metrosexualidad, se depilen las cejas, se rasuren brazos y piernas…Pero usted puede tener las cejas sacadas y ser el mismo machista de toda la vida: los cambios externos no necesariamente significa un cambio de ideología.
En el caso de las mujeres más jóvenes, veo un retroceso, una exigencia mayor sobre bajar de peso, parecerse más a los modelos que se supone debe tener una mujer, y valores estéticos que tienen que ver con ídolos juveniles, en el campo de la cultura y el deporte. González Pagés llamó la atención acerca de la música que prefieren los adolescentes y jóvenes, y cómo muchas veces cantan y bailan una canción que en sus textos descalifican a la mujer.
«Sin censurar a un género o un artista en específico, debemos ser mucho más incisivos con los patrones porque, de cierta forma, estamos creando códigos, valores y comportamientos, y no viendo cual es el rol de la educación y la cultura en la trasmisión de muchos de estos códigos…».
Isa advierte: «A mí tanto me molesta la imagen de la mujer erótica, sensual, en los videos musicales, como de esa mujer que maltrata al hombre. Mi experiencia no ha sido ni ser maltratada ni maltratar a nadie. Por eso no creo que hay que defender en posición de gueto al feminismo».
«Es que hemos vestido, con la palabra feminismo, a una guerra entre sexos — explica Any— y no tiene que ser así.» Contrario a lo que muchos creen, el feminismo es un movimiento social, mientras que el machismo es una actitud. Las personas con actitudes y comportamientos machistas ejercen la violencia contra las mujeres, contra otros hombres y contra sí mismos.
Mientras, el movimiento feminista, intenta conseguir una igualdad de oportunidades para mujeres y hombres. ¿Cuán lejos está ese pacto entre los sexos? Esperamos tu opinión en juventudrebelde.cu@gmail.com o en nuestra página de Facebook Más que papel. Cuéntanos tu experiencia…